Los proyectos políticos, todos, siempre son productos intelectuales a observar. En particular, cuando son protagonizados por personas de reconocida notoriedad, al menos, mediática. Aspecto este no menor, si atendemos a la cobertura que le puedan ofrecer a una marca política de escasa repercusión futura. Si obviamos, por supuesto, el propósito oculto de lograr restar votos a esa franja de votantes a quienes dicen representar. Veamos, para entendernos, revisemos el pasado reciente.

En ocasión de la elección de la asamblea constituyente de la nueva IU en la comunidad de Madrid, a principios de abril de 2016, Izquierda Abierta Madrid emitió un duro comunicado sobre aquel proceso. Para la facción liderada por Gaspar Llamazares, la asamblea reflejó el “vicio de sectarismo obsceno que la dirección federal de IU ha vuelto a demostrar en el proceso de constitución de la nueva IU Madrid”. En buen romance, Llamazares fue derrotado. Lo que no fue entonces bien tomado por el asturiano, cuando acusó a la “dirección sectaria de IU”, de apoyarse en “la mentira, la expulsión y la exclusión para fortalecer un liderazgo avalado por una farsa”. Quedaba una cuenta pendiente. Para el 26J, Llamazares se instaló, a mi juicio, en un “pesimismo activo”, promotor de la abstención, cuando auguró el fin de la formación de la que fue coordinador general durante ocho años tras suceder a Julio Anguita: «IU va a ser aplastada«, cuando valoró entonces, una posible campaña electoral conjunta con la formación morada. Esto, luego de que las bases de IU apoyasen esa alianza con un 84,5%.  En vísperas de la elección del 26J, en declaraciones a RNE, Llamazares consideró que en Podemos «Han apostado por nuestra aniquilación». Lo que en realidad ocurrió fue una abstención masiva del voto de los críticos con Garzón, eso sin contar con la afinada participación de Indra en el recuento. Fernández Díaz era entonces el Ministro encargado del recuento.

Así llegamos a que, el portavoz de Izquierda Unida en la Junta General del Principado de Asturias, encabece ahora el proyecto político Actúa. El que fue inscripto el 3 de agosto último, en el registro de Partidos Políticos del Ministerio del Interior. En él, también participa el ex juez Baltasar Garzón, la abogada Cristina Almeida  y otras personalidades de la izquierda española. En el marco de su peculiar modo de definir sus actos, Llamazares ha confirmado este martes a Europa Press que, este registro, «no prejuzga ninguna decisión de cara a las próximas elecciones autonómicas, municipales ni europeas». Declaraciones de dudosa sinceridad. Gaspar Llamazares, actualmente, ya lidera el partido Izquierda Abierta dentro de la coalición Izquierda Unida. Asimismo, sostuvo a las agencias informativas, que la inscripción de la asociación “Actúa”, como partido político, no responde a intereses electorales, sino que se ha llevado a cabo para «proteger el nombre», al igual que hizo en su día Unidos Podemos. Porque, a este paso, Llamazares acumula varios cargos en Izquierda Unida y en Actúa. Lleva décadas viviendo de la política. En cualquier caso, cuando se lo consulta a Baltasar Garzón, este se define de un modo más concreto que su compañero de partido, en Actúa, me refiero, el juez expresó su interés electoral. Grandes egos, pequeños partidos. Lo que puede augurar grandes fracasos políticos.

En el primer manifiesto de Actúa, este grupo de viejas glorias, lamentan que las fuerzas progresistas tradicionales, como el PSOE, y las de más reciente creación, como Podemos, “no hayan impedido la continuidad del PP en el Gobierno”,…,“Por razones que obedecieron a intereses partidistas, esto no ha sido así. Y la realidad es que el mayor cambio electoral acaecido en España desde el inicio de la Transición ha dejado de lado la urgente y necesaria regeneración del Estado y de nuestra democracia”. Pese a sus críticas, Llamazares informó a Pedro Sánchez sobre sus planes y de sus intenciones de integrar a personas como Baltasar Garzón. Se reunieron a mediados de julio en una cafetería de la calle Pintor Rosales en Madrid, según han confirmado fuentes fiables a eldiario.es. Al parecer, Sánchez y Llamazares se han citado para seguir hablando tras el verano y trabajar en la búsqueda de herramientas que permitan caminar hacia la unidad en la izquierda.

Deberíamos convenir que España no está para aventuras de tertulias veraniegas, protagonizadas por enormes egos que no tienen sitio actualmente, en las estructuras con representación parlamentaria. El caso del ex juez Garzón no puede ser considerado como exitoso. Tampoco el de Cristina Almeida, cuya frágil salud dudo, con todo mi respeto, podría soportar la intensidad de una campaña política del tipo de la que se avecina. Excepto, claro, que la cuestión se resuma en lograr representación en el Europarlamento. Circunstancia factible por la circunscripción única de esa convocatoria. Les bastaría con lograr dos bancas europeas, para obtener un espacio en la política futura que, de otra forma, estas viejas glorias, terminarían en una decadencia melancólica.

Su presentación en la oferta política española para las futuras convocatorias, a juicio de este analista, nada tiene que ver con el bien de España, ni para responder a los intereses de sus ciudadanos. Tal vez, simplemente, sirva para mantener al Partido Popular y, pese a todo lo que se proclame, para cobrar las cuentas pendientes de los grandes egos derrotados.

Que no te engañen. La Máquina del Fango los promoverá. Porque la suma de PSOE y Unidos Podemos, esta vez, podría… y, eso, comienza a preocupar.

1 COMENTARIO

  1. Nunca, Alberto, nunca permitirán los poderes fácticos que Podemos levante las alfombras. O se homologa lo suficiente con el bipartidismo y se olvida del pasado o aparecerá de nuevo, si les fuera necesario, otra nueva y afinada participación en el recuento de Indra. o de cualquier otro adjudicatario.
    En último caso sólo permitirían un pequeño Marinaleda como ejemplo de «democracia»

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