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Son muchas las personas que, como Julian; descubren interesantes historias al recorrer la Necrópolis. Hoy compartimos su estupendo trabajo de investigación sobre Eloy Gonzalo, coincidiendo con el aniversario de su nacimiento:

 

“LA INCOMBUSTIBLE VOLUNTAD DEL HÉROE DE CASCORRO”

Dicen que los comienzos nunca fueron fáciles para nadie, y si no que se lo digan a Eloy Gonzalo, más conocido como el popular “Héroe de Cascorro”, cuya difícil vida tuvo comienzo cuesta arriba un 2 de diciembre de 1868. Y es que pocos comienzos hay más duros que ser abandonado a las puertas de una Inclusa por quien te trajo al mundo, con tan sólo un nombre y un destino incierto. Aunque durante mucho tiempo se pensó que era natural de Madrid, hoy se sabe que Luisa García, tuvo a su hijo en Malaguilla, Guadalajara, pequeño municipio que asignó a nuestro protagonista el título de hijo ilustre.

A los 9 días de su ingreso en la Inclusa, las monjas tuvieron a bien dar en adopción a Eloy a un matrimonio formado por Francisco Díaz y Braulia Miguel, procedentes de San Bartolomé de Pinares (Ávila), ya que recientemente habían perdido a su único hijo. La nueva vida de Eloy comenzó a tomar forma, ahora su nombre completo era Eloy Díaz Miguel, y abandona la capital para irse a vivir a Robledo de Chavela, lugar por aquel entonces de destino de su padre, miembro de la 4º Compañía del Primer Tercio de la Guardia Civil. En enero de 1873 se trasladan al pueblo de Chapinería, nuevo destino de su padre. A los 7 años de edad, la familia retorna a la localidad paterna de San Bartolomé, aquejado Francisco de una enfermedad, pero es poco después cuando Braulia pierde la vida. En este punto, se desconoce si Eloy fue nuevamente abandonado por su padre, al dejar éste de percibir la mensualidad para la manutención del chico por parte de la Inclusa, o quedó nuevamente huérfano al morir el matrimonio, pero lo que sí es seguro es que se quedó sólo nuevamente y decidió volver a la localidad de Chapinería, lugar al que Eloy se sentía íntimamente unido debido a sus más tiernos recuerdos de la infancia, de hecho pasó la mayor parte de su vida civil aquí. Durante un tiempo, Eloy se gana el sustento desempeñando los más diversos oficios: albañil, carpintero etc., hasta que en el año 1889, con 21 años de edad y sin ninguna otra opción, termina recalando en el ejército, concretamente en el Regimiento de Dragones de Lusitana número 12. Es en este punto de su vida donde la suerte parece cambiar su signo, destacando sobre los demás por su carácter reservado y su infatigable espíritu de trabajo, por lo que en pocos meses muestra con orgullo los galones de Cabo en la manga de su chaqueta. Llevado por el optimismo y la ilusión en esta nueva etapa de su vida, en la que parece que los vientos del destino soplan a su favor, otea el horizonte del futuro en busca de estabilidad, por lo que ingresa en el año 1892 en el Real Cuerpo de Carabineros (con destino en Estepona y Algeciras), con la intención de convertirse en agente del orden. De la mano en la búsqueda de esta estabilidad, consiguió la licencia para contraer matrimonio, con un permiso de doce días, que le sirvió para confirmar todos los rumores sobre infidelidades que le llegaban sobre su prometida, ya que descubrió a ésta “en actitud de flagrante infidelidad” con un teniente del Cuerpo de Carabineros. Ante esta circunstancia, dejándose llevar por la ira y el dolor de esta traición, desenfundó su arma y apuntó directamente a su superior, al que, según parece, no disparó gracias a la intervención de diversos testigos allí presentes. Este trágico suceso le acarreó a posteriori su consecuente juicio con un tribunal militar, que le encontró culpable de un delito de insubordinación y sentenciado a una pena de doce años de prisión en Valladolid.

Panteón a los Heroes de Cuba y filipinas en la Necrópolis del Este (Almudena) de Madrid.

El tiempo pasó, y permaneció en prisión hasta noviembre de 1895, momento en el cual, sin nada ya que perder, se acogió a un Real Decreto por el que se indultaba a todo aquel que, cumpliendo una sentencia militar, solicitase como destino Cuba para marchar a la guerra que sostenía España con dicho país, siendo Eloy destinado al primer Batallón del Regimiento María Cristina número 63, en Puerto Príncipe (Camagüey).

Eloy llega a Cuba en diciembre de 1895, en un momento especialmente delicado de la guerra, puesto que el líder independentista José Martí había muerto, tomando el relevo los insurrectos Antonio Maceo y Máximo Gómez, que enfebrecidos atacaban constantemente a las tropas españolas, elevando la cifra de bajas por las nubes. Al no poder contener la situación, el general Martínez Campos, jefe del ejército español, es relevado en sus funciones por Valeriano Weyler en febrero de 1986.

El 22 de septiembre de 1896, casi un año después de su llegada, Eloy Gonzalo se encuentra junto con sus 170 compañeros de batallón en Cascorro, una aldea no muy lejana a Puerto Príncipe, cuando son sitiados por alrededor de 3000 mambises bien aprovisionados y ubicados. Esta situación de desventaja se cobra la vida de una gran parte del destacamento, que infructuosamente intenta tomar por asalto los bohíos donde los rebeldes se guarecen, son más fieros y causan más daños. La ayuda no llega, y el día 26 la situación del batallón supera el límite de la cordura, por lo que el Capitán Neila propone una misión suicida, que consiste en aprovechar las sombras de la noche para prender fuego al bohío más próximo y así poder crear una brecha en la línea enemiga. Eloy lo tiene claro, no duda: “yo, yo lo haré, no tengo a nadie que me llore o me esté esperando…solo pongo una condición, atadme con una cuerda y repatriad mi cuerpo si caigo”. A medianoche, en una maniobra de distracción, sus compañeros abren fuego por un flanco alejado de Eloy, con lo que consiguen desviar la atención de los rebeldes hacia el lado contrario por el que nuestro protagonista, aprovisionado con una lata de combustible y una mecha, se escurre hasta llegar a su objetivo y cumplir su misión. Con gran júbilo, el batallón español contempla como las llamas comienzan a devorar el fin de su pesadilla, brindando a todos una posibilidad de salir de allí con vida, pero… ¿Y Eloy?

Eloy escapó ileso de su misión, y continuó combatiendo junto a sus compañeros hasta el amanecer del día 6 de octubre, día en el que la columna del General don Adolfo Jiménez Castellanos liberó al batallón sitiado en Cascorro. Este episodio llegó a oídos de Europa, convirtiendo a Eloy Gonzalo en un héroe nacional, y siendo así mismo, condecorado con la Cruz del Mérito Militar. Lo había conseguido, aún en la distancia, por fin consiguió ser alguien, pero nunca más pudo volver a su patria por su propio pie, ya que a primeros de junio del año siguiente, comenzó a no sentirse bien, y aunque se le aconsejó volver a casa, se negó. Murió el día 18 de junio de 1897 en el Hospital Militar de Matanzas, de una supuesta disentería. Al poco, la reina María Cristina manda repatriar sus restos, que finalmente reposan en el Cementerio de la Almudena, junto con los de sus compañeros en un monumento erigido a los Héroes de Cuba y Filipinas.

Y es que, como el ave fénix que renace de sus cenizas, surgió de entre las llamas el héroe que nunca se rindió, que siempre mantuvo bien atados y amarrados a su conciencia sus ideales y sus valores por encima de cualquier circunstancia adversa, pues no hay cuerda más irrompible y fuerte que la que se entreteje con el honor y la humildad de quien siempre supo, que tuvo la vida por delante para volver a empezar de nuevo.

 

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