Se veía venir. El pasado domingo se produjo un momento de tensión entre Letizia Ortiz y Sofía Margarita de Grecia por la realización de una foto de la Reina Emérita con sus nietas. Decimos que se veía venir porque la relación entre suegra y nuera no ha sido nunca muy fluida y en algún momento se tenía que mostrar públicamente.

Periodistas «anti-Letizia» como Jaime Peñafiel han utilizado esa mala relación entre ambas como arma arrojadiza contra la actual reina, llegando incluso a acusarla de no permitir que Sofía se hiciera cargo del cuidado de las niñas mientras ella estaba ejerciendo sus funciones institucionales.

Sin embargo, las verdaderas víctimas de esta «guerra de las dos reinas» no son otras que las infantas por ser las que se sitúan en medio de todo el incidente. Ver la imagen de cómo hay un manotazo por hacerse una foto con las niñas es muy triste y da una mala imagen a España.

Esta es una de las consecuencias de los diferentes modos de interpretar el papel regio que tienen una y otra. Mientras Letizia Ortiz ha tenido una educación normal y que no entraba en ningún tipo de protocolo, por mucho que después fuera reeducada cuando se casó con Felipe de Borbón, Sofía de Grecia ha sido educada en las artes de la realeza, en el protocolo estricto. Por eso a los monárquicos más tradicionales les servía como referencia para afirmar que España tenía una Monarquía real.

Este choque de educaciones y de modos de entender las relaciones familiares tiene como consecuencia que las dos infantas queden en un terreno de nadie que, como todo el mundo podrá entender, genera que se conviertan en víctimas.

Es cierta la sesuda reflexión de Pedro Sánchez cuando afirmó que «la relación con la familia política siempre es difícil», sin embargo, no estamos hablando de una familia cualquiera sino de la familia representa a la Jefatura del Estado español por lo que esas luchas familiares, incluso dinásticas, se transforman en una mala imagen para todo el país.

Es terriblemente humana la actitud de Letizia como también lo es la de Sofía de Grecia. No obstante, quien también se queda en una posición delicada es el propio Felipe de Borbón puesto que se le pone en una situación familiar muy compleja, sobre todo teniendo en cuenta que siempre ha estado más cercano a su madre que a su padre.

España no puede depender de tener a un Jefe del Estado envuelto en problemas de rivalidad familiar porque no sólo está en juego su estabilidad personal sino que de ello depende la propia imagen de la nación. El vídeo del rifirrafe entre Letizia y Sofía ha dado la vuelta al mundo. En un Estado democrático en el que la Jefatura del Estado hubiese sido elegida por el pueblo, cosa que no ocurre en España, un hecho así, que no hubiese pasado de mera anécdota si las familias en cuestión no ocuparan el puesto que ocupan, sí que habría tenido una trascendencia política importante porque el más alto cargo del Estado no puede dar una imagen como la que se dio el pasado domingo en la catedral de Palma de Mallorca. En este país no ocurre así porque el pueblo nada ha tenido que ver con la elección de su actual Jefe del Estado sino que fue impuesto con una patina de legalidad democrática que no fue otras cosa que un «trágala» para el pueblo español.

Ha llegado la hora de que los conflictos familiares dejen de ser noticia, sobre todo si se pone en medio de dichas disputas a dos niñas que, realmente, son las verdaderas víctimas de todo.

2 COMENTARIOS

  1. A saber lo que realmente se cuece de puertas palaciegas para adentro.A saber lo que Letizia ha tenido que soportar y soporta a manos de la exreina emerita.A saber la realidad…Letizia si que tiene ahora mucha mucha mucha informacion de lo que las familias reales esconden.Puede que algun dia se descubra que hay bajo la mascara de la exreina.

  2. Lamentable la descortesía de doña Leticia, máxime que todo ocurrió en público y contra una señora digna y muy educada. Nadie la obligó a aceptar el matrimonio con Don Felipe. Ella sabía perfectamente la vida que viviría y a la familia que se uniría. Ahora, que se comporte como se espera de ella.

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