La función principal de un colegio de arquitectos se podría resumir en una frase de resonancias tolkenianas: Un punto de encuentro que vele por los intereses de un colectivo cada vez más diversificado y precarizado. Una institución que consiga que la palabra arquitecto siga teniendo sentido. O en un mundo ideal debería de ser así. Creo. Lo que significa entre otras cosas que la institución debe de estar moderadamente saneada porque será depositaria del patrimonio que diversos profesionales más o menos prestigiosos le van a ir cediendo conforme sus carreras profesionales lleguen a su término. Es decir: una de las principales funciones que tiene un colegio es la de cuidar y gestionar su archivo profesional. En términos culturales no se me ocurre otra más importante.
El Archivo del Colegio de Arquitectos de Cataluña (asociación profesional que hunde sus raíces en el siglo XIX al ser heredera directa de la Asociación de Arquitectos de Cataluña y Baleares), considerado uno de los archivos de arquitectura más importantes de Europa, contiene en sus estatutos la necesidad de informar y divulgar su patrimonio. Desde hace más o menos un año esta institución suma a sus otras tareas de divulgación un nuevo canal: el perfil de Instagram @COACarxiu. El canal muestra la extensión y la diversidad del archivo: planos, fotografías, piezas de mobiliario, edificios existentes, proyectos que no se llegaron a construir, apuntes, detalles, cartas, actas, croquis a mano, libros. El fondo es virtualmente inagotable. Los primeros planos conservados datan del siglo XVIII. Los últimos pertenecen a arquitectos todavía en activo. A todo esto se le suma un importante fondo de fotografías en el que se cuenta con una de las joyas de la corona: el Archivo Català-Roca, uno de los fotógrafos centrales del siglo XX(1).
Cualquier ciudadano puede confrontar el perfil @COACarxiu con nuestra realidad construida. Esto permite celebrar los edificios que siguen igual que cuando los inauguraron, comprobar las reformas que otros han sufrido, recordarlos cuando han sido derribados, lamentarnos ante las propuestas de concurso que no fueron construidas. Permite denunciar, felicitar, reflexionar sobre el patrimonio. Emocionarnos con él. Mostrar la profesión en sentido amplio a través de proyectos aparentemente extraños a un arquitecto: desde un barco a estandartes o incluso decorados de películas. Permite recordar cómo eran determinados edificios cuando los estaban construyendo o comprobar las toneladas de talento que diariamente se gastan dibujando planos en los que el dibujo de una fachada puede transformarse en una plantilla para tallar las piedras de la moldura de la puerta de entrada. Y constatar decenas y decenas de maneras complementarias de hacer.
Todo este panorama crea mitología: y es que los archivos son una fuente inagotable de anécdotas y descubrimientos tal que ha pasado a la literatura: ahí están Umberto Eco o Jorge Luís Borges, entre muchos otros, para comprobarlo. Sin olvidar la miríada de novelas negras que se resuelven gracias al trabajo de archivo.
Todo esto puede irse disfrutando periódicamente desde el perfil, que cuenta ya con más de doscientas entradas. Sólo queda felicitar a los responsables (Fernando Marzá, director del Archivo, y a Andreu Carrascal y Núria Gil, responsables de la selección de documentos) y desear que siga por muchos años.
- La pasión de Català-Roca por la fotografía era tal que en una entrevista en la que le preguntaron qué habría hecho de no existir la fotografía contestó “inventarla”. Este archivo es, además contraintuitivo: mientras que Català-Roca es famoso sobre todo por sus fotografías en blanco y negro la mayor parte del archivo consta de fotografías en color. Y puede que el Català-Roca en color supere por momentos al Català-Roca en blanco y negro.