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Y si los Aliens nos invadieran…

Martius Coronado
Martius Coronadohttp://www.elpaisimaginario.com
Martius Coronado (Vva del Arzobispo, Jaén 1969). Licenciado en Periodismo, Escritor e Ilustrador. Reflejo de la diáspora vital de vivir en Marruecos, USA, UK, México y diferentes ciudades españolas, ha ejercido de profesor de idiomas, jornalero, camarero, cooperante internacional, educador social y cómo no, de periodista en periódicos mexicanos como La Jornada, articulista de revistas como Picnic, Expansión, EGF and the City, Chorrada Mensual, RCM Fanzine, El Silencio es Miedo, también como ilustrador o creador de cómics en diferentes publicaciones y en su propio blog. La escritura es, para él, una necesidad vital y sus influencias se mezclan entre la literatura clásica de Shakespeare o Dickens al existencialismo de Camus, la no ficción de Truman Capote, el misticismo de Borges y la magia de Carlos Castaneda. Libros: El Nacimiento del amor y la Quemazón de su espejo: http://buff.ly/24e4tQJ (Luhu ED) EL CHAMÁN Y LOS MONSTRUOS PERFECTOS http://buff.ly/1BoMHtz (Amazon)
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análisis

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En contra de todas las previsiones imaginadas por la literatura y el cine, los extraterrestres no hicieron acto de presencia en los cielos de medio mundo, mediante naves extraordinarias e inmensos ovnis para mostrar su superioridad e intenciones, sino que optaron por un práctico mensaje televisado. Aprovechando la quietud relativa de un fin de semana, interceptaron todas las señales televisivas y comenzaron a emitir mensajes traducidos en todos los idiomas y a todas horas. Y si los Aliens nos invadieran…La perplejidad primera y los rumores de que algunos hackers habían conseguido perpetrar la gran broma, fue paulatinamente dando lugar a una comprensión escalonada, no exenta de un terror primigenio y una huida a ninguna parte, que colapsó las carreteras y las salidas de las grandes ciudades.

Los suicidios, por lo que ahora sabemos, fueron escasos, pero los arranques religiosos y apocalípticos consiguieron congregar a multitudes a lo largo del planeta, acompañados de disturbios y saqueos. La anarquía de la primera semana, poco a poco, se fue desinflando como un globo inofensivo, quizá porque, a excepción hecha de la televisión, los alienígenas no se dejaron ver, ni causaron ningún tipo de violencia o demostración de poder. Sus mensajes afirmaban que no estaban aquí para someternos ni destruirnos, sino para evitar que nuestra ceguera nos condujera, como estaba haciendo el devenir económico y social, al colapso de la naturaleza y a una destrucción de la vida en nuestro planeta.

Internet, que las primeras semanas no funcionó, comenzó a hacerlo para recoger los testimonios directos, que sobre las primeras intervenciones extraterrestres comenzaron a producirse por medio mundo, y que personas de todas las nacionalidades colgaban en la red con asombro y gratitud. Hospitales con personal aparentemente humano y con remedios prodigiosos, aparecían de la noche a la mañana en las zonas más pobres de la Tierra. Industrias y fábricas contaminantes desaparecían como si nunca hubieran existido y el reparto de comida fresca, así como infraestructuras y edificios futuristas poblaban un nuevo paisaje que se mezclaba con un inusitado resurgir de la naturaleza y los bosques.

En la televisión por su parte siguieron programando imágenes sorprendentes, pero esta vez con grabaciones que probaban y enseñaban los engaños orquestados por la élite política y financiera durante los últimos siglos, su búsqueda de la riqueza a costa del ser humano medio y su ocultación de descubrimientos farmacéuticos y energéticos, para seguir haciendo negocio a costa de la salud y el petróleo. Pero lo más impactante fueron las imágenes que probaban su cooperación con civilizaciones antiguas, su ayuda para la construcción de las pirámides mayas o egipcias, su apoyo para el florecimiento de la civilización Atlante y cómo su decepción propició el diluvio universal. Y últimamente, imágenes de la Luna y sus bases para vigilarnos, más antiguas que nuestra historia, así como pequeños cortometrajes sobre su mundo, su cultura y sus viajes por el universo.

Los Dioses, de los que hablaban las culturas primigenias, parecen haber regresado, pero esta vez en lugar de castigarnos con un diluvio, parecen querer dirigir nuestros pasos para que no nos abismemos en la propia autodestrucción.

Una nueva religión ha surgido inevitablemente, aunque otros siguen pensando que sus buenas intenciones son una estratagema calculada para someternos sin que seamos capaces de oponer ninguna resistencia. Sea como fuere, el tiempo lo dirá, porque al parecer, contra su poder y tecnología, nosotros no somos más que una mascota, testaruda y, ahora y en general, aturdida pero agradecida. Esperemos que sea así y no un sueño maravilloso del que tengamos que despertar.

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