Aunque decía Shakespeare que “es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada”, todos sabemos que por mucho que un poeta se saque de su chistera de las metáforas una frase ingeniosa, no por ello esa frase encierra una verdad absoluta.

Desgraciadamente una sonrisa nunca le ha hecho daño alguno a la punta de una espada. Por ejemplo, el eslogan de Podemos para la última campaña electoral, que a mí me parecía un tanto inocente y que se basaba precisamente en el planteamiento de que cuanto más te difamen, cuanto más te ataquen, tienes que mostrar tu mejor sonrisa, porque así la victoria está asegurada, valió de muy poco. Sólo tenemos que montarnos en la máquina del tiempo de las hemerotecas para saber que por mucho que se repitió aquello de “Su odio, nuestra sonrisa”, no nos valió para ganar las últimas elecciones generales al PP.

A veces la sonrisa no es la mejor arma para ganar una guerra. Pero en ocasiones sacar una sonrisa frente a los que sólo venden odio, puede proporcionarte la satisfacción de dejar en un KO momentáneo a tu adversario y darte la satisfacción de que si bien sabes que así no ganarás nunca la guerra, te quedas con el regusto de haberle dado a tu enemigo una descomunal “galleta psicológica”, que en ocasiones tiene un efecto demoledor. Porque una sonrisa esgrimida en el momento justo, un gesto planteado por sorpresa, puede dejar sin argumentos a tu enemigo.

Hace poco ha corrido como la pólvora por las redes sociales y los medios de comunicación de todo el mundo la imagen de una joven británica que sonríe a un manifestante de extrema derecha en Birmingham, durante una manifestación organizada por EDL (English Defence League) como protesta tras el atentado de Londres del 22-M.

Saffiya Khan combatió al líder de (EDL), Ian Crossland, con una sonrisa cuando vio cómo 25 hombres rodeaban a una mujer que previamente había llamado racistas a los integrantes del grupo. En la imagen se ve cómo la chica, saca una sonrisa sardónica frente al energúmeno de turno sin mostrar ningún miedo hacia los bárbaros que en numerosas ocasiones, durante la misma manifestación, habían mostrado actitudes racistas contra la comunidad islámica, usando la ya conocida estratagema de la extrema derecha de meter a todos en el mismo saco y de tratar de acusar a toda una comunidad de los actos de un loco, levantando muros de sospecha y odio entre vecinos.

En esta ocasión, la sonrisa de la “bella” chica frente a la “bestia”, no convirtió al neonazi en un príncipe “demócrata” bello y esbelto, como ocurre en el cuento, pero sí sirvió para que miles de personas se solidarizaran con el gesto de Saffiya y compartieran a través de redes sociales mensajes de ánimo y de alabanza por su valentía. A veces nuestros actos no tienen consecuencias directas sobre nuestros enemigos pero ayudan a que los demás nos demos cuenta de quién es el verdadero enemigo de todos los demócratas, que no es otro que esta extrema derecha racista que inunda toda Europa y que aprovecha lo más mínimo para difundir a los cuatro vientos su mensaje de odio hacia lo diferente.

“Dientes, dientes, que es lo que les jode”, recuerdo que dijo una folclórica en una ocasión. Y aunque una sonrisa, por desgracia, no hace a nadie cambiar, sí que tiene la capacidad de joder a nuestro enemigo.

Estemos preparados para sacar la espada cuando haya que sacarla para ganar la guerra a la ultraderecha, pero mientras tanto sigamos repartiendo sonrisas. Actos como el de Saffiya, aunque puedan parecer inocentes, son también muy claros ejemplos de que no les tenemos ningún miedo.

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