Ocho horas es lo que le duró el sueño al asturiano. Ni siquiera conducía él cuando el coche sufrió un pinchazo que destrozaba la parte trasera del coche. Al entrar a boxes para reparar el equipo decidía cambiar de pilotos, y es al volver a pista cuando el ovetense se encontraba con que los frenos no responden como deberían. Al taller de nuevo, donde el coche estuvo parado cerca de 40 minutos, perdiendo 22 vueltas y todo sueño de ganar la carrera en el proceso.
Año nuevo, nuevos retos. Esa era la actitud con la que Alonso parecía encarar 2018. Después de una temporada en la Fórmula 1 en la que la fusión Mclaren-Honda no hacía más que traerle disgustos, el anuncio de la escudería de Woking de que tendrían motores de Renault para 2018 daba nueva vida al asturiano. Esto y el prometedor debut en las 500 millas de Indianápolis (frustrada también por el motor Honda) auguraban una nueva etapa de victorias. Las 24 Horas de Daytona podrían haber sido el detonante de una segunda “era dorada”.
Una prueba de resistencia muy diferente de las que Alonso está acostumbrado. Aquí la intención es “sobrevivir” durante 20 horas, y pelear las 4 restantes. Algo que no llegó a conseguir, aunque se quedó cerca: antes del fatídico pinchazo, su compañero de equipo Phil Hanson rodaba 9º. En momentos determinados Alonso incluso lideró la carrera durante algunas vueltas; emocionante, aunque no especialmente relevante en las primeras 20 horas.
Resultaba irónico ver a Fernando Alonso más animado en redes sociales a pesar de quedarse sin opciones, de todo lo que había estado en 2017. Los retos nuevos le sientan bien. “He conducido cerca de ocho horas y tengo los músculos entumecidos. He disfrutado muchísimo, aunque por desgracia la carrera ha estado llena de percances y problemas que nos hicieron perder muchos minutos” valoraba el español en un vídeo que compartía al finalizar su participación en la carrera. “Todo lo que se ha aprendido, a ponerlo en práctica en el futuro”. La temporada de Fórmula 1 comienza oficialmente el 21 de marzo.
