Amistades Peligrosas es uno de los grupos icónicos de la década de los 90 en España. Su entrada en el panorama musical supuso una patada en la puerta por sus letras comprometidas con causas que aún hoy están en la actualidad. Canciones como Africanos en Madrid, Eloí Eloí, Sacrifícate, Lágrimas de metal, Más circo y más pan, O pala o escuela, Quítame ese velo o El príncipe valiente hablan de temas como el racismo, la eutanasia, la libertad sexual, el aborto, la sumisión del pueblo ante las injusticias, los ninis, la sumisión de la mujer o la corrupción. Cristina del Valle, con su nuevo compañero Manu Garzón, están de gira por España. Este fin de semana han actuado en Guardamar (Alicante) y en Vícar (Almería).

 

¿Cómo han ido estos conciertos en Vícar y Guardamar?

Actuamos en Guardamar el sábado junto con otros grupos de los 90 en una gira de Modestia Aparte y el domingo en Almería. A horas intempestivas, pero vale la pena. En Guardamar cantamos a las 3 de la mañana y en Vícar a la 1 pero muy bien, mucho público.

 

¿Hay un cambio generacional en el público o siguen siendo los fans de toda la vida?

En Guardamar subió al escenario una niña de ocho años a cantar con nosotros Africanos en Madrid. La niña era hija de una pareja que nos siguen en casi todos los conciertos que damos. Pero vemos cómo a los conciertos de Amistades Peligrosas acude gente de todas las edades. Es significativo el ver que en las primeras filas están ocupadas por jóvenes y adolescentes que cantan nuestras canciones.

Ese cambio generacional del público, ¿es un modo de comprobar que la música no tiene edad ni está en una época determinada?

Ese público joven conoce a Amistades Peligrosas a través de sus padres que tenían los discos, los cassettes o los CD. Tienen en el recuerdo nuestras canciones por sus padres y para ellos es importante vernos actuar. Amistades Peligrosas es un grupo para todas las edades.

 

¿Qué diferencia encuentras en Amistades Peligrosas de los 90 a la actualidad?

Sobre todo, que tenemos contenidos mucho más sociales. Es fundamental que mi compañero Manu y yo compartamos ideario. Los dos estamos muy implicados en la lucha contra la violencia machista porque su madre fue víctima de la violencia machista. Ayer en el concierto mucha gente nos agradecía esa implicación social.

 

¿La música es una herramienta fundamental para esa lucha, para esa implicación social?

La música conecta con la realidad social y grita muy alto «No a las barreras, no a las fronteras». La música hace que dejemos muy claro que estamos en contra del modelo actual porque reivindicamos un nuevo modelo social. Desde el escenario denunciamos desde la corrupción al maltrato animal, hablamos de la violencia contra las mujeres. Amistades Peligrosas se ha caracterizado por esa lucha. En los 90 nuestras canciones ya hablaban de la inmigración en canciones como Africanos en Madrid, de la eutanasia con Eloi, Eloi o del aborto con Lágrimas de metal. Y estos temas, insisto, ya en los 90.

 

A Cristina del Valle se la visibiliza como activista de la lucha contra la violencia machista, pero tu lucha está en otras causas como, por ejemplo, la libertad del pueblo saharaui…

Todo tiene que ver con el concepto del feminismo ya que es un modo de entender la vida porque es una lucha contra la desigualdad, es la lucha de clases, la lucha contra el racismo, por ejemplo, porque son modos de desigualdad. El feminismo es una ideología transversal, es una apuesta por la paz, es una reinvidicación de un modelo político más social en el que el ciudadano no sea sólo portador de derechos, sino que pueda ejercerlos.

 

En el panorama musical actual vemos que no hay casi artistas que tengan la reivindicación social en su repertorio, salvo alguna excepción, ¿por qué ocurre esto?

Se trata de un concepto de la cultura impuesta por el modelo neoliberal que nos lleva hacia el individualismo, hacia la cultura del egoísmo, de dibujar al otro como diferente. Tiene que ver con una cultura de los sistemas de poder en connivencia con los medios de poder. Como me dijo mi amiga Lydia Cacho, una de las cuestiones que más preocupan a las organizaciones civiles es cómo las redes de narcotráfico están cada vez más infiltradas en los gobiernos para desestabilizar el movimiento civil, especialmente para las mujeres. Su misión es desestructurar el movimiento civil. Por eso, quienes tenemos espacios públicos podemos hablar a través de la música. Se hace más necesario hacer eso para humanizar a la persona porque sólo desde la humanidad se produce el diálogo en el que entran las emociones. El sistema está demonizando todos los logros de la sociedad civil y por eso es más necesario que nunca que desde la música reivindiquemos los logros del movimiento civil.

 

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