¿Quieres ser más eficiente en tu día a día? ¿Tener más éxito en las tareas que afrontas? Te invito a meditar sobre esta serie de cosas que nos roban la energía casi sin darnos cuenta. Después, actúa, y verás como todo va mejor.

El desorden.

¿Eres de los que tiene la mesa llena de papeles, libros, cuadernos, agendas, lápices, rotuladores, revistas y un sinfín de cachivaches? ¿Te vuelves loco cada vez que buscas algo entre semejante montaña de objetos? ¿Apuntas las cosas en diferentes sitios (agendas, cuadernos, trozos de papel) y luego no recuerdas dónde lo hiciste? Todo ello te roba un tiempo maravilloso, te pone de mal humor y te roba un montón de energía. Te invito a poner orden, a desprenderte de todo aquello que guardaste un día por si más adelante lo necesitabas y lleva tiempo acumulando polvo, a tener un sólo cuaderno o agenda donde apuntar las cosas importantes, a vivir con menos cosas (se llama minimalismo y facilita mucho la vida; algún día escribiré más a fondo sobre sus beneficios). Verás cómo, si lo pones en práctica, te habrás quitado un importante peso de encima.

La mala alimentación.

Las comidas pesadas, el exceso de grasas, de azúcares o de alcohol, el abuso de los platos precocinados, los alimentos procesados y los refinados, la bollería industrial, beber poca agua… Una alimentación incorrecta es uno de los factores que contribuyen a que llegues al final del día sin fuerzas para nada.

Las personas negativas.

Las que se quejan por todo, las que sólo ven pegas, las pesimistas que siempre ven el vaso medio vacío, las gruñonas, las maleducadas, las taciturnas, las siempre tristes o enfadadas, las antipáticas, las bordes, las desagradables… Aléjate de ellas. Sus actitudes son altamente corrosivas y contagiosas.

Los espacios cerrados.

A menudo no queda más remedio que permanecer en ellos, por motivos de trabajo. Pero si es así, busca momentos para escaparte. Deja que te dé el aire, que te acaricie el sol, incluso que te moje la lluvia. Mueve tus piernas, date un paseo, oxigénate.

La falta de ejercicio.

Si no te mueves engordarás y te oxidarás. Así que… ¡ponte en marcha! Si no te gusta hacer deporte, sal a andar. O también puedes hacer por que te guste. Hay muchos y muy variados. Quizá descubras un mundo maravilloso si te asomas a alguno de ellos. Sea como sea, muévete y estírate a menudo. Tus articulaciones, y tu corazón, te lo agradecerán.

El coche.

Sobre todo en grandes ciudades como Madrid. Los atascos nos ponen de mal humor y nos convierten en personas que no queremos ser. También lo hace el tiempo que tardamos en encontrar aparcamiento. Utiliza el transporte público, anda más, cómprate una bici o utiliza las públicas. Ahorrarás tiempo, tendrás más energía y contribuirás a reducir la contaminación.

Las preocupaciones.

Especialmente cuando no puedes hacer nada. Deja de preocuparte por quién ganará las elecciones, por lo que hace o dice aquél político, por si sube o baja la Bolsa, por si llueve en Madagascar. Reduce tu círculo de preocupaciones y amplía el de influencia (aquellas cosas en las que sí puedes influir). Céntrate en lo que puedes hacer tú y aprende a relajarte.

La televisión, el ordenador, la tablet, el móvil

La tecnología en general. No digo que sea mala en sí, al fin y al cabo nos facilita la vida. Pero su abuso nos despersonaliza, destruye las relaciones sociales, roba nuestra energía. Relaciónate más, lee libros, sal a la calle. Da menos espacio en tu vida a lo virtual y más a lo real.

Las obligaciones.

Cambia los “tengo que” por los “quiero”. Dedica menos tiempo en tu vida a las obligaciones (sobre todo, no te crees ni aceptes ninguna innecesaria) y más a tus pasiones.

Estos son algunos de nuestros ladrones cotidianos de energía. Frecuentemente los tenemos metidos en nuestras rutinas y ni nos damos cuenta de que están ahí, chupando nuestra sangre como si fueran vampiros. ¿Te animas a decirles adiós? Si se te ocurre alguno más, te agradeceré un montón que lo compartas conmigo.

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