Desde hace semanas, los medios y la publicidad nos inundan de corazones, bombones y flores, perfumes y joyas, propuestas de planes románticos. Sí, el próximo martes es San Valentín.

Con o sin lazo de seda rojo, nos ataca por todas partes un relato que nos condiciona la vida. Pero está en nuestra mano romperlo. Porque el próximo 14 de febrero los juzgados españoles también recibirán 426 denuncias por violencia de género. De ellas, 290 las habrán puesto mujeres tras sufrirla o la policía a través de un atestado. Sólo 6 de ellas vendrán de parte de algún familiar. 57 serán retiradas antes de prosperar. Menos de dos serán falsas.

El próximo 14 de febrero, como cualquier otro día, 296 hombres serán condenados por agredir a una mujer sólo por creerse con derecho a hacerlo, sólo porque ella quiso mantener su criterio y autonomía. El martes que viene, mientras muchas y muchos celebran el Día del Amor, el 5,9% de los y las jóvenes sufrirán algún tipo de ciberacoso sexual y al 18% de las jóvenes con pareja las controlarán el móvil. La próxima semana, 3 mujeres serán violadas en España. Al menos 2 de esas 3 violaciones las cometerá alguien de su entorno cercano.

San Valentín, el Día de los Enamorados. Nos educan para ser felices y comer perdices; para buscar a nuestra media naranja. Para perseguir como locas el amor ideal que consiste en encontrar a una suerte de caballero andante que nos rescate de una vida incompleta. Nos educan para ser perfectas, aprendices de adivinas capaces de saber cuál es el mejor comportamiento para luchar y mantener el amor verdadero.

Los mitos están instalados en el ideario cotidiano y colectivo: en los medios de comunicación, en los libros, revistas y artículos que leemos, en los programas de televisión que se cuelan a diario en nuestras casas. Los mitos se asocian a modelos que se reproducen perseverantes en el colegio, la publicidad, las redes sociales, el cine, los juguetes y juegos infantiles… Gota a gota, los mitos consolidan en nuestra mente los modelos que, como robots, iremos ejerciendo para cumplir nuestro papel en la sociedad.

Así, el 14 de febrero nos enfrentaremos a nuestra cita. Podrá ser la primera o el vigésimo quinto aniversario. Podremos querer acabar en la cama acompañadas o decidir dormir solas tras una noche amena, o no. ¿Qué dicen el ideario y las expectativas culturales? Si aceptas una cita en un contexto determinado, “debe” ir acompañada de sexo. Y las estadísticas dicen que esa expectativa podría no resolverse con un simple no. Los estudios revelan que a muchas mujeres (jóvenes y no tanto) les cuesta identificar que este comportamiento es violencia de género y debe ser denunciado. Por el contrario, la experiencia indica que muchas mujeres sentirán vergüenza y se considerarán culpables al creer que lo han propiciado. Esto pasa hoy, en 2017.

50 años atrás, las mujeres de nuestro país eran consideradas, por ley, propiedad del hombre. Si ellos decidían deshacerse de nosotras, nada pasaba. Si ellos descubrían que sus esposas les habían sido infieles, podían matarlas y quedar exentos de culpa. Lo que se juzgaba era el delito «contra el honor del esposo».

Mucho tiempo y avances nos contemplan, pero aquella cultura machista sigue incrustada en lo más cotidiano, transmutada en modernidad romántica. No la hemos roto del todo.

Y es que los amores van y vienen, pero sus mitos, como el de la media naranja o el de la necesidad del otro para la felicidad propia se perpetúan y nos hacen vulnerables. Los amores van y vienen, pero mitos como el de que la sexualidad del hombre es irrefrenable o que las mujeres debemos estar dispuestas a contentarlos para lograr y mantener el amor verdadero se introducen en el sentir colectivo como agua que se filtra a través de pequeños poros.

El amor es la nueva deidad de esta sociedad. El amor –verdadero y para toda la vida- es un paradigma vital. Por eso hay que recordar que las mujeres, como seres individuales, somos capaces de crecer en lo personal sin estar, necesariamente, acompañadas. Hay que desmentir que la sexualidad de los hombres sea imparable y continua. Es mentira que las mujeres vayamos provocando o debamos estar disponibles.

Queridas: aprovecho San Valentín para recordaros que el amor no duele, el amor no debe hacernos esclavas. El amor no puede hacernos vulnerables ni mucho menos víctimas. Y cada mito instalado que desmontamos, sí es para celebrarlo.

 

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Ingeniera Química, tímida y testaruda, llegué a la Concejalía de Servicios Públicos y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Toledo por casualidad: empiezas a echar una mano, y esa mano al final ve la necesidad de hacer más para convertir este mundo en un lugar más justo. Y me lié (o me liaron) para trabajar en temas medioambientales con Izquierda Unida, allá por 2005. A veces es necesario dar saltos al vacío y comprometerse. Firme convencida de que un mundo mejor pasa por la unión de las izquierdas, el feminismo, el ecologismo y la amabilidad en la política, lucho en esa dirección, confortando amistades y también espacios como el de Izquierda Abierta. Urge que la derecha deje de golpear y sangrar a las gentes corrientes.

1 COMENTARIO

  1. Excelente visión de la relación de género. Estos tiempos modernos se esclaviza a la mujer como antaño. El sometimiento del género es auspiciado por leyes machistas y conductas retrógradas. Romper los paradigmas es la tarea esencial.
    Las redes sociales no liberalizan actuaciones de seres primitivos. El hombre no madura ni crece.

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