jueves, 28marzo, 2024
17 C
Seville

Las lágrimas de Prometeo

L. Jonás Vega Velasco
L. Jonás Vega Velasco
Natural de La Adrada, Villa abulense cuya mera cita debería ser suficiente para despertar en el lector la certeza de un inapelable respeto histórico; los casi cuarenta años que en principio enmarcan las vivencias de Jonás VEGAS transcurren inexorablemente vinculados al que en definitiva es su pueblo. Prueba de ello es el escaso tiempo que ha pasado fuera del mismo. Así, el periodo definido en el intervalo que enmarca su proceso formativo todo él bajo los auspicios de la que ha sido su segundo hogar, la Universidad de Salamanca; vienen tan solo a suponer una breve pausa en tanto que el retorno a aquello que en definitiva le es conocido parece obligado una vez finalizada, si es que tal cosa es posible, la pausa formativa que objetivamente conduce sus pasos a través de la Pedagogía, especialmente en materias como la Filosofía y la Historia. Retornado en cuanto le es posible, la presencia de aquello que le es propio se muestra de manera indiscutible. En consecuencia, decide dar el salto desde la Política Orgánica. Se presenta a las elecciones municipales, obteniendo la satisfacción de saberse digno de la confianza de sus vecinos, los cuales expresan esta confianza promoviéndole para que forme parte del Gobierno de su Villa de La Adrada. En la actualidad, compagina su profesión en el marco de la empresa privada, con sus aportaciones en el terreno de la investigación y la documentación, los cuales le proporcionan grandes satisfacciones, como prueba la gran acogida que en general tienen las aportaciones que como analista y articulista son periódicamente recogidas por publicaciones de la más diversa índole. Hoy por hoy, compagina varias actividades, destacando entre ellas su clara apuesta en el campo del análisis político, dentro del cual podemos definir como muestra más interesante la participación que en Radio Gredos Sur lleva a cabo. Así, como director del programa “Ecos de la Caverna”, ha protagonizado algunos momentos dignos de mención al conversar con personas de la talla de Dª Pilar MANJÓN. Conversaciones como ésta, y otras sin duda de parecido nivel o prestigio, justifican la marcada longevidad del programa, que va ya por su noveno año de emisión continuada. Además, dentro de ese mismo medio, dirige y presenta CONTRAPUNTO, espacio de referencia para todo melómano que esté especialmente interesado no solo en la música, sino en todos los componentes que conforman la Musicología. La labor pedagógica, y la conformación de diversos blogs especializados, consolidan finalmente la actividad de nuestro protagonista.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Sumidos que no integrados en un presente elucubrado más que comprendido, sufrido más que vivido; comprende el Hombre Moderno la magnitud de su drama en la medida en la que éste se hace patente al conjugar el tiempo verbal que le es propio en futuro, más incluso que en presente.

Porque incapaces de entender, de manejar con fluidez ideas si a tal extremo reducimos la certeza llamada a suponer el último de los espacios llamado a ser nuestro en exclusiva: “El Pensamiento piensa Ideas”; bien podríamos llegar a suponer sobre todo a la vista de cómo se han venido manejando los últimos acontecimientos, que un nuevo y quién sabe si definitivo punto de inflexión está a punto de desbaratar esa ilusoria balsa de aceite sobre la que creíamos deslizarnos en esa suerte de apetencias y sueños que hasta hace poco estaba llamada a componer lo que el imaginario colectivo ha dado en llamar devenir. 

Esconde el concepto de devenir una forma de renuncia. En cierta manera, en lo que ha de venir se integra una forma de predisposición que ya sea de manera lastimera en ocasiones, ilusoria en otras; no hace sino poner de manifiesto esas reminiscencias a las que tan dado es el Hombre (incluyendo por supuesto al llamado a ser tenido como su versión 2.0); en base a la cual muchas de las cosas llamadas a suceder, están en realidad predestinadas.

Se trata, en el fondo, no tanto de un retroceso, que sí de una redefinición de principios. Esta redefinición de principios, escenario en última instancia de los protocolos destinados a consolidar el triunfo de la crisis como algo más que un concepto, no hacen sino traer a colación certezas que no por repetidas han sido menos ignoradas, realidades que no por probadas han sido menos insultadas.

Porque en definitiva de poco más que de eso se trata. En una realidad cuya comprensión se reduce en esencia a la aceptación del aforismo racionalista en base al cual queda reducida la comprensión del Ser Último a la certeza en base a la cual el Hombre es en tanto de sí, en tanto que tal… lo único que al final queda claro (lo cual a priori no ha de ser poco pues tener algo tan claro como la propia existencia devengada de la capacidad de pensar, sirvió a Descartes para promover el salto cualitativo llamado a alumbrar una nueva época); es la potencia de desarrollo y progreso que tras cada periodo de crisis se esconde, pues no en vano crisis se define como la catarsis experimentada por el Hombre cuando es consciente de la ímproba necesidad de superar un determinado paradigma.

Pero hoy las cosas son distintas. De entrada, el propio Hombre, principio y fin de todas las cosas según el modelo Humanista que se erige como almanaque de nuestras consideraciones, ha cambiado. Y esos cambios han tenido lugar hasta una profundidad conceptual tan intensa, tan medular, que tornan por si mismas en complicado el proceso de reconocer al Hombre en si mismo.

En el Hombre llamado a conformar nuestro presente han cambiado sus componentes. Sólo a partir de esta afirmación podemos interpretar, que no entender, las profundas modificaciones conceptuales, y su correspondiente refrendo en las modificaciones procedimentales, de cuya aceptación dependerá nuestro éxito o nuestro fracaso a la hora de ubicar (no necesariamente de identificarnos), con el resultado de tal proceder.

Interpreta así el nuevo hombre su mundo desde una posición pseudo-finalista, pues si bien no aporta excesivo crédito al infinito con las connotaciones que le serían propias a título de corolario; sí redefine un nuevo escenario en el que se aprecia un acercamiento hacia lo sempiterno, en el que la parte más contingente que proviene de necesitar aceptar un principio para las cosas, acaba por tornarse en una farsa cuando acepta la posibilidad de una extensión infinita como cualidad innata para lo que ha de venir. 

Sirve todo esto en definitiva para poner de manifiesto el drama inmisericorde en el que se encuentra ¿ubicado? el Hombre Moderno. Un drama de contenido paradigmático (pues no en vano se torna en verdadera necesidad la disposición del hombre por su génesis para buscar o crear modelos o cánones sobre los que apuntalar de manera ilusoria lo que de otro modo seria un mero transitar, vivir) en ese vano esfuerzo resumido en el aforismo en base al cual: Cierto es que vivir se torna en infinito sufrimiento, por ello sobrevivir es lo que se consigue cuando somos capaces de extraer de ello alguna lección.

Transitar se ha vuelto duro. Y era transitar, un sinónimo de vivir. Renuncia pues el Hombre Moderno a vivir. Surge pues un nuevo paradigma dentro del cual ubicar lo que es vivir, no sólo a titulo procedimental sino lo que es más importante, a título conceptual.

La última vez que el Hombre se enfrentó a un cambio de esta magnitud, fue en el momento en el que el Logos se impuso al Mito. Prometeo, en todo su esplendor, o en uso al menos de las facultades que por ser propias de los dioses le permitían por contraste imaginarse en su condición de Hombre; tomó su decisión (una decisión dolorosa en tanto que lacerante pues de uno u otro modo habría de traicionar a alguna de las naturalezas que en su carácter único lo componían, confiriendo a su suicidio una suerte de drama por las connotaciones que a posteriori trajo).

Y hoy Prometeo llora. Y lo hace porque El Hombre Moderno, que bien podría ser considerado como el resultado de aquel sacrificio, ha decidido desandar el camino andado, dando paso de manera absoluta y consciente (como sólo puede hacerse cuando una nueva etapa está a punto de comenzar), de desasosegante involución, tal y como se desprende de la interpretación de la nueva realidad que nos envuelve.

Una nueva realidad en la que lo mágico (disimulado en el revestimiento elegante que el simbolismo le aporta), dan paso a una nueva forma de oscurantismo en el que los avances que la Razón logró mezclando en el crisol cientos de años de pensamientos destinados por su condición de aptitud a diferenciarnos de todo cuanto nos rodeaba; sucumben ahora al fanatismo desde el que la marmita ha pasado a erigirse en generador de la fuerza llamada a alimentar estos nuevos tiempos en los que El Hombre es reconocido no por su capacidad para pensar, como si más bien por su capacidad para desear.

Sigue pues Prometeo su camino. Un camino marcado entonces por lo inexorable a la vista de su acción, reforzado ahora desde lo ignominioso, a la vista de la traición inferida por el Hombre.

Los últimos le vieron caminando perenne hacia la línea del horizonte. Esa línea llamada a diferencial lo llamado cielo de lo conocido como tierra, cuyo brillo vuelve una vez más a deslumbrar a unos hombres que con el tiempo comprenderán de nuevo el valor de la ocasión perdida.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído