Una popular columna periodística, «The Straight Dope», que podría traducirse libremente como «La pura verdad», que se publica en The Chicago Reader, y en otros 30 periódicos de Estados Unidos y Canadá, desde 1973, luce el siguiente eslogan bajo la misma: “Luchando contra la ignorancia desde 1973: está costando más de lo que pensábamos”. En esa columna “la persona más sabia del mundo”, Cecil Adams, responde a las curiosas preguntas enviadas por la gente. Allí citan el ejemplo de un ciudadano australiano que se muda a vivir a EEUU y quiere asegurar su coche. Para ello, la aseguradora le pide que demuestre que es asegurable, lo que implica que debe haber estado asegurado anteriormente en EEUU, de modo que al final no le conceden el seguro porque no tiene un seguro.

Es como si a una persona de ideas progresistas, como un militante socialista, comunista o a un podemita, se le pidiese que pensasen como otra de derechas. Alguien del PP o Ciudadanos, por ejemplo. Sería incoherente. Una Trampa 22. De hecho, el PSOE recuperará su programa electoral del 20D, para las elecciones del 26J. Sanchez Castejón dixit. Se deshace de las 200 medidas “progresistas y reformistas”, aparentemente allí contenidas, sólo para desactivar el acuerdo de izquierdas.

Sanchez Castejón dixit. Se deshace de las 200 medidas “progresistas y reformistas”, sólo para desactivar el acuerdo de izquierdas

Llegados a este punto, podríamos recordar que se denomina “Trampa 22” a aquella situación en la que una persona se ve afectada por una regla en la que cualquier alternativa que elija acaba perjudicándole. El término «Catch-22» procede de la novela antibelicista de Joseph Heller, publicada en 1961. En ella se narra la historia de un piloto estadounidense en la Segunda Guerra Mundial que trata de evitar entrar en combate haciéndose pasar por loco. Paradójicamente, el artículo 22 del reglamento establece que nadie en su sano juicio querría pilotar un bombardero en semejantes circunstancias. De modo que su alegación demuestra en realidad que está cuerdo y debe seguir pilotando.

De acuerdo con esta regla, que sumerge en el absurdo a todo el que quiera aplicarla, si todo piloto que quiere volar demuestra que no está en sus cabales y debe ser relevado, debe enviar una solicitud de revisión. En el momento en que lo hace, la trampa se cierra sobre sí misma y el aviador, pasa a ser considerado como cuerdo, puesto que ningún loco presentaría una queja. En definitiva, no hay elección posible, ni manera de salir del sistema.

Que todo cambie para que nada cambie

Suele haber personas que confunden el movimiento con la productividad. Generalmente, solo lo practican para manifestarse estéticamente en un mundo de formas confusas y principios alterados. Que todo cambie para que nada cambie, convierten a la novedad en pretexto para neutralizar las verdaderas transformaciones. Dicen ser lo que no son y hacen lo opuesto de lo que dicen. El circo mediático en el que se ha convertido la política de España exige de estos tunantes que se repartan por todo el repertorio de papeles sociales. Hay que cubrir posiciones en prensa, en política en organizaciones.

Los entornos cercanos de esos actores pretenden disponer de estaturas intelectuales que le son lejanas. La prueba de esas magnitudes se exhibe en los argumentos esgrimidos para justificar sus antitéticos actos. Tal como se describía en el Cambalache de Enrique Santos Discépolo: «Es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, ladrón, caradura o polizón… Todo es igual, nada es mejor».

Los ciudadanos entienden las discrepancias. También responden a los esfuerzos que se les piden «por el bien de España». Lo que los indigna es que les mientan, que  los saqueen, que los patriotas de los “Panamá Papers” al actuar así, condenen a los hijos y nietos del resto de españoles a un futuro sin posibilidades mayores que ser esclavos. Porque nos han estado mintiendo desde esos entornos en los que se han construido falacias y, eso, no es aceptable. Se han firmado pactos oportunistas que ahora se desactivan, porque solamente procuraban resolver por medio de una «trampa 22», la particular situación de los respectivos firmantes.

Esto es, porque le pese a quien le pese, de los resultados del 20D solo se puede corroborar que sigue habiendo dos España. Una de derecha y otra de izquierda. Una con un modelo, otra con otro. Lo demás es espectáculo. Volveremos al principio, a la histórica confrontación de valores. De no tenerlo claro cada uno al momento del voto, será como esclavizar a las próximas generaciones.

¿Lo comprende no?

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