Huella del presunto asesino hallada en la vivienda donde se cometieron los crímenes.

Las contundentes pruebas periciales que estos días se están mostrando en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Huelva contra Francisco Javier Medina, acusado del doble crimen cometido en Almonte el 27 de abril de 2013, están acorralando al único imputado, que mantiene desde su detención, en mayo de 2014, que es inocente y que se encontraba en su lugar de trabajo como empleado en un supermercado cuando sucedieron los hechos en el número 3 de la Avenida de los Reyes.

Este miércoles, un agente de la Guardia Civil encargado del equipo de Detección y Localización de Restos Biológicos confirmó en el juicio con jurado que el vehículo del acusado tenía restos de sangre humana más de un año después de cometido los crímenes.

Un perro adiestrado especialmente para estas localizaciones detectó restos de sangre humana en el coche de Medina hasta en dos ocasiones en días previos a su detención. El guardia civil apuntó que se realizaron dos inspecciones con el animal, el 11 y el 17 de mayo, una de ellas de madrugada y después de llevar al perro a la vivienda donde se cometieron los crímenes de Miguel Ángel y María, su hija de ocho años, cuyos cadáveres tenían más de 150 puñaladas, hasta 104 las del cuerpo de la niña.

El agente confirmó que este animal especializado puede detectar los restos hasta cinco años después de cometidos los hechos, con una fiabilidad prácticamente del cien por cien. “El perro no se equivoca y está adiestrado para marcar los restos que no se ven”, apuntó el guardia civil a preguntas de los abogados.

En la inspección del 11 de mayo de 2014, el perro adiestrado se dirigió directamente al vehículo del acusado entre otros siete coches aparcados en el mismo lugar.

Por otro lado, respecto a la huella de una zapatilla deportiva presuntamente calzada por el autor de los crímenes, los agentes de Criminalística que realizaron el examen de dos zapatillas requisadas al acusado, confirmaron este miércoles en el juicio que se corresponden con la misma marca de la que procedían las huellas y que el número usado estaba entre el 44 y el 45. Las requisadas a Medina eran un 44,5, aunque no pertenecían a él sino a su hermano, ya que el acusado calza un 42 aunque solía utilizar también las de su hermano.

Estas pruebas periciales se suman a la que días antes aportaron otros agentes que han intervenido en este caso, que declararon en el juicio con jurado que se respetó “escrupulosamente” la cadena de custodia policial en las tres toallas donde se encontraron restos de ADN con sudor del imputado en esta causa, que previamente había reiterado que nunca había estado en la vivienda de las víctimas.

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