El triunfo de Andrés Manuel López Obrador a diferencia del 2006 debe ser contundente, con una ventaja amplia, por lo que sin duda va aglutinar a personas de todas las tendencias políticas aunque principalmente de izquierda y a las que se definen liberales y progresistas.

Se quiere transformar este país, ese es el fin que perseguimos, naturalmente la suma de esfuerzos es una elemental práctica para concretar una fuerza que reviente las resistencias del régimen, sin embargo, hay un límite infranqueable, establecido en los documentos básicos de morena y que con extraordinaria simplicidad se sintetizan en tres principios: no robar, no mentir y no traicionar.

Es la ética el valor esencial para ser parte de la transformación, esa es la respuesta para quienes se preguntan quienes sí y quienes no son aceptables en morena. Hay una política de puertas abiertas, seguramente habrá varios que se encuentren en entredicho por corruptos, mentirosos o traidores. Sólo que todo aquel que esté identificado con la corrupción deberá comprenderse indeseable para la lucha digna que representa el Movimiento de Regeneración.

En días recientes el consultor Antonio Sola quien con orgullo se ostenta como autor de la campaña negra del peligro para México salió con que le encantaría trabajar con Andrés Manuel López Obrador, una obscena declaración que nos confirma que el cinismo no conoce límites, si eso es capaz de sostenerlo un asesor ¿de qué no serán capaces algunos actores políticos?

Son claros los principios del movimiento, aunque muchos arribistas piensan que al estar con Andrés Manuel se redimen, se equivocan, en morena no se dan indulgencias, ni absoluciones. Es claro que todo aquel que se pronuncie por la transformación pacífica será bienvenido, se reconoce el derecho a corregir, de arrepentirse. Más esto no implica ni purificación, ni expiación, mucho menos el abanderamiento del Movimiento.

Esta definición puede llevarse al terreno de lo concreto, será inadmisible que aquellos que suscribieron el pacto por México ahora traten de fingirse arrepentidos, deben comprender que no es la traición a un líder a una persona sino al pueblo. Entregar el patrimonio nacional a cambio de reelección es alta traición, cómo lo fue sentarse a pactar con quienes se robaron la presidencia de la república.

Los mismos que suscribieron las alianzas con el PAN de Felipe Calderón, a sabiendas de que se robó la presidencia, con ese delincuente electoral que terminó en genocida, mismo que devolvió al PRI la presidencia, para reclamar ahora su devolución vía Margarita Zavala.

Ser mafia y tratar de negarlo es un acto cobarde además de criminal, esos no y no porque lo decida López Obrador, sino porque el pueblo de México exige justicia, no hay juicios sumarios en morena, pero hay claridad de los deseos de justicia, sabemos quiénes sí pueden andar por la calle con la cara en alto y sin rechiflas.

En Coyoacán tenemos un prototipo del oportunista, es quien insiste en que sus votos son necesarios y por ello dará su salto al proyecto de López Obrador. Es aquel que en 2006 siendo candidato a diputado local por la alianza Por el bien de Todos pidió prestada al hoy senador Luis Miguel Barbosa una chamarra negra de piel para ser identificado con López Obrador, quien la usaba en su propaganda, incluso recurrió al montaje para aparecer abrazado con él.

Es Mauricio Toledo quien ya como delegado de Coyoacán saboteó un mitin de López Obrador en el Jardín Hidalgo, mandó a quitarle el sonido, por lo que este tuvo que dar su discurso con megáfono en mano. Ese personaje como diputado local es el que hoy sabotea reuniones de morena mandando a montar espectáculos grotescos en los que se reduce a la mujer a objeto sexual.

Este diputado local ahora ya enriquecido por su reconocida corrupción es el mismo que no tenía ni para comprar la chamarra de piel que lo hiciera parecerse a López Obrador, sólo que ahora ante miles de beneficiarios obligados a escucharlo para recibir una carriola, intenta mofarse de su acento y acusarlo de corrupto por la ropa que usan sus hijos, ese es el tipo de inaceptable: mentiroso, ladrón y traidor.

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