Roberto Saviano nos contaba en Gomorra los mecanismos con los que el mundo camorrista de la Campania y de la periferia napolitana había extendido sus horizontes de negocios a nivel internacional con la complicidad de la clase política y empresarial. En España tanto grandes empresas como organizaciones clandestinas compiten con las entidades sociales en la adjudicación de los contenedores de textil. Casi cuatro millones de kilos de ropa usada al año suponen un negocio demasiado suculento como para dejarlo escapar.

Un argumento parecido habrá tenido que seguir la Policía Nacional para desentrañar el negocio de la ropa usada en la Comunidad Valenciana y terminar con la detención de los principales sospechosos de una red de envío de armas, dinero, uniformes y componentes electrónicos para la fabricación de explosivos en contenedores que acababan llegando a manos de terroristas del Daesh en territorio sirio.

La operación se desarrolló el pasado año en dos actuaciones: una el 7 de febrero y otra, un mes después, el 2 de marzo. En febrero la Policía intervino tres contenedores de mercancías vinculados a las empresas que ofrecían, según apunta la investigación, apoyo logístico y financiero al Daesh y al frente Al Nusra. En los depósitos se incautaron cerca de 5.000 kilos de prendas militares y alrededor de 20.000 uniformes destinados a estas organizaciones terroristas que operan en Siria e Irak. En marzo, el responsable de estas empresas fue detenido nuevamente en Valencia 48 horas después de su puesta en libertad, tras interceptarse otros tres contenedores con material militar más comprometedor, procedentes de los Emiratos Árabes Unidos, con destino final en el Estado Islámico. El material interceptado en esta última ocasión entró por Algeciras y estaba etiquetado como ropa usada.

Todo este trasiego de contenedores se ha hecho bajo la logística y la protección de las tres empresas del principal sospechoso. Según el registro mercantil este alguien anónimo sí tiene nombre: las tres empresas de N.C. recogidas en la investigación son Oro Afretex S.L., Canarias Recycling S.L. y Chicar Mach Melilla R.O.P.A. S. L., con las que ha llegado a facturar más de dos millones de euros al año y a dar empleo a casi cien personas. N.C. vuelve a estar en prisión a diferencia de casi todos los detenidos en la operación de febrero en Cocentaina, Muro de Alcoy, Ontinyent, L’Alqueria d’Asnar, Crevillent, Alcoy y Alicante. Tres aspectos llaman poderosamente la atención: el empresario que enviaba armas camufladas en ropa usada financia la mezquita de Alcoy; en la actualidad medio centenar de empresas de ropa usada regentadas por musulmanes emplean en Alcoy, Cocentaina y Muro a 400 trabajadores; la comunidad islámica lamenta que la operación antiyihadista pueda empañar su actividad. Cabe preguntarse quién se encargará ahora del buen funcionamiento de las empresas de N.C. y hasta qué punto el auspicio de la ayuda humanitaria sirve como tapadera de negocios mucho menos altruistas tal y como mostraba Saviano y, tal vez, como estemos presenciando desde hace meses en la Comunidad Valenciana. Actualmente N.C. está acusado de los delitos de  pertenencia a organización terrorista, financiación y enaltecimiento de organizaciones terroristas, blanqueo de capitales, delito contra los bienes culturales protegidos en caso de conflicto armado, falsedad en documentos mercantiles y tenencia ilícita de armas.

El gran número de ciudadanos europeos que han ido y seguirán yendo a Irak y Siria para luchar junto a Daesh, los constantes atentados en suelo europeo y la función los retornados proporcionan un recordatorio claro de la necesidad de articular una contranarrativa. El asunto no es baladí pues si no somos capaces de participar en esta lucha narrativa, el futuro de la guerra asimétrica contra el terrorismo se parece mucho a las del pasado reciente, donde ganamos los enfrentamientos tácticos, pero perdemos la guerra.

La aparición de esta serie de noticias en los medios de comunicación junto con las de blanqueo y financiación de grupos salafistas no resulta casual. Hay distintas acciones y actores que explican por qué se ha señalado directamente desde febrero de 2015 a la hawala como medio de financiación terrorista. Aunque no es la primera vez que se sospecha de este sistema de transferencia informal de fondos ni tampoco represente un porcentaje significativo dentro de la financiación del terrorismo sí sorprende la sinergia de los movimientos que la han llevado a la palestra.

Por un lado, Libia es víctima del caos que quieren controlar milicias islamistas, ex oficiales gadafistas, líderes tribales y señores de la guerra dedicados al tráfico ilegal de armas, drogas, personas y petróleo; mientras grupos yihadistas afincados en el Sahel o vinculados al Estado Islámico aprovechan la ausencia del Estado para infiltrarse en el país y avanzar desde el sureste. En este contexto, ¿a quién vende el Estado Islámico el petróleo que se produce en su territorio? Según diversas fuentes, todo el mundo está comprando crudo barato y de contrabando al otro lado de su frontera; el crudo es transportado por camiones cisterna a Jordania a través de la provincia de Anbar, a Irán a través de Kurdistán, a Turquía a través de Mosul, al mercado local de Siria y de la región del Kurdistán de Irak; y, en todos los casos, la mayor parte se refina localmente. Turquía ha hecho la vista gorda a esto y puede seguir haciéndolo hasta que llegue la presión de Occidente. Así que la idea de una guerra de bandos en la que todos tienen aliados claros que luchan contra Abu Bakr al-Baghdadi, Bashar al-Asad, Abu Mohamad al-Golani o Haider al-Abadi no es el caso.

Por otro lado, los ingresos del Estado Islámico por venta de petróleo en el mercado negro se están reduciendo tras los ataques aéreos en los que han participado Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Arabia Saudí; mientras está en auge otra nueva forma de financiación de los terroristas: les llegan aportaciones privadas importantes, procedentes de todo el mundo, no solo de los países musulmanes y que no siempre son voluntarias.

Una tercera acción es clave en este escenario: la resolución 2253 del pasado año del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para cortar los flujos financieros hacia el Estado Islámico ciertamente ayudóna reducir los ingresos habituales del Estado Islámico y propicióun cambio de estrategia por parte de todos los actores en este conflicto. Solo entendiendo la dinámica creada por la acción conjunta de todas estas partes, de forma cíclica o secuencial, se puede entender la relevancia que recientemente ha tomado el tema de la red hawala como elemento dentro de la estrategia para combatir el terrorismo islamista y su función en la narrativa del conflicto. Estos tres elementos llevan a plantear la pregunta, ¿cuán importante es España dentro de la financiación del terrorismo yihadista?

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