La web de Cuatro resume la idea de este programa de una manera concisa : Tres congregaciones de diferentes partes de España acogen durante seis semanas a cinco chicas que han sentido la llamada religiosa. “Alejadas de su entorno, sin móviles, sin objetos superfluos, sin nada que entorpezca su experiencia, Juleysi, Paloma, Janet, Jaqui y María Fernanda, muy diferentes entre sí pero unidas por un fuerte sentimiento espiritual, han comenzado a vivir una oportunidad única para comprobar si están preparadas para dar el paso e integrarse en la vida religiosa”.

La idea del programa, controvertida desde el principio, ha sido generar debate sano y contar una realidad vital, tal y como describió el director de producción de la cadena Mariano Blanco.

Sin embargo, las primeras críticas no han tardado en llegar, no sólo ya por el formato en sí, sino también por la manera de trabajo de la cadena y la productora Warner Bros ITVP España a la hora de preparar el docurreality.

Este periódico se ha puesto en contacto con Mónica (nombre ficticio), una joven que fue contactada por la productora para contar su testimonio en el programa.

Mónica estuvo más de ocho años en uno de los numerosos conventos que las Carmelitas Descalzas tienen en nuestro país. Pide confidencialidad para no revelar el lugar, su identidad y las circunstancias por las que colgó los hábitos.

Mónica fue contactada por una de las personas que estaba realizando el casting el año pasado, y estuvo dos o tres meses trabajando de manera estrecha con la productora. Dio contactos con congregaciones, con futuras novicias, les puso en contacto con grupos (existen varios en Facebook) de niñas que quieren saber si lo suyo es auténtica fe y qué requisitos se piden…

Aunque todo este trabajo fue gratuito, la productora le prometió un contrato de becaria, aunque solo fuese “un papel que justificase que yo había realizado prácticas y pudiese adjuntar a mi curriculum”. Si embargo, este papel no apareció, tras semanas recibiendo excusas por parte de su contacto. “Nunca estaba el responsable que tenía que firmar el contrato”. Hasta que terminaron de grabar el programa y ese contacto desapareció.

No sólo han abusado de su trabajo, negándolo, sino que tampoco hicieron caso de alguno de sus consejos “yo les decía que octubre no era mes para grabar, porque es cuando empiezan los cursos e iban a hacer que se interrumpiese el curso académico y el eclesiástico, pero ellos estaban obsesionados”.

Mónica confirma que, al contrario de la imagen de los conventos abiertos y dispuestos al dictado de la televisión “numerosas congregaciones y curas se negaron a participar en el programa, porque no es serio, esta no es la manera de transmitir la fe”.

Sobre las concursantes elegidas para el programa, la exmonja es tajante “El programa es una decepción, esto no es un programa serio. Han buscado gente insustancial. Estas chicas no han sentido la llamada, sólo van para salir en la tele”.
Me gustaría poder rebatir a Mónica, pero me vienen a la cabeza imágenes del primer programa: una que no quiere soltar el móvil “porque reza con música”. Otra que se despide con un morreo de su novio delante de las superioras; otra que se queja de que le uniforme es feo “y habría que subir un par de dedos la falda” y la otra que está preocupada por si hay que ir sin maquillaje… y me quedo en silencio.

“Para grabar este programa – prosigue la ex carmelita- hay mucha documentación y mucho trabajo detrás. Han tenido que pedir permiso a obispos y congregaciones. Lo único que han conseguido es mostrar una tremenda falta de respeto. ¿Qué es eso de ir cambiando de congregación cada semana? Cuando una niña entra en una congregación, sabe lo que quiere y lo que le piden, no va buscando experiencias”.

La única idea de Warner era explicar que eran chicas normales las que sienten la llamada. A título personal, esta periodista se pregunta si lo habrán conseguido. Tras la multitud de realities y programas de convivencia varios que abundan en la parrilla televisiva, no puedo hacer más que plantearme si estas cinco pseudo- novicias (que no se ofenda nadie) no serán las próximas tróspidas de la televisión nacional. Si no nos esperan broncas y cotilleos alejados del mundo eclesiástico. Si ya fuera del convento no esperaremos con deleite ver si la chica vuelve con el pobre novio o si alguna entra en el próximo Gran Hermano.

La llamada se siente en la intimidad, no delante de las cámaras y siguiendo los dictados de un guión. A saber qué nos espera en los próximos programas para que el show business no pierda audiencia.

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