Junio no fue un mes considerado en el calendario juliano, instituido por Julio César en la antigua Roma, sino considerado hasta el actual calendario, el gregoriano; sin embargo, la referencia a los famosos “idus de marzo” viene al caso por ser, en este 2017 en México, junio, el mes más violento de nuestra historia contemporánea. Como lo fueron en Roma los primeros quince días de aquel año 44 a. C. del mes “Martius”, cuando el primer emperador romano cayó víctima de sus más próximos, y con él, comenzó la era de los “Césares”.

En junio pasado alcanzamos, una vez más, un nuevo récord de violencia en México, reportando por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de la Secretaría de Gobernación: 2,234 homicidios dolosos en el país . Una cifra descomunal.

Los estragos de estos niveles de violencia tienen repercusiones en cada rincón del país, los índices han rebasado cualquier sueño bélico producto de la mente más enferma: descabezados, mutilados, desaparecidos, secuestrados, feminicidios, trata de blancas, tráficos de órganos, “levantados” y muchos tipos de crímenes más son el pan de cada día en varios estados y municipios mexicanos.

Algo aterrador. Pero lo más preocupante es la inacción de las autoridades en los tres niveles de gobierno. Tan solo en el años 2016, el que ha sido, hasta ahora, el año más violento en la gestión de Enrique Peña Nieto, el gasto en seguridad pública paso de 786 millones de pesos, ¡a nada más que 18.539! .

¿Cómo se ve reflejado ese aumento en el gasto? ¿Cómo se refleja en el incremento de los niveles de violencia? ¿Por qué entre mas gastan, más inseguridad tenemos?

Sin duda por un principio de estrategia, o de falta de ésta. Desde que Felipe Calderón comenzó esta absurda “guerra contra el narco” en el 2006, México sólo se ha llenado cada vez de más sangre en sus calles.

Y como otros principios sociológicos, la violencia acarrea más violencia. Así que por más gasto que se ejerza en seguridad pública, sólo se provocará más inseguridad. Es tratar de apagar el fuego con el fuego.

Por ello, en lugares como Huauchinango, recientemente, en lo que va del año, se han reportado varias muertes violentas. Desconozco la cifra oficial (que no necesariamente es la real) pues el presidente municipal, Gabriel Alvarado Lorenzo, no proporciona información al respecto; también desconozco cuánto dinero se ha destinado a seguridad pública municipal y cómo ha sido ejercido este gasto o sobre la intervención evidente de fuerzas armadas federales o de policía estatal cada vez mayor, y mucho menos sus resultados.

Lo que sí sabemos es que éstos, no han sido positivos. En Huauchinango se comienza a replicar la triste realidad de ciudades cercanas como Poza Rica o Xicotepec, en donde desde hace algunos años, sus pobladores, tienen como costumbre enterarse de hechos violentos en sus comunidades.

Pero lo peor que podemos hacer los huauchinanguenses es acostumbrarnos a lo mismo sin hacer nada al respecto. Hace 11 años dejamos pasar la “guerrita” de Calderón y ahora tenemos un problema enorme, difícil de solucionar. Hoy, no podemos dejar pasar la inacción municipal.

Estamos entrando al octavo mes del año, que al parecer resultará el año más violento en Huauchinango; si ese descontrol continúa, 2018 podría representar la normalización de la violencia, lo que traería como único resultado, más violencia.

Es por ello que las acciones positivas, solidarias, colectivas y pacificadoras serán las recetas que los habitantes pongamos como mejora para nuestra situación. Evitemos caer en pánico o generar ante el miedo, más miedo, que llevará a más violencia y descontrol.

Comencemos por saber la realidad del problema, haciendo un diagnóstico certero y real de la seguridad pública de nuestro municipio y de la región en la que estamos. Al tiempo, reflexionemos sobre las acciones generadoras de convivencia y comunidad para fortalecer los tejidos sociales de nuestras colonias, barrios, pueblos y comunidades.

Hagamos este ejercicio a la brevedad, como un asunto de responsabilidad colectiva y no individual de gobernantes incapaces.

Como sociedad, pongámonos de acuerdo en el problema y encontremos en conjunto las soluciones, para así, poder poner en práctica lo que determinemos. De otra manera, no tendremos otro fin que el de repetir las tristes realidades  que nos enmarcan en Veracruz y otros estados, y al rato, hablaremos de este 2017, como los “idus” de Huauchinango.

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Conferencista, participante y delegado en múltiples eventos internacionales en Azerbaiyán, Francia, Argentina, Cuba, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, República Dominicana, Perú y Brasil. Escribo en Milenio Diario y asesoré a los secretarios de gobierno de Puebla y de la Ciudad de México. Soy el único mexicano que ha presidido la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, en su apartado juvenil (COPPPAL-Juvenil). Egresé de la Facultad de Derecho de la UNAM y me he especializado en derecho electoral. A los 27 años competí por una diputación local en Puebla. Actualmente estoy convencido de la regeneración nacional en MORENA, y trabajo para ello, en Huauchinango, Puebla, donde nací.

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