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Libertad con ira

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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Restituto, en su paseo diario, se ha encontrado una mesa junto al ambulatorio. Dos chicas jóvenes le piden una firma para que las listas de espera se reduzcan. Resti, sin ninguna dilación ha dibujado su firma en el papel y ha escrito su nombre y DNI junto a ella. No le gustan mucho las personas que le han abordado en la calle solicitando su adhesión. Una, tiene un aro en la nariz y la otra viste como una hippy. “Seguro que están todo el día fumando porros”, ha pensado. Si la indumentaria y la presencia de las chicas no fueran un obstáculo para su obtusa mente, si las conociera, sabría que “la hippy” es enfermera y la del aro en la nariz, abogada laboralista. Restituto sin embargo, se ha decidido a firmar aunque no porque crea que la sanidad pública tenga problemas. Si así fuera, no sería la mejor del mundo, (aunque desconoce que ya somos los diecinueve y no los primeros). Él ha firmado porque no hay derecho a que a su mujer, Albina, que tiene un dolor fuerte en la rodilla, le hayan dado cita para una resonancia a diez meses vista. Y eso que apenas puede andar y el médico del ambulatorio le puso que era con carácter urgente.

Restituto es un español de bien. Tiene colocada una bandera de España en el balcón de su casa, adquirida para la ocasión en una tienda de todo a un euro regentada por ciudadanos chinos. Para Resti, como le conocen en su familia, España es sólo una y es lo más importante en esta vida. Bueno, eso y el Real Madrid.

Resti trabaja en una empresa pública. A sus casi cincuenta años, la vida siempre le ha venido de cara. De joven, no quiso estudiar. Un vecino le trajo una instancia para ser vigilante. Tuvo la suerte, con la ayuda de su vecino, de que le dieron el trabajo. Después, cuando cambió la ley y ninguna empresa que no se dedicara exclusivamente a ello, podía tener vigilantes, le colocaron en las oficinas de la empresa pública. Allí, en el trabajo, con mucho tiempo libre, decidió matricularse en derecho y acabó la carrera en diez años. No le ha servido de mucho porque no ejerce y sigue en su puesto de oficinista que nada tiene que ver con lo que le gustaría. Pero se cree superior a sus compañeros porque él ha estudiado una carrera. Aunque cada día meta la pata en lo que hace y le llamen la atención. Aunque nunca haya prosperado precisamente porque nunca ha demostrado tesón en su puesto, siempre haya puesto pegas a cualquier tarea nueva que se le encomendase y porque los errores, le han creado fama de mal trabajador.

Resti es de Madrid. Aunque sus padres vinieron a la capital procedentes de un pueblo perdido de la comarca cacereña de las Hurdes, para no tener que morir de hambre y miseria. Con mucho esfuerzo, dieciséis horas al día de trabajo de su padre, al que casi no conocía porque nunca estaba en casa, y las horas que su madre echaba planchando y lavando para los señoritos y fregando portales en el barrio, compraron una casa y sacaron adelante a sus cinco hijos. El Abuelo de Resti, despareció un 20 de Julio de 1936. A él no fueron a buscarle a casa. Se lo encontraron por el camino, preguntó dónde llevaban a su amigo Ulpiano, lo subieron al camión y nunca más se supo. Nadie tuvo conocimiento de que las milicias falangistas se lo habían llevado hasta que en 1966, antes de morir, un vecino del pueblo se lo confesó a la abuela de Resti.

Resti, por eso, siempre ha sido contrario al franquismo. Durante años votó a Felipe González porque no aguantaba a Fraga. Cuando todos los casos de corrupción se le echaron encima, acabó votando al CDS y después a UPyD. Pero ha quedado desencantado porque ninguno defiende España como debiera. Porque para Resti, un buen español es aquel que habla castellano, el que se emociona cuando Nadal gana torneos y se pone la bandera de España al hombro. Las autonomías sólo sirven para duplicar el gasto y los funcionarios. Como español de bien, quiere que haya corridas de toros porque es la fiesta nacional, aunque él no la entienda. Que se maltraten animales es lo normal porque para eso están y siempre ha sido así. El bullying es un invento moderno porque toda la vida los críos se han pegado entre si y se han hecho putadas y nunca ha pasado nada. Un buen español es aquel que se emociona escuchando flamenco. Los españoles no bailan Sardanas, ni Muñeiras, ni mucho menos eso que los vascos llaman Arresku. La jota, está bien, pero en el pueblo. Por supuesto, el mejor equipo del mundo es el Real Madrid que ha llevado el nombre de España por todo el mundo. El Barcelona no porque son independentistas. Y aunque se emocionaba viendo jugar a Iniesta o Xavi en la selección española, prefiere a Ramos o Cristiano que aunque es portugués, al fin y al cabo es como si fuera español.

A Resti, le molestan mucho los casos de corrupción del PP y cree que todos los políticos son iguales. No sabe lo que es el caso Castor y está en contra del rescate de las radiales. Cuando un compañero suyo le dice que en ambos está metido Florentino, él piensa que son maledicencias y envidias porque es el presidente del Madrid.

Resti, no se cree todas esas cosas. Porque él está muy bien informado, que para eso ve a Matías Prats en Antena 3 y La Sexta por las tardes. No tiene twitter ni lo quiere y el Facebook lo usa para subir fotos de su vida personal. Aunque no le gusta que esta red trafique con sus datos para cosas malas como el Brexit.

En las próximas elecciones lo tiene claro. Como él es anti franquista, votará a Ciudadanos que para eso son los únicos que defienden a España.

 


 

Libertad con ira

 

“Democracia no es que los demás piensen como yo, sino que a cada uno le dejen pensar como quiera”

 

Veía el otro día en twitter un trozo de la entrevista que Ferreras, el gran capo de la información en A3 Media, le hacía a Willy Toledo. Una entrevista que, ante el éxito en las redes sociales, La Sexta, corrió a retirar de sus archivos. Allí, ese gran activista que es Willy Toledo, expuso una serie de cuestiones que dejaban expuesto a Ferreras y a todos los que como él, misioneros del régimen, se encargan de intoxicar informativamente al pueblo español a través de la televisión. Toledo, le echaba en cara que quién oculta las miserias de este régimen, que quién desinforma con medias verdades, quien “afina” la información para que los malos parezcan buenos y la gente común, terroristas que atentan contra la corona y las instituciones, son cómplices del régimen y por tanto, tan culpables como los que llevan a los tribunales a cantantes, escritores, actores y personas relevantes por un juramento, una letra de una canción, un artículo o unas declaraciones que, estando o no de acuerdo con ellas, de ningún modo son constitutivas de delito sino ejercidas bajo la premisa de la libertad de expresión. Estos manipuladores son tan culpables como los que ejercen la represión.

No veo la tele convencional. Por supuesto, mucho menos los supuestos noticiarios. Pero ese día por la tarde, cuando llegué a casa del trabajo estaban en la Sexta varias personas hablando del tema. Entre ellas, una a la que presté atención porque hasta ese momento me merecía el máximo respeto. Hablaba Benjamín Prado y decía que lo que debía haber hecho Willy Toledo es presentarse ante el juez, precisamente porque como no hay delito, le dejará libre. Ese es un argumento de sujeción de un régimen que ya ha condenado a varios raperos por hacer canciones. Un argumento ajado y manido, porque en un sistema democrático nunca habría admitido a trámite una querella por cagarse en dios y menos en un estado aconfesional. Depender de la voluntad de un juez, es como jugar a la ruleta rusa.

La coherencia es muy importante en los políticos porque la rectitud en las actuaciones crea confianza, afinidad y afección. Pero no debería ser menos importante entre periodistas y personajes públicos. Uno no puede alarmarse porque la Sanidad en España haya pasado en estos años de los primeros puestos, al décimo noveno lugar, si en la cadena de televisión, dónde diriges los informativos, estás haciendo apología del hijoputismo liberal que es el responsable de que, con nuestros impuestos, se esté vaciando el servicio público sanitario para favorecer el negocio privado de forma salvaje. Uno no puede estar todo el día con la cantinela de las falsas noticias y de los bots rusos y tener como sumos sacerdotes del sanedrín político al personaje más condenado por mentir de la prensa española y al director de periódico, también condenado por lo mismo, que únicamente se mantiene en el mercado por las supuestas subvenciones repartidas desde la Vicepresidencia del Gobierno.

Coherencia es rechazar, como hizo el pasado dos de mayo el filósofo Emilio Lledó, condecoraciones que vienen de aquellos que han arrasado el estado y llenando España de pobres, las cárceles de presos políticos y las cuentas del Ministerio de Hacienda de multas por ejercer derechos ciudadanos como la protesta.

Pero vivimos en un país sin ningún tipo de coherencia. Un país lleno de “gentes que hacen cosas”. Gentes muy preocupadas por la incoherencia de Pablo Iglesias pero a los que se la refanfinfla que la corrupción nos cueste 122.000 millones de euros, de ellos el 86% del Partido Popular. Gentes que se quejan de pagar muchos impuestos, pero que sin embargo exigen que el estado se haga cargo de todo, obviando que eso sale del bolsillo de los ciudadanos. Obviando que las grandes empresas de este país pagan menos de un 5% (mientras sus trabajadores están por encima del 15%) y que sin recaudar es imposible tener servicios básicos. Gentes que no se paran a pensar que el pan, la leche, los cereales, las judías, la carne, el pescado,… estén incrementados casi en un cuarto su valor por los impuestos. Que esos impuestos indirectos como el IVA no están acordes con un estado social dónde el que más tiene más paga. Que son impuestos que pagamos los trabajadores porque no podemos deducírnoslos. Gentes que están muy compungidos porque los catalanes voten la independencia, que jalean a la policía y les despiden como si fueran a las cruzadas pero que ni saben, ni quieren saber, el porqué del espectacular aumento de los partidarios de la independencia. Gentes que se dicen de ideología de centro izquierda pero a los que les molestan los emigrantes, las personas de otra raza y que se creen solidarios porque compran la lotería de la Cruz Roja o alguna vez han mandado un SMS para financiar una ONG, pero desconocen y desconfían que el país en el que viven, es el segundo país con más pobreza infantil de la UE. Porque en España hay una cantidad ingente de personas que se declaran solidarios, que dicen creer en la justicia social, a los que nos les gusta la represión y la dictadura, pero que no quieren ver que estas cosas pasan aquí.

Últimamente he leído muchos artículos en los que se incide en la culpabilidad de los partidos políticos de izquierda por no saber llegar al electorado. Es evidente que las formaciones han cometido el gran pecado de la contradicción. Llamarse socialista y obrero y representar lo peor del hijoputismo liberal y la monarquía no es un buen planteamiento. Como tampoco lo es querer asaltar los cielos para acabar metido de lleno en la vorágine del sistema setentayochista. Pero no es cuestión de formaciones o partidos haber votado durante dieciséis años al tipo que nos metió en la OTAN, que acabó con el tejido industrial de España, que asignó la educación pública a la iglesia mediante el concierto educativo, que empezó el desmantelamiento de las empresas públicas, al igual que comenzó el derribo de la legislación laboral para favorecer el hijoputismo liberal a través de tres reformas laborales y dos de pensiones. Tampoco creo que sea un tema de formaciones de izquierda haber votado masivamente a un engendro que ya apuntaba maneras de caudillo tramposo en la Junta de Castilla y León y haber mantenido en el poder, mediante el voto, a su formación a pesar de todos los casos de corrupción, de todas las obras inútiles como el aeropuerto de Castellón, la Ciudad de la Justicia en Madrid y la Radiales de peaje que han acabado rescatando. A pesar de haber hecho de España una dictadura en la que no se puede cantar, no se puede escribir y no se puede hablar mal de la iglesia. Eso sin tener en cuenta las sospechas de fraude electoral a través de la empresa que ha sido puesta en tela de juicio en medio mundo y que “curiosamente” ingresó en el PP 600.000 euros a través de empresas pantalla.

Porque de nuevo volvemos a la coherencia. Es posible que el silencio informativo producido por la desinformación, la intoxicación y la manipulación, pueda nublar algo el intelecto. Pero si la gente se molestara un poco, vería de qué pie cojea cada uno. Y no hay que escarbar mucho para ver que Sanchez es un veleta que apunta allí dónde cree que puede rascar votos, que hoy dice blanco y mañana negro, pero que siempre acaba apoyando las acciones represoras del PP, y las que afectan al sostenimiento de este sistema de hijoputismo liberal. No hay que ser muy listo para ver que el PP ha sido condenado por lucrarse con la corrupción (a pesar de lo que digan sus voceros salidos en tromba a negarlo) y sobre todo que Rivera, ni ha venido a regenerar, ni mucho menos a hacer política nueva. A poco que alguien rasque ve que sus maneras son dictatoriales, que los trabajadores le importan absolutamente nada, que sólo viene a reforzar los agujeros en los cimientos del sistema y que si acaba llegando al gobierno, cualquier medida tomada por el PP nos parecerá una broma.

Porque España está llena de gentes que aman la libertad consistente en que todo el mundo piense como ellos. El que no lo hace ni es español, ni mucho menos un ciudadano ejemplar.

Votar por el supuesto mal menor, por miedo a que los que la prensa pone como peligrosos antisistema te quiten lo que ya no tienes, es como intentar cambiar las ruedas de un coche que tiene el motor gripado.

Si te engañan una vez, es culpa del que engaña, pero si contribuyes al engaño generalizado una y otra vez, una de dos o eres masoca o simplemente bobo.

 

Salud, república y más escuelas.

 

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3 COMENTARIOS

  1. Gracias por la información. Creo que llegas 7.647 veces tarde.

    Eso si, tu argumento es tajante y apabullante.

    Cada uno se define solo.

  2. Un estup….argumento para retratarte

    Respecto al articulo , algo está mañ en la ley de España , cuando un partido decalarado corrupto por sentencia judicial no deja el gobierno automáticamente, por lo que pueda hacer.
    Luego ya habra pactos o eleciones pero lo 1º es lo 1º

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