Hay victorias que se alcanzan por medio de la revolución; otras son fruto de la prolongada pugna por pequeños cambios. Creo que hoy la lucha por la permeabilidad de fronteras se encuadra en el segundo escenario, y lo creo porque el contexto no hace esperar una revolución en esa dirección, pero sí pequeños pasos. Sí, a pesar de Trump. Sí, a pesar de Farage, Orbán, Le Pen y otros muchos xenófobos que hoy buscan dominar el mundo. Todavía hay esperanza. La hay, al menos, en España. La hay, al menos, en su gente.

Un motivo para la ilusión es la fundación porCausa, la cual se explica como respuesta de la sociedad civil frente a la posverdad y el antiliberalismo que busca dominar lo púbico. Dicha fundación ha lanzado una campaña de recogida de firmas que va en la dirección de los pequeños pero imprescindibles pasos. No sugieren la supresión de las fronteras; eso ya llegará, y espero contribuir a ello. Lo que piden ahora (al menos por el momento) es que éstas dejen de asesinar y comprometer la integridad de las personas que, por desesperación, tratan de cruzarlas. En definitiva, otro tipo de fronteras.

No sé si éste era el objetivo de la campaña, pero esta es la lectura que yo le doy: si todavía no podemos acabar con las fronteras, al menos impidamos que maten o hieran a más gente. Me parece un punto medio bastante justo, ¿no creen? Ésta es la primera razón por la que creo que todos deberíamos firmarla. Comienza así: «Gobierno español: elimine de las fronteras las barreras físicas que puedan matar o herir, y cumpla con el deber de socorro en el Mediterráneo».

Mucha gente todavía es contraria a la eliminación de las fronteras. Éste es, aún, un extremo difícil de explicar –requerirá mucha pedagogía–, pero tengo la esperanza de que ese momento llegará pronto. Por hoy, les traigo algunos datos sobre los niveles de tolerancia de la sociedad española: según el CIS, en 2014 en torno al 70% de la población consideraba que el volumen de inmigrantes que vivía en España era «elevado» o «excesivo». Lo relevante de esto es que, en el caso de la valoración más claramente negativa («excesivo» volumen de inmigrantes), la reducción que se produjo de 2010 a 2014 fue de casi un 10%, y el número de personas que consideraba que España necesitaba más inmigrantes había aumentado. Buenos síntomas; mucho por hacer.

Por otro lado, en 2014 se vieron señales para la ilusión en torno a la opinión sobre la regularización de inmigrantes ilegales (sic) en España, puesto que el porcentaje de personas que consideraban que estos debían ser regularizados aumentó de 2008 a 2014 desde el 8,5% al 14,8% de los encuestados. Además, las actitudes intolerantes («devolverlos a todos») se redujeron hasta el punto de ser aceptadas, según las estimaciones, por tan sólo por el 15% de la población. Han pasado tres años desde entonces y no contamos con datos más actuales (ojalá pregunten de nuevo sobre este tema pronto), pero, de cara a plantear cambios, parece positivo saber que la sociedad española ha mejorado sus actitudes al respecto. No parece que nos dirijamos hacia posiciones como las de otros países europeos.

Los resultados del Estudio 3019 del CIS son estos y otros igualmente interesantes. No obstante, les traigo más datos, y todavía más esperanzadores. El último Eurobarómetro (noviembre de 2016) señala que las actitudes positivas de los españoles hacia la inmigración procedente de fuera de la UE han mejorado (el 52% sería totalmente favorable), mientras que las actitudes negativas se han reducido (un 36% sería totalmente contraria). Si bien sigue existiendo una diferencia de 17 puntos en el primer caso y de 14 (por debajo) en el segundo, resulta alentador no encontrarse en niveles del Reino Unido (con resultados igualados entre ambas partes), Holanda (donde hay más gente opuesta que a favor), Italia (donde la situación es todavía peor) o la propia Unión Europea en su conjunto (donde un 56% de la media de los encuestados rechazaba la inmigración extra-comunitaria).

Por todo esto, porque el pueblo español está resultando, según las encuestas, ejemplar, la iniciativa de porCausa está más que justificada. Si bien no existe un consenso pleno y no nos encontramos en un país exento de actitudes racistas como la sufrida por mi amiga la vlogger Desireé Bela-Lobedde, la lucha sigue en marcha. Ánimo, Desireé. Aunque las instituciones lo permitan, la sociedad está con nosotros. La tolerancia y la fraternidad acabarán venciendo. Poco a poco. Como tituló el Financial Times, no right turn for Spanish politics.

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