Corría el mes de noviembre, allá por 1998. En una pequeña localidad de la montaña oriental leonesa del Ayuntamiento de Burón -realmente casi dos porque está situada entre Polvoredo y Lario-, los Grupos de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil recuperaban lo que en principio parecían los restos de 13 republicanos asesinados por una centuria de Falange en 1937. Era en el denominado Pozo Grajero de Lario. Posteriormente, se descubrió que los que allí yacían eran restos innumerables y que entre algunos de origen animal se encontraba una auténtica fosa común donde estaban un mínimo de cuatro mujeres represaliadas por el franquismo.

Así comenzó una historia que viene reuniendo cada segundo domingo de julio a cientos de luchadores por la libertad, familiares de las víctimas, integrantes de la guerrilla antifranquista… Para reivindicar la Memoria Democrática de un país, la II República, y el derecho a que un Estado reconozca y divulgue una parte de su historia silenciada por el miedo, el olvido interesado y la voluntad política de quienes niegan también la Justicia y Reparación a las familias de cientos de miles de víctimas cuyos restos aún permanecen en cunetas, sembradas de cuerpos desde 1936 y hasta bien avanzada la dictadura.

El homenaje a los Represaliados por el Franquismo en el Pozo Grajero que se remonta por tanto a la aparición de aquellos restos fue también el germen de la primera Asociación creada para la recuperación de nuestra Memoria Histórica en nuestro país, ese mismo 1998. Asociación que, a pesar del desinterés judicial y las trabas políticas, lograría el sellado de la sima tres años después e iniciaría una tradición en forma de homenaje a todos los represaliados. Una fecha, en esta ocasión el próximo domingo 16 de julio, que ya está señalada en rojo en los calendarios de quienes reivindican la primera experiencia democrática española, la II República, y además consideran que los valores de quienes sufrieron persecución, tortura y muerte por la dictadura deben ser de futuro y no de nostalgia, plenamente vigentes 40 años de la muerte del dictador.

Tres personas fueron claves en la creación de la “Agrupación Grajero”, Mario Osorio, Ana Aida del Campo y Julián Morante. Por desgracia, este 2017, 80 años después de los hechos que convirtieron el lugar en una fosa común, es el primero que celebraremos la Subida al Pozo sin Mario, alma que mantuvo activa la Agrupación durante 19 años. Falleció hace pocos meses y no quiero dejar de recordarle aquí como el incansable trabajador que recorrió la provincia leonesa, aun viviendo en Madrid, haciendo entrevistas, investigando y organizando actos que nos permitiesen conocer lo que verdaderamente ocurrió en España. Osorio llevó por bandera su convencimiento de que la dignidad no se encuentra exclusivamente en el estudio, la nostalgia y el recuerdo, reside también en la reivindicación de la II República como nexo de unión con la democracia que tenemos que seguir construyendo. Porque una necesidad cada vez más urgente para las nuevas generaciones que venimos sufriendo la alarmante degradación de una democracia, nacida de una transición difícil y desfavorable para los no continuistas, es la de demostrar que ya estamos maduros para revisarla y mejorarla. Y echar la vista atrás hacia nuevos valores que no son tan nuevos, que ya en el 31 dieron una oportunidad a todo un país que fue arrancada por un golpe de estado y posterior genocidio.

Mario siempre me insistía en que cada acto en reivindicación de la Memoria era un acto político y como tal debía marcar un objetivo político. Por ello, en este nuevo homenaje pedimos que el primer objetivo sea revisar de manera crítica la Ley de Memoria Histórica, tan pertinente en su momento como la transición, pero que 10 años después de su aprobación necesita una revisión. Por ejemplo, sería conveniente imponer la obligatoria tutela judicial de cada actuación en las fosas comunes que salpican el mapa del Estado y con esto la revocación absoluta y sin excepciones de todas las sentencias emitidas por tribunales golpistas, sobre todo las que legitimaron asesinatos, expropiaciones y muertes civiles de muchos y muchas defensoras de la legalidad republicana. Son cuestiones pendientes que darían un primer paso fundamental. El gran salto será dotarnos de un nuevo modelo de Estado heredero de la II República: pero esa es la otra historia que seguimos construyendo. Por ahora, os esperamos este domingo 16 de julio a las 11 horas en Polvoredo para subir juntos al Pozo Grajero.

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Nací en 1976, justo dos meses después de la muerte del dictador. Hijo de una militante de la CNT, nieto de un Trotsko, con un vecino -mi segundo padre, que permitió que naciese en un hospital- que formaba parte del piquete del metal de UGT en Barcelona, ¡no podía ser otra cosa que una persona de izquierdas! Licenciado en Derecho, he trabajado de casi cualquier cosa y sigo en la calle haciendo frente a las injusticias, venga de donde vengan. Mi curriculum lo relata: Presidente de la Agrupación Grajero. Responsable de Organización y Comunicación de IzAb CyL y coportavoz de IzAb en León. Coordinador Local de IU en León entre 2006 y 2011. Coordinador Provincial de IU León entre 2011 y 2016. Integrante del Consejo Político Federal de IU y de la Presidencia de IUCyL entre 2012 y 2016. Socio de Europa Laica, militante de CCOO, integrante de la Plataforma en defensa de la Sanidad Pública de León, fundador en representación del Movimiento 0,7 del Consejo de Cooperación Provincial de León entre otras innumerables “militancias” en colectivos, asociaciones y plataformas y grupos sociales de León.

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