Estaba preparada, cuando fui madre, para un montón de inconvenientes que, sin embargo, quedaron empequeñecidos ante la llegada de mi hija. Bueno, llegada es una forma de hablar coloquial, porque realmente fuimos nosotros los que “llegamos” por ella cuando aterrizamos en China para coger en nuestros brazos a Nerea en el pasillo de un hotel.

Superé con creces las noches sin dormir –porque mi hija ha dormida divinamente desde siempre-, las preocupaciones por no comer –nada, la chiquilla tenía apetito y estaba abierta a probar nuevos sabores- , que se pusiera malita al empezar la guardería un día sí y otro también –tras mentalizarme de que no era una madre cruel que abandonaba a su hija- y hasta la difícil conciliación de la vida familiar y laboral es algo que llevo con dignidad a pesar de ausencias, viajes y tantas horas de trabajo.

Incluso cuando algún día se hacía difícil, tuve el escape y la buena decisión de leer –y releer para reírme hasta de mí misma- el libro de la periodista Isabel García-Zarza : “Diario de una madre imperfecta”. Y, si algún bajón un poco más serio me llegaba a dar, pues nada, a entrar en el blog de Isabel : http://www.mividaconhijos.com/. ¡Lo que esta excelente colega ha llegado a hacer por las mujeres con hijos pequeños, a través del humor, y su propia experiencia, como madre de tres criaturas!

Pero nadie me advirtió de lo que llegaría a convertirse en la peor de mis pesadillas. Lo que consigue que pierda los nervios y hasta el sentido común. Mi enemigo y quien me enfrentaba y distanciaba con mi hija: Los deberes.

Quien lea esto y tenga un hijo o hija de entre 7 y 12 años me entenderá. Sólo me queda el consuelo de que ahora que Nerea acaba de comenzar el instituto parece que los maestros de primaria tienen otra filosofía y no cargan con tanta tarea diaria. ¡Benditos sean!

He llegado a creer en mi fuero interno que la magnitud de deberes que debíamos afrontar al día se debía a una venganza del profesorado por aguantar tanto a nuestr@s hijas e hijos. Cuando luego les vas conociendo, parece que no es eso. En general, sólo una excepción viví en toda Primaria con mi niña, fueron docentes entregados, vocacionales y maravillosos en casi todos los aspectos. Nunca sabrá esta gente lo que nos amargaron la vida, los fines de semanas y lo que los dichosos deberes llegaron a complicar mi relación con mi niña del alma.

Confieso que como estudiante fui muy mala en Ciencias y tenía cierta facilidad en Letras. Pero mi talón de Aquiles, mi punto débil, fueron desde siempre las mates. Pues ahí estaba yo, tarde sí y tarde también, con las matemáticas. Que me lo he tenido que llegar a estudiar primero para que mi hija no descubriera tan pronto que su mami era una zoquete en algunas materias.

Como tantos padres y madres caímos en la tentación de apuntar a mi hija a casi todo. Que si música, natación, inglés, pintura y todo tipo de actividades extraescolares para que la niña fuera en la vida lo que quisiera y tuviera todas las oportunidades. ¡Faltaría más!. La vida me daban las conversaciones, a la entrada y salida de las actividades con otras madres y algún padre. Aunque, para ser sincera, fue al padre de la criatura al que le está tocando llevar y traer y volver a dejar mucho más que a mí. Por no hablar del maravilloso equipo de madres del cole que nos han sacado de más de un aprieto por no poder ir por la chiquilla a tiempo. Gracias, nunca podré agradecerles tanto!

Así, imaginen las escenas. Sale del comedor, a casa a hacer deberes, a inglés, vuelve a casa a estudiar el odiado examen de mate, vuelve a llevarla a natación y de ahí a música y después la flauta.

Y el sábado a hacer deporte, que es sano y toca. Y ahí mi santo varón, por eso de seguir siendo lo que es, un padre maravilloso, se ponía el terrible y poco atractivo traje de ciclista para acompañar a la chiquilla en sus 20 km de recorrido en la Escuela de Ciclismo de Dori Ruano. Toma! Y compra la mejor bici, que la chiquilla lo merece todo, pero vuelve a casa pronto que aún le faltan dos ejercicios de mate, tres de inglés y ocho de lengua. Que hoy hay poco porque ha habido suerte y ha faltado el profe de sociales, y de eso no toca hacer deberes.

Y mi cara se crispa, mi voz tiene cada vez más volumen, la niña está cansada y la madre exhausta. Y toca memorizar los arácnidos (que nunca me aprendí en realidad cuando estudiaba), las partes del oído (que olvidé según hice mi examen de EGB) y los ríos de España (de los que me acuerdo un poco más, pero tampoco para tirar cohetes).

¡Y las tablas! Las repasábamos en el coche, en el super, en la cama, después de leer el cuento y entre Bob Esponja y Caillou. Pues nada, que no acababa de aprendérselas bien. Y cuando ya estaba a punto de dimitir de todo, de denunciar al colegio, a los profesores y a mi propia hija si fuera menester, la cría me traía notas buenísimas y me desarmaba.

También tengo para olvidar, en mis viajes de trabajo, cuando recibía una llamada de mi hija –intentando que su padre no la oyera- para que la ayudara a hacer la multiplicación de tres cifras -¡Horrour- porque “papá me dice que lo haga sola y luego me lo repasa, pero no me sale, y ayúdame mami, por favor, ayúdame”.

Me quedó también el consuelo de ver a muchas madres como yo de crispadas. Ay aquel whatsapp de mamis del cole que la vida dio para desahogarnos, saber los deberes el día que se había dejado la criatura el libro en clase, o apoyarnos cuando una profe –excepcionalmente- nos trataba mal o nos decía algo de nuestras maravillosas criaturas que no nos había gustado en absoluto. ¡Qué sabran!

Y aunque hoy sigo apoyando, especialmente en momento de exámenes, a estudiar a mi hija, y aunque 1º de la ESO, en algunas materias, ya es para mí ciencia ficción, los doce años de mi hija, y la malquerida Enseñanza Secundaria Obligatoria, han traído a mi hogar y mi espíritu mucha más paz.

Mención especial tengo que hacer para ser justa a otra madre del cole. Peña Hernández, mi querida amiga, que sentía y sufría como yo. Lo que nos hemos desahogado y reído de nosotras mismas con los deberes, los hijos y la vida.

Y eso que a veces acabábamos el día tan cansadas, que ni fuerza teníamos para compartir nuestro “ratito”.

Ahora toca otra época, preocupaciones y desvelos. Pero, de verdad, que librarme de aquel ejército enemigo de deberes, me da paz y aporta otra dimensión a mi vida. ¡Por fin!

7 COMENTARIOS

  1. Gran artículo de María José Pintor para reflexionar. ¿Llegaremos a tener un sistema educativo en condiciones, con la participación de los verdaderos protagonistas en su elaboración?

  2. Los deberes, que tanto aborrecí cuando mi hijo estaba en primaria, hasta llegar a tener un conflicto en el Consejo Escolar, son un síntoma más de este sistema en el que la educación pública ha pasado a ser la educación sin fondos. El sistema aboga por suplir las carencias de tiempo y la masificación de las aulas enchufándole a los niños dos o tres horas extras a fin de que acaben asumiendo dos conceptos:
    * Prepararse para una vida de mierda con horarios indefinido
    * Suplir las carencias de los servicios públicos con trabajo extra.
    Un niño, debe jugar, pero entre las actividades extraescolares que les mantienen recogidos mientras los padres trabajan y los deberes, apenas tienen tiempo de sobrevivir.
    Me he sentido muy identificado leyéndolo MJ.

  3. Pero habrá que plantarse. ¡Ya está bien!. Nosotros, los padres, debemos educar en tolerancia, respeto y muchas más cosas, pero enseñar las asignaturas del cole que lo enseñen los docentes. Vamos, digo yo!

  4. Yo creo que el problema no son los deberes,el verdadero problema esque los niños/as de este país tienen unos Horarios INTERMINABLES en los que pueden estar en el cole 10 horas fácilmente
    Y luego tienen las extraescolares
    Después de esto se les manda deberes
    Dónde está el tiempo libre? Que tiene derecho cualquiera sea infancia o adulto??

  5. Reflexión: ¿pudiera ser que el problema estuviera en la cantidad de extraescolares a las que están apuntados los niños?
    Porque si tiene que ir 2 días a violín, otros 3 a inglés, otros 2 a tenis y otros 3 a sevillanas… ¿donde queda el tiempo para estudiar y hacer deberes? Y para estar con sus padres?

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