Una de las cosas que Albert Rivera quiere negociar con el PP si se abre el proceso de diálogo entre las dos formaciones políticas es la modificación del impuesto de sociedades para que los empresarios aporten más a las arcas públicas. Los últimos datos, ofrecidos por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, Airef, señalan un inquietante dato: a cierre de 2015, la diferencia entre el beneficio de las empresas y lo pagado por impuestos se sitúa en niveles máximos.

Esta enorme brecha, sin precedentes en la historia reciente, ha suido confirmada, también, por la Agencia Tributaria donde se señalan dos causas: la exención de pagar por los beneficios obtenidos en el exterior, y el sistema que permite a las empresas compensarse pérdidas obtenidas en años anteriores. Y la Autoridad Independiente de Responsabilidad, Airef, añade a estas dos causas la maraña legal en que se mueve este impuesto que permite que “la recaudación sea incierta”.

En 2007 se alcanzó la mayor cantidad en concepto de recaudación del Impuesto de Sociedades: 44.000 millones. Desde entonces, dicha recaudación ha ido disminuyendo. En los ejercicios de 2011 y 2012, las arcas públicas sólo se embolsaron, por este tributo, 16.000 millones. En cuatro años se pasó a ingresar del 4,1% del Producto Interior Bruto al 1,5%.

Para entender por qué ocurre esto, hay que conocer con detalle los cálculos que hay que hacer sobre el resultado contable para pagar en impuestos. Para conocer la base imponible, hace falta aplicar, con anterioridad, una serie de ajustes por beneficios, y exenciones fiscales. El resultado que se obtiene es el que durante la crisis se ha desplomado.

Los expertos coinciden en que el hundimiento de la base imponible sobre los resultados contables se debe a cuatro motivos.

Primero, porque las empresas españolas ganan cada vez más dinero en el extranjero. Y esos beneficios no tributan en España debido a los convenios que se firman con terceros en materia fiscal. Según las cifras de la Agencia Tributaria, en 2014, la base imponible se redujo en 26.196 millones debido a estas exenciones por doble imposición. El gobierno estudia la posibilidad de obligar a tributar algo por tal concepto pero los resultados de esta experiencia en otros países, por ejemplo en Estados Unidos, no han sido todo lo satisfactorios que debiera.

Segundo. Dentro de estas exenciones por doble imposición, el Gobierno ha permitido que desde 2015 estén exentas las rentas correspondientes a las ventas de empresas participadas o filiales. Y en 2015 se produjeron muchas ventas de acciones y participaciones de grandes empresas, hecho que claramente ha tenido un reflejo en la recaudación fiscal.

En tercer lugar, las empresas acumularon muchas pérdidas durante la crisis. Unas pérdidas de las que, ahora que tienen beneficios, pueden deducirse.

Y, por último una trampa que ha permitido a muchas empresas hacer “una caja B” gracias a la posibilidad de consolidar la contabilidad de las filiales para evitar la doble tributación. En este sentido, a los fiscalistas de la Autoridad Fiscal les llama la atención las pérdidas que declaran muchas empresas en un momento en el que la media es de beneficios.

Según se deduce de los cálculos efectuados por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, la recaudación del Impuesto de Sociedades podría acabar, este ejercicio de 2016, en 16.000 millones, nueve mil millones menos que lo previsto en los Presupuestos Generales del Estado. Si se opta por poner el 20% como el mínimo de los pagos a cuenta, se recaudarían 6.000 millones, tal y como se ha dicho. No serían suficientes para tapar el agujero generado.

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