La opinión de un profesor (IV)

Moral y Servicios

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[INTRO: No hace mucho, un artículo mío titulado La estafa bilingüe se convirtió en viral, recorrió España, algo de América y apareció en multitud de periódicos, radios, televisiones, blogs, foros, etc., echen un ojo por ahí… Sorprendido por la repercusión, he decidido trasladar la fórmula a todos los ámbitos de la práctica educativa. O se afronta este problema: o no hay solución. Con esta finalidad constructiva nace la serie]

[SEGUE]

7. FORMACIÓN DEL DOCENTE

Menos Psicología y más Neurociencia. Toda información es necesaria, no prescindiría de un ápice de los conocimientos en psicología evolutiva para poder dar clase, caracterizar la personalidad de una adolescente puede dar herramientas para trabajar sus capacidades, pero ¿por qué no se usa el conocimiento que tenemos de las estructuras cerebrales? Volveremos a esto en un apartado dedicado a las relaciones con el alumnado, pero lo lógico es que si vas a trabajar con cerebros tengas formación en esa materia y al máximo nivel.

Ya hemos dicho que no pretendemos teorizar; es simple, si quiero pilotar un fórmula 1 para ganar, me resultará más rentable hablar con un campeón que con los ingenieros que diseñan el vehículo; centrar la formación del profesorado en la pedagogía es relegar el objetivo de sus clases a un segundo plano, el objetivo no es desarrollar pedagogías sino que aprendan.

No estoy diciendo que sea inútil, lo que denuncio es la exclusividad; la normativa actual te permite pedir un año sabático, por ejemplo, si haces una tesis doctoral que implique algo pedagógico para tu materia; en cambio, si te dan una beca de investigación en el CERN tienes cerradas todas las puertas de la Secundaria para formarte (por cierto, también desconectada de la Universidad). ¿Qué ocurre? pues que o entras por el aro, o te asesora un amiguete en la Delegación de Educación correspondiente para darle forma a tu solicitud y que cumpla los requisitos, aunque sean mentira, o directamente te da el curso en blanco y con sueldo esa amiga con poder que está en la Central y después ya se verá qué se pone. ¡Ésta es la realidad! Es más, en mi caso: cuando solicité permiso sólo para ir a la lectura de mi Tesis Doctoral en una universidad pública, en primera instancia el inspector correspondiente me lo negó y calificó el hecho como “asunto privado”, criterio que cambió al anunciarle movimientos legales. Éste es el clima formativo.

Si nuestro objetivo es conseguir teóricos de impacto, profesionales serias, ciudadanía crítica… ¿por qué no preguntamos a quienes han llevado al máximo nivel de consecución esos objetivos planteados para que asesoren al Sistema Educativo? Cómo llega una persona a ser una literata prestigiosa, un filólogo investigador en la RAE, un candidato al Nobel de Física, Catedrático de Medicina, profesora en Harvard, empresario reconocido en Silicon Valley… no les preguntamos porque sus respuestas son evidencias y las conocemos de antemano: esfuerzo, sacrificio, don de la oportunidad, personalidad y singularidad, trabajo… y lo que quieran añadir. ¿Cómo se llega a ser notaria?, lo saben, ¿verdad? ¿Cómo juez? La mayoría de estos profesionales no estarían de acuerdo con el modelo de enseñanza vigente, porque para alcanzar su metas han trabajado incluso a la contra del sistema.

Reitero el argumento: no hay grandes misterios tras el aprendizaje, la vida real te dice qué debes hacer para ser un ingeniero de prestigio; las élites trabajan así: exigencia máxima, si quieres saber cómo aprender química pregunta a un químico bueno, si quieres saber cómo aprender literatura pregunta a una filóloga reconocida, si buscamos la excelencia consultemos a los excelentes, quizá podamos construir un Sistema Educativo coherente, y no estoy proponiendo un pragmatismo monetarista y amparado en la competitividad: eso pero disfrazado de pedagogía es lo que hay ahora mismo y encima de mentira, porque la capacidad de competir se está enquistando en determinados estratos sociales; es tan sencillo como apelar a nuestra experiencia de adultos, la gente que yo admiro y de la que aprendo es gente que no ha parado de estudiar y trabajar nunca…

La formación debe versar sobre las materias; nuestro profesorado debe ser especialista en sus materias, porque si no estará dando vueltas a nada. Ocurre que si ponemos el objetivo donde ahora el discente ya está de hecho, no habrá nada que conseguir. Y si lo ponemos donde no le interesa, no tratará de conseguir nada. Hagamos algo práctico, volquemos la vida en las materias; no hay pedagogía mejor. Para eso hay que saber y pensar mucho, para saber en qué afecta una integral matemática a la creencia en los dogmas cristianos tiene que estar uno comprometido con el conocimiento y sus efectos, si no: es ejercicio vano. Insisto, no hablo de competir en los institutos para ser élite: hablo de aspirar al máximo grado de formación en todos los sentidos para que quienes pasen por el Sistema Educativo tengan libertad de elegir qué vida quieren, una ciudadanía crítica de verdad.

Hay que permitir la movilidad al profesorado que trabaja; el Sistema Educativo debe retroalimentarse con la formación adquirida por sus propios profesionales. A mí me ha invitado la Consejería de Cultura a dar una conferencia en un instituto y la Consejería de Educación me ha negado el permiso para faltar a clase un par de horas; al final he ido, reconociéndome en un sitio la labor educativa excepcional y el otro engañándose a sí mismo para que pudiera darse el acto, y lo más gracioso: siendo el regente de ambas un mismo Consejero de Cultura y Educación… es curioso, además, que si una Dirección General te plantea un trabajo por tu supuesto prestigio personal, te lo paga (metan aquí cercanías ideológicas, amiguismos, intereses y también trabajos honrados), pero después hay pegas legales para que el estímulo de cobrar una charla o una clase magistral pueda realizarse; incluso entre los propios docentes se da eso tan español de criticar a quien cobra por conferenciar, escribir, investigar, y entienden que si vas a dar una charla renuncies a tu día de sueldo (ahora mismo la única opción)… Esta situación, una vez más, sólo sirve para desprestigiar la autoridad del docente, cuya única función reconocida es la de mantenerse dentro de un aula con la puerta cerrada y sin alterar el orden. Yo me he permitido dimitir de mis asesorías en materias de música y literatura para los organismos públicos porque me parecía un escándalo que la misma persona que me citaba me negara el permiso para acudir; mandé cartas personales muy duras a los políticos correspondientes, que no contestaron. Por si dudan, no cobraba. En Sevilla, dieta por desplazamiento y comida.

Al profesor, la profesora con una obra acumulada a sus espaldas hay que estimularla pero no por clasismo profesional (argumento contra las Cátedras de instituto) sino por propio interés del Sistema; promover estancias, intercambios de profesorado de unos centros educativos a otros (incluyendo otros países), reuniones, conferencias, congresos técnicos para compartir conocimientos, cursos de actualización teórica, promover revistas científicas por áreas de conocimiento donde dar salida a los trabajos y con comités de lectura de prestigio, prestigio he dicho, plantear la movilidad del profesorado para enriquecer el ejercicio de enseñar y vincular todo eso a una carrera docente (destinos, cargos, acceso a otros niveles superiores, crematística…) premiando a quienes se esfuerzan por mantener un nivel intelectual, todo eso es formación verdadera del profesorado. Lo que ocurre ahora es un paripé vergonzante que sonroja a cualquiera con una mínima formación en su materia (o una culturilla general), he estado en ponencias (obligado) que habría suspendido a mi chavalería; pregunten a los profesionales sobre los cursos que recibimos, a veces de altura tan ínfima que provocan la hilaridad; otro ejemplo propio: en un Concurso de Traslados mis libros y artículos publicados supusieron el máximo de puntuación y en el siguiente: nada ¡con la misma legislación en la mano!… pregunten por los Centros de Profesorado y para qué sirve el misérrimo presupuesto invertido ahí… no querrán oír la respuesta; menos mal que la dilapidación no es ni siquiera grande en cantidad, que ni en eso disimulan…

Excusen mi personalismo, ya he dicho que hablo de la experiencia diaria y no de metafísicas.

[SEGUE]

 

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