¿Cómo poder explicarle la Argentina a un extranjero? ¿Cómo ayudar a que entienda nuestra forma de pensar, hacer y organizarnos?

Es difícil reseñar como en un país que genera alimentos para muchos más individuos que los que lo pueblan haya niños que mueren de hambre, como un país con tantas posibilidades naturales tenga tantas dificultades para crecer y mejorar, sin lugar a dudas la clave está en las personas.

Es difícil explicar Argentina. Analizando el ámbito político resulta complejo el explicar que los mismos que durante más de una década se vanagloriaron de ser nacionales y populares, estatistas y defensores de los derechos humanos son los mismos que hacen sus compras en el exterior y poco antes fueron privatizadores y apoyaron el indulto a los jerarcas de la dictadura.

Es difícil exponer como la mayoría de la dirigencia pareciera complotarse una y otra vez para que las cosas no mejoren, para estar cada vez peor. ¿Estar peor será negocio?

Y como muestra de ello, por ejemplo, lo ocurrido con el Proyecto de Impuesto a las Ganancias presentado, y aprobado, por casi todo el arco opositor.

Días después de su media sanción, y cuando estaba por ser girado al Senado de la Nación, el ex Ministro de Economía Axel Kicillof le remitió una carta al Presidente de la Cámara de Diputados para solicitarle que se hiciera una fe de erratas por un error de cálculo.

El error que Kicillof pretendía salvar se trata, en realidad, de la supresión de un artículo completo del Proyecto de Ley y su reemplazo por otro. Pedía el diputado que se corrigiera el guarismo de deducciones progresivas para el tramo de trabajadores con salarios netos de entre 55.000 y 95.000 dólares mensuales. Dice la expresión latina que errare humanum est, pero algunos hacen abuso de su humanismo.

El error de cálculo de Kicillof significa que en lugar $100 millones de costo fiscal por implementar la norma tal su redacción original, éste ascendiera a $140 millones, un 40% más.

Similar error de cálculo tuvo cuando se calculaba la inflación durante su mandato y mientras el INDEC anunciaba que era de un dígito, todos los argentinos sabían que esto era una impostura puesto que la realidad de cada familia indicaba que la inflación real era mucho mayor, o cuando se decidió ocultar los índices de pobreza, argumentando que dicho índice estigmatizaba.

Dice Enrique Santos Discépolo en su célebre tango Cambalache que ‘da lo mismo un burro, que un gran profesor’ y cuánta razón tiene. Cuando lo que guía el accionar de los representantes es tan sólo la mera lucha en la lid política electoral, sin poner por delante los intereses de la ciudadanía, aunque sea al menos la de la porción de ciudadanía que los eligió, resulta compleja la construcción de un futuro venturoso.

Porque parafraseando a Discepolín…

Si uno vive en la impostura

y otro roba en su ambición,

¡da lo mismo que sea menemista,

duhaldista, kirchnerista,

caradura o de Perón!…

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