El 12 de octubre se celebraba el Día de la Fiesta Nacional, declarada así por ley en 1987. En su exposición de motivos dice que la fecha elegida «simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural mas allá de los límites europeos». El 12 de octubre representa al menos: el franquismo fraticida, un expolio y un genocidio de los pueblos indígenas, así como la imposición por la fuerza de la religión católica. Nada que celebrar.

Hace unos años me hice eco del acontecimiento histórico ocurrido hace 524 años, cuyas consecuencias todavía colean. Hoy con polémica incluida, entre quienes ven que el 12 de octubre se conmemora un genocidio, en alusión al descubrimiento de América, y los que entienden que «hablar de genocidio cultural solo se puede hacer desde la indigencia cultural» y desde la falsedad histórica.

Permítanme que presente aquellos hechos a mi manera. Con respeto, sin dramatismo y una rayita de humor. Así ocurrió el “descubrimiento”, que fue conquista.

Los Reyes Católicos, una vez conquistado el reino de Granada, sin saber muy bien que hacer más, deciden apoyar al navegante Colón, que les presenta un proyecto poco claro –pero no tiene otro–, para llegar a Oriente por una nueva ruta y favorecer el mercado de la seda y las especias, que era una ruina, al verse colapsado en Europa por la conquista de Constantinopla por los turcos y la islamización de los tártaros.

Como hacía algún tiempo que había quedado demostrado que la Tierra era redonda, el genovés Colón, provisto de mapas y su propio criterio entendió que si en lugar de tirar a la derecha, tiraba a la izquierda, llegaría al mismo punto «0», esto es, llegaría a Asia por Occidente, sin bordear África. Y no se lo pensó más.

Los Católicos, en las Capitulaciones de Santa Fe, concedieron al navegante –a futuro– el título de almirante, virrey y gobernador general de todos los territorios que descubriera o ganase durante su vida, un tercio de los beneficios y un diezmo de las mercancías. Con dinero fresco y corta tripulación, en Tres Carabelas zarpo, perdiéndose, literalmente, en los mares océanos atlánticos. Como ya es sabido calculó mal al no tener en cuenta el continente que había por medio (y mira que lo había dicho, siglos antes, San Isidoro de Sevilla): «Además de las tres partes del mundo, existe otro continente, más allá del océano». Lo llamaron Indias Occidentales, por distinción de las Indias del continente Asiático.

Colón siempre creyó que había llegado a Asia. Murió sin saber que donde había arribado era otro continente desconocido por los europeos. Todo pudo haber sido un fracaso pero la suerte estaba de su lado. Después de motines, tiras y aflojas con la tripulación, que quería volver por donde habían venido, el 12 de octubre visaron tierra. Pero no la esperada. Ni India ni China ni Japón ni sedas ni especias ni las joyas de las que Marco Polo habló.

Los marineros de una de las Carabelas desembarcaron en una playa de finas arenas y aguas coralinas con cascos, lanzas, flechas, arcabuces y cruces en ristre. No sabían que estaban en la isla Guanahani, en las Bahamas. El adelantado, que hacía las veces de portavoz e intérprete por su don de lenguas, se dirigió a un hombre –el recibidor– que se había adelantado de entre los muchos que se encontraban en la playa.

“Parece nativo” pensó el marino (del pueblo Taíno). Cubierto con taparrabos y plumas al pelo, tendió las manos. Alejadas, las mujeres, con las tetas al cálido aire caribeño.

–Ustedes son de aquí, ¿verdad?–. Sin perder de vista a las mujeres.

–Pues sí señor, ¿de donde si no?; y ustedes de donde vienen–.

Con sonidos guturales y gestos teatrales se iban entendiendo. Al portavoz se le hace un nudo en la garganta recordando el terruño extremeño que había dejado atrás.

–Venimos de la España de la Monarquía unificada (que no era tal) por los Reyes Católicos nuestros señores, que dios todopoderoso y misericordioso (que no estaba demostrado) los tenga en vida muchos años, la virgen del Rocío nos proteja a todos (que era como un talismán) y el Papa de Roma (que era de Xátiva) nos bendiga con sus plegarias–.

El nativo entendió poco, pero lo suficiente, como para darse cuenta de que los barbudos desembarcados traían poco de bueno.

–Sean bienvenidos a nuestra tierra ancestral, nuestras casas, nuestra cultura, nuestros alimentos y todo lo que poseemos–. Haciendo un gesto con los brazos, abarcando todo el espacio.

–Bueno, que le decía, que como les hemos descubierto, nos quedamos con todo, como precio de la evangelización y castellanización que les vamos a hacer por los siglos de los siglos; nos quedamos incluso con las mujeres–.

–¿Descubierto? Pero si nosotros estamos aquí desde hace mucho tiempo; somos nosotros quienes les hemos descubierto a ustedes, que estaban perdidos por estos mares del dios agua, de isla en isla, sin saber donde atracar–.

–¿Atracar?, pues aquí mesmo. Arriba las manos, esto es un atraco–.

–De todos modos, lo llamaremos descubrimiento (que fue un saqueo)–. Dijo el almirante Christophorus Columbus desde lo alto de la vela.

Más tarde llegó lo del meridiano 46 y el reparto del botín entre España y Portugal bajo los auspicios del Papa Alejandro VI –que dijo hacerlo en representación del altísimo (que está por ver)–. Entre los países europeos no gustó el reparto y al cabo del tiempo se lo cobraron con creces.

Al día de hoy continúa la polémica sobre lo que significó el acontecimiento y la historia que le siguió. El muy católico y ministro del Interior en funciones Fernández Díaz, tilda de «aberración» propia de «ignorantes» definir el 12-O como un genocidio cultural. «Hablar de genocidio cultural solo se puede hacer desde la más absoluta indigencia cultural porque, que yo sepa, en la América española no hay reservas de indígenas» declara, mostrando su cerrazón histórica y apropiándose para su patria, desde una ideología reaccionaria, parte de las Américas.

La polémica surge cuando Unidos Podemos y sus confluencias catalana y gallega, Compromis, el PNV, ERC y el PdC, se han desmarcado de los actos organizados con motivo de la Fiesta Nacional, porque la consideran, con verdad, una celebración con claras connotaciones «franquistas y vieja». Para la portavoz de Unidos Podemos en el Congreso, Irene Montero, el «día de la patria» debería unir a todo el país y ahora no todos se «identifican» con esa fiesta por su vinculación con el franquismo o por su rechazo a la colonización americana. La fiesta, si se quiere celebrar, debería centrarse «en la búsqueda de relaciones más fraternas con América Latina» y sus pueblos.

Y es que es cierto, indistintamente de cómo se desarrollara la primera conversación entre el adelantado y el recibidor. El discurso de la hispanidad ha estado demasiado contaminado por el franquismo. Hay que cuidar los vínculos con América Latina y modernizar la fiesta. Sería razonable que se traslade al 6 de diciembre, Día de la Constitución. El portavoz de Compromís, Joan Baldoví, argumenta que el 12 de octubre se ha convertido en una fiesta «un poco vieja», «desfasada» y «antigua» y no cree que «sacar el Ejército a la calle sea la mejor forma de festejar el hermanamiento con los países latinoamericanos», ni con ningún otro, digo yo. No estaría mal hablar con los demás países hispanohablantes para encontrar otra forma de celebración.

El 12 de octubre no se descubrió nada, sino que comenzó una conquista, que exterminó a millones de personas, que estableció una jerarquía racial y significó un enorme saqueo de recursos naturales, expolio de tierras y de la cultura de los pueblos indígenas, cuyas consecuencias todavía se dejan notar entre los países Latinoamericanos y Caribeños.

Según Tzvetan Todorov «significó el encuentro de dos mundos humanos que se habían desarrollado independientemente, sin que uno conociera la existencia del otro».

5 COMENTARIOS

  1. Lo que usted acaba de escribir es un magnífico ejemplo de la aberrante difamación que los enemigos de España y de la hispanidad vomitan cada 12 de octubre, sean estos anglosajones, izquierdistas enfermizos o nacionalistas. Su odio a la obra civilizadora de España y a la Evangelización es abominable. Usted no deberia ser español, no merece ser español. Llegará el dia, en esta vida o en la otra, en que usted llegará a la certeza de que lo escrito aquí es una difamación aberrante. Que no sea demasiado tarde para usted el poder pedir perdon.

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