La agenda legislativa del Presidente Donald Trump recibió un duro revés tras el rechazo por parte de la Cámara de Representantes de la derogación de la Ley de Salud de Barack Obama, el llamado Obamacare. En concreto la reforma de la legislación tributaria, un «tax code» con más de 30 años de antigüedad que, sin los fondos que iban a retirar del sistema de salud de Obama, 1.000 millones de dólares, no podrá hacer realidad las promesas hechas por Trump durante su campaña electoral.

Paul Ryan, el Presidente de la Cámara de Representantes, confirmó en rueda de prensa que la derrota de los republicanos hacía «la reforma fiscal mucho más difícil, pero no imposible porque los impuestos que estaban dedicados al Obamacare se quedarán en el Obamacare. Nosotros vamos a intentar modificar el resto de impuestos».

El objetivo de Donald Trump y de su Administración es la reducción de los «tax rates for individuals and corporations», el IRPF estadounidense, y compensar la pérdida de ingresos a través de la eliminación de exenciones, créditos y deducciones. Teniendo en cuenta la diversidad socioeconómica de Estados Unidos la reforma que pretende aplicar Donald Trump es complicada porque cada rebaja impositiva afecta de un modo diferente a cada escala demográfica. Según está planteada la reforma tributaria quienes más se beneficiarán serán las clases altas y las grandes fortunas. Un ejemplo de esto lo tenemos en que, aunque se rebajen impuestos pero se deroguen deducciones, más de 34 millones de familias se quedarán sin la deducción por compra de vivienda. Otra deducción que se quiere eliminar es la de los impuestos locales y estatales, una deducción de la que se benefician más de 43 millones de familias.

Según está planteada la reforma tributaria quienes más se beneficiarán serán las clases altas y las grandes fortunas

El plan del Partido Republicano para la reforma fiscal pasa por una eliminación de las deducciones individuales para poder bajar la tasa superior del impuesto sobre la renta del 39,6% al 33% y reducir los tramos de siete a tres. Por su parte, la Casa Blanca eliminaría las deducciones por impuestos locales y estatales pero mantendría la de compra de vivienda. A nivel corporativo los republicanos quieren rebajar el impuesto de sociedades del 35% al 20% y dejar libres de impuestos los beneficios procedentes de las exportaciones.

El Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, afirmó en una entrevista a la cadena Axios que «la reforma sanitaria es un tema complicado y que la reforma fiscal era algo mucho más sencillo de afrontar. Llevo meses analizando la factura fiscal de la Administración y los cambios se podrán introducir pronto».

Sin embargo, no pudiendo utilizar los 1.000 millones que se habrían recortado del Obamacare el plan tanto de la Casa Blanca como del Partido Republicano va a ser mucho más difícil de aplicar puesto que cada recorte de impuestos va a tener que ir acompañado por un incremento similar o por un recorte del gasto federal.

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