Es verdad que en el pensamiento europeo así como en el americano, tanto anglosajón como latino, el concepto “masculino” ha entrado en crisis a partir del auge del feminismo, y por tanto, parece abocado a tener que redefinirse. ¿Pero ha ocurrido tal situación en el resto de pensamientos mundiales?…

En el islam, al contrario de lo que ocurre en el cristianismo (base fundamental de la construcción del pensamiento europeo), no existe la dualidad (masculino-femenina) y menos la trinidad (masculino-femenina-neutro) sino el tawhid que podría traducirse como “energeia” o “unidad holística”. Esto es, no resulta necesaria la dualización del ser humano en masculino y femenina.

Para el musulmán, la Realidad es Al-Lah, y nada es (la il-laha) salvo Al-Lah (il-la Al-Lah). El ser humano, por tanto, es entendido como una unidad holística o biológica que abarca desde lo “fisiológico” hasta lo “espiritual”, pasando por lo “psíquico”, lo “emocional” y lo “volitivo”, sin posibilidad de crear compartimentos estanco. Esto es, el ser humano es un Todo indivisible, en una construcción basada en el único modelo que nos configura y da forma: Al-Lah; que nos dice: “pues estamos más cerca de él [el ser humano] que su vena yugular” (Corán 50:16). Y el modelo de ser humano se establece con la mayor o menor presencia en nuestra forma de ser y actuar de los atributos de Al-Lah, establecidos por sus noventa y nueve nombres.

Ser un ser humano es expresar en mayor o menor medida cada uno de Sus nombres o atributos: “Y dijo Elohim: Hagamos al hombre [o ser humano] a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Lo que hizo que Al-Lah nos configurara como una expresión en acto de Sus atributos, entre los que estarían la capacidad para perdonar, para escuchar, para pacificar, para construir, o incluso para engendrar (rahma) y para criar o desarrollar (rahima).

De hecho, ni la “masculinidad” ni la “virilidad”, conceptos necesarios para el ideario europeo, forman parte de dichos atributos, mientras la matriz o útero (rahma) sí que está en el origen de uno de sus nombres (Ar-Rahmán), e incluso la capacidad de amamantar, nutrir o criar (rahima) también estaría en el origen de otro de sus nombres (Ar-Rahim). Estos dos nombres: Ar-Rahmán y Ar-Rahim; son los más expresados no sólo en el Corán, antecediendo la recitación de cualquier sura, sino que antecede cualquier acto en boca o escritura de una persona que se autoconsidera musulmana.

Incluso nos dice el Corán:  “Invocad a Al-Lah, o invocad a Ar-Rahmán [Lo-Matricial, Lo-Uterino]: como quiera que Le invoquéis, Suyos son todos los atributos de perfección” (Corán 17:110), y “tened conciencia [“taqwa”] de Al-Lah, por quien os preguntáis mutuamente, y tened conciencia [“taqwa”] de las matrices [“arham” de la trilítera rahma]. ¡En verdad, Al-Lah os observa continuamente!” (Corán 4:1).

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