Nos dice Al-Lah: “No os pido recompensa alguna a cambio de este [mensaje], sólo que améis a vuestro prójimo” (Corán 42:23). El mensaje al que se refiere es el llamado Corán, aunque en castellano tradicionalmente se le denomina como Alcorán, y en árabe se le conoce con hasta 55 nombres entre los que estarían Kitab (Libro), Bashir (Buenas nuevas) o Wahî (Revelación), y lo que nos pide es el famoso “que os améis los unos a los otros” (Juan 13,34).

Incluso, leemos en el mismo Alcorán sobre el trato que las personas practicantes del islam deben tener con respecto a quienes les desprecian por sus ideas: “Aun así, sé comprensivo con ellos, y di: “¡[Sea con vosotros la] paz!”” (Corán 43:89). Incluso, si su desprecio se convierte en un conflicto armado, nos dice: “si tenéis que responder a un ataque, responded sólo en la medida del ataque lanzado contra vosotros; pero si lo sobrelleváis con paciencia es en verdad mejor para los que son pacientes en la adversidad– Resiste con paciencia recordando siempre que no es sino Al-Lah quien fortalece a quien resiste en la adversidad- y no te aflijas por ellos, ni te angusties por los falsos argumentos que inventan: pues, ¡ciertamente, Al-Lah está con los que son conscientes de Él y además hacen el bien!” (Corán 16:126-128).

Sin embargo, grupos terroristas utilizan ese mismo Alcorán para justificar actos de barbarie y crueldad extrema, en una vulneración constante de los Derechos Humanos en diversas partes del mundo, donde las víctimas son indiscriminadas. Tanto en los atentados ocurridos en Europa y América, como en los cometidos en Asia, Oriente Próximo y África, ha habido víctimas musulmanas y de otras opciones espirituales. De la misma manera que para justificar la creación y extensión de un reino de terror, con el nombre del califato, parecen hacer uso del mismo Alcorán que nos dice: “En verdad, siempre que los reyes entran en un país lo corrompen, y convierten a sus más nobles habitantes en los más abyectos. Y esta es la forma en que actúan” (Corán 27:34).

En cuanto a la novedad que supone la aparición repentina de esta interpretación sanguinaria del islam, y que supone una ruptura total de los Derechos Humanos, Jesús Riosalido, miembro de la Real Academia de la Historia de Madrid, nos comenta en su trabajo “Los derechos humanos en el Islam” publicado en 2006 por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: “El primer filósofo islámico que habla de cierta forma de Derechos Humanos es Averroes. Después le siguen el judío Moshe Ibn Maymún [Maimónides] y el cristiano Tomás de Aquino”.

Poco después, incluso nos dice en el mismo trabajo: “debemos preguntarnos si las sociedades musulmanas, a lo largo de su historia, han conocido el concepto laico de Derechos Humanos o no. ¿Hubo en dichas sociedades juristas o filósofos que se ocupasen de tal tarea? La respuesta ha de ser que sí, que los hubo. Existieron personalidades musulmanas que escribieron sobre nuestro tema, entre ellas, Ibn Rushd Al-Hafid, o Averroes el Nieto, Ibn Hazm Al-Qurtubi, Ibn Masarra, Ibn Al-Jatib Al-Girnati, y también nuestros contemporáneos, como Farah Antun, Muhammad Abdu, Hassan Hanafi, Muhammad Abid Al-Yabiri, etc.

El lugar más cercano para los pueblos europeos, y en especial los de la península ibérica, donde confirmar lo que significa una sociedad con mayoría musulmana es en nuestro pasado, denominado como Al-Ándalus, y que dio juristas y pensadores de la talla de Ibn Masarra, Ibn Hazm, Ibn Rushd o Averroes, Moshe Ibn Maymún (Maimónides) o Ibn Al-Jatib, entre otros. Pero también en las antiguas provincias o dependencias del Rif o el Sáhara. Y no en la acción de unos pocos que desprestigian con sus acciones tanto al islam como al propio Alcorán, justificando el miedo en las personas, musulmanas o no, y generando víctimas en todas las partes del mundo. Mientras tanto, sólo nos queda condenar la barbarie, de la misma manera que la barbarie nos condena a nosotros a sufrirla en nosotros mismos.

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