Estaba cantado que tarde o temprano, como está ocurriendo en todos los sectores sociales, también iba a llegar al mundo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y más concretamente a su faceta reivindicativa de derechos laborales y salariales, un proceso de cambio o de reforma del panorama anterior.

En un clima de desafección con los sindicatos policiales de siempre, basado en su estancamiento y adormecimiento autoinducido, alejado de los verdaderos intereses de sus bases que son los que mensualmente con sus cuotas sustentan un imperio de élites sindicales complacientes con sus “patronos”, se rompe la baraja y se sube al escenario un agente de cambio con el que no contaban.

Policías de la ciudad de Palencia de esos que todos y cada uno conocemos, que aprovechaban como en cualquier otra ciudad o comisaría, para hacer la crítica de nuestra situación en la hora del café o en los vestuarios, de manera diferencial deciden dar un paso más allá y poner en funcionamiento aquello que reivindicaban, en definitiva, se activan en pos de sus ideas. Y así es como nace JUSAPOL (Justicia Salarial Policial).

Tan sencillo como eso. Pasar del sindicalismo de salón, del monopolio sindical caduco de los representativos, y tomar las riendas de un tema que por no tratarse debidamente estaba afectando allí donde a todos más nos duele, al bolsillo. Tras años y años de sacrificios y respetuoso silencio ante la situación de pérdida de poder adquisitivo, desde el Gobierno empiezan a bombardear mediáticamente con el autobombo de nuestra supuesta mejora económica como país y la salida de la peor crisis vivida en decenios. Y por lo tanto era de recibo que los sindicatos, como valedores de nuestros derechos formaran un frente para la consecución de mejoras al respecto.

Pero es que si ya de por sí la situación requería ese esfuerzo, la justicia de la reivindicación se multiplicaba también exponencialmente al poner en el tapete la tremenda injusticia que supone la diferencia abismal de salarios entre policías, guardia civiles y los policías autonómicos. Una diferencia sustentada en cálculos políticos y que mantenía en una situación privilegiada a las policías autonómicas respecto de las estatales, teniendo no sólo las mismas funciones, sino incluso menos competencias.

Pues en un sueño de bellos y bellas durmientes, plácidamente instalados en el sopor provocado por la rueca de los sobresueldos, repartos de embajadas, negocio de la formación y ofrecimiento de servicios, compra de voluntades y votos con regalos y otras lindezas de público conocimiento, tienen que venir policías como Natán, Miguel, José y otros muchos miles más detrás de ellos, a sacar los colores a los sindicatos representativos, más concretamente el color amarillo que en sepia cada vez más definía la pésima acción sindical demostrada.

Y es que ha sido en este caso la equiparación salarial, tema que unifica intereses en el colectivo sin ningún lugar a dudas, lo que ha provocado el impacto y crisis en el modelo sindical anterior. Pero es que si no hubiera sido por éste, hubiera sido por cualquier otro tema de interés el que se desconfigurara el panorama anterior.

La Agrupación Reformista de Policías no sólo entiende lo que está ocurriendo, sino que forma parte activa y consustancial a lo que está pasando. No por casualidad contiene en su nomenclatura la palabra reformista y entre sus propuestas las del cambio de modelo y caduco marco de representación sindical policial. Ni tampoco es casualidad que entre sus objetivos fundacionales se encuentre la equiparación salarial en el mismo sentido que JUSAPOL. Al igual que tampoco es coincidencia que gran parte del éxito del movimiento de indignación policial nacido en Palencia se base en el potente funcionamiento en redes sociales, ya que ARP es una apuesta decidida por la tecnología y el vanguardismo que supone apostar por las herramientas ya no del futuro, sino de nuestro presente.

ARP es decididamente también, como JUSAPOL, un necesario agente del cambio, pero que pide a gritos la reforma del modelo policial actual y del marco de representación por inoperante. Conformamos una organización sindical moderna distinta a lo actualmente existente, por nuestro talante demócrata, de participación de las bases, por nuestra defensa a ultranza de los derechos humanos y nuestra denodada lucha contra la corrupción. Nuestra Agrupación ha sufrido desde su nacimiento ataques a través de torticeras corrientes de opinión que nos tildan de oportunistas, de ser correas de transmisión de determinados partidos políticos, de estar controlados desde la trastienda por personalidades del sindicalismo policial cuya participación real es la de ser afiliados cualificados con mucha experiencia y mucho que aportar, etc. Pero ARP es rabosamente independiente, inmune a la interesada confrontación ideológica con la que buscan dividir a los policías y que politiza a los sindicatos representativos, que son capaces del veto a determinadas opciones políticas por mero interés electoral o agradar a la “patronal”.

Todo esto es necesario recalcarlo porque una vez que cada uno sabe el lugar que corresponde a cada uno de los agentes del cambio de modelo en el tablero de la reivindicación, sin importarle intoxicaciones ni manipulaciones interesadas, puede entender lo que ocurre y participar allí donde realmente se busca conseguir cosas desde la transparencia y la honestidad.

Una cosa es cierta, el impulso y hoja de ruta de JUSAPOL y el de asociaciones de todo tipo, todas las de la Guardia Civil junto a los sindicatos no representativos que apoyaron el movimiento de indignación policial, están marcando el paso a los sindicatos representativos. Les están obligando a pactar con el Gobierno, a movilizarse, a despertar del sueño de los dinosaurios. Y sólo ya por eso valdría la pena todo lo que está pasando. Porque no olvidemos que al final todos saldremos beneficiados con las mejoras que se consigan, la diferencia es que unos no nos queremos conformar con unas migajas, ni utilizamos eufemismos como el de la “dignidad salarial”, queremos una verdadera #EQUIPARACIÓNYA.

3 COMENTARIOS

  1. No se puede premiar políticamente un estamento que debe ser neutral por naturaleza como es la policía. La policía no es de izquierdas ni de derechas y por descontado no es un juguete de gobiernos autonómicos con ansias independentistas. Esto sólo se garantiza si todos cobran lo mismo

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