Lo intelectual

Contra la Cultura (VII)

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Tenía razón Ortega y Gasset. Usted (yo) no es más que un ocelo en el ojo compuesto de un animal (ficticio) llamado Humanidad. Debemos decir lo que vemos, eso nos hace ser la “persona” que somos, pero sabiendo siempre que nuestro discurso forma parte de uno mayor que, a diferencia de lo que piensa el madrileño, ningún sensorio (Dios) recibe sino que sólo nuestra propia consciencia dota de sentido con una perspectiva.

La intelectual, el artista, es un ocelo más. Sin embargo le ocurre como a cualquier científico en un laboratorio: trata de calcular las consecuencias de los hechos con las condiciones controladas. En la vida real jamás se darán esas circunstancias; o sea, que está muy bien todo lo que escribimos aquí pero sabiendo que es una mentira útil, yo calificaría de infantiles a las ideologías (e ideólogos) que se pretenden realidades. El mundo siempre es más, no lo abarcamos nunca.

Prescribir es humano. Prescribir es lo humano. Prácticamente casi todo lo que hablamos es sobre otras personas, lo que incluye nuestra perspectiva (crítica) sobre lo que los demás hacen; sólo que la nuestra es valorada a su vez por la mirada de los otros. Ser un intelectual es elevar tu discurso vital a objeto pragmático, útil en algún sentido no concreto; digo esto para evitar el debate estético sobre los significados o el contenido del Arte. El Arte para una misma es mentira, una contradicción en los términos (salvo si es absolutamente privado y, por tanto, sin comunicación: inexistente). Si lo que vas a decir no es más hermoso que lo que ya se ha dicho, si no es novedoso en algún sentido, si no va a colaborar con que otras personas puedan indagar en sus búsquedas individuales, ¿qué sentido tiene? Por eso me interesan las ideas, más que los alardes de erudición a la violeta; hoy esa llamada así erudición no es un medio para llegar a la idea, sino un aditamento para construir una imagen…

En este mosaico, entretener es digno. Todo es digno, en realidad. Recuerden que una hez puede ser Bella. Juzgamos… pero tranquilidad, igual que no tenemos la verdad en las propuestas: tampoco en las críticas; es curioso que los mismos que reniegan de nuestra posición por sentenciosos, por pretender demasiado, se toman en serio los análisis como si éstos no fueran la misma tontería.

El problema de nuestro «entretener» actual es que ha sustituido a la actividad intelectual, exactamente igual que en el aspecto, la imagen ha reemplazado a la persona: hemos dejado de hacernos las grandes preguntas (ya lo hemos tratado anteriormente), ridículas, sí, pretencioso aquél que pretenda responderlas definitivamente, pero necesitamos hacérnoslas y contestarlas absolutamente (incluso sabiendo que es para nada) porque si no es así: la estulticia, el infantilismo y el egoísmo simples, el solipsismo rampante nos engullen. Ustedes, que leen tanto, se pueden permitir juzgarme a mí como gilipollas trascendentalista y tienen razón, usted… que se lo ha leído todo y vive una vida enfrentada a sus propias contradicciones, pero ¿qué sabe la mayoría de la gente a su alrededor?, ¿cómo viven?, y lo que es peor: ¿cuáles son las consecuencias para toda la Humanidad y el planeta? El papel de la Cultura es amortiguar el golpe de la Naturaleza, la Cultura no nos define como animal, no es lo que somos: es reacción, intentar vivir sin dañar a lo demás, a los demás, y esto es el Humanismo.

La Cultura, cuando lo es de verdad, no puede aspirar a vivir ensimismada en su propio juego. Una de las cosas que no suele hacer la intelectualidad, por miedo a parecer pedante o clasista, es un diagnóstico de la simpleza, de la normalidad (si tomamos a la persona culta como radical en el sentido literal). El heteropatriarcado ramplón, la estupidización religiosa, la imposición económica disfrazada de teoría, la política impostada con solemnidad vacua e Historia (falsa), los nacionalismos (todos patrioteros y racistas), el Folklore y la tradición heredados como si fueran Cultura… hay que analizar qué consecuencias tiene toda esa metralla en el «pueblo», esto es: la masa. Anuncio la apertura de otra sección: Contra el Pueblo.

Yo, esto es, yo, sólo yo, defiendo el compromiso y cierta coherencia teórica, yo escribo como una química investigaría en su laboratorio, intentando controlar las variables y sacando conclusiones; les recuerdo que saber de qué va el amor en todos sus fundamentos biológicos no nos salva de sufrirlo. La muerte nos angustia aunque sepamos que lo soluciona todo, por desaparición total. Nuestro cerebro no sólo entiende, interactúa con un medio que no puede controlar porque es parte móvil y determinante en él. Llamo Cultura al desmontaje sistemático y analítico de las estructuras heredadas, en todos los frentes en los que sea posible. Para eso es necesario el estudio intenso y la propuesta en paralelo. Eso es lo intelectual, el ingenio sólo puede ser instrumento… Lo otro es circo: malabarismo, equilibrismo, amaestramiento, espectáculo, muy digno todo, y necesario: el Show debe continuar.

 

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