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La lucha entre el Yin y el Yang

Antonio Fernández-Fígares Morales
Antonio Fernández-Fígares Morales
Presidente de la ONG Paz en Acción, director de Radionuevaera.es, Coproductor del programa Tiempo de Cambio, colaborador de la revista Ser Consciente, coach, empresario, escritor y conferenciante. Tiene un profundo interés por todos los conocimientos humanísticos, dedicándose al estudio de la Psicología, especialmente el análisis de C.G.Jung, mediante una introspección de más de dos años. Su interés por comprender al ser humano y su destino le lleva a estudiar también Filosofía durante ocho años. Se forma en técnicas bioenergéticas durante un año y medio, y meditación, tres años. Es colaborador en periódicos, televisiones y especialmente en numerosas radios. Desarrolla varios productos que comercializa a nivel nacional como: -CURSOS DE AUTOAYUDA (12 TÍTULOS) -REVISTA: EL MUNDO DE LO INCREIBLE –PROGRAMAS: ELIMINE SU ESTRÉS Y VALORES PARA UNA CULTURA DE PAZ -LIBROS: RELACIONES HUMANAS, TECNICAS ÉTICAS DE VENTA y ESTRELLAS DE ESPERANZA. Imparte el taller: SER CONSCIENTE EN EL AHORA.
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análisis

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Estas fuerzas que en oriente representan la dualidad de todo lo existente, y que encuentran una proyección en lo femenino y lo masculino, son polares y complementarias, pero como indica la tradición cuando están en lucha todo entra en crisis y se produce una transmutación de lo histórica.

Y es que en el centro de la esencia femenina hay masculinidad, y al contrario, como indica el famoso símbolo de estos elementos, de manera que si luchan entre sí, en gran medida lo hacen consigo mismos.

Hemos vivido muchos siglos de hegemonía social y profesional de lo masculino frente a lo femenino, si bien, en el ámbito doméstico, que tan importante es en la formación del ser humano, en la asimilación de valores, y en su bienestar, han sido las mujeres las predominantes, cuando menos en la organización y en la dirección sutil del cuidado de los hijos. Los hombres, normalmente, han preferido la conquista exterior. Pero esta situación ya ha cambiado hace algunos años, lo que supone una variación substancial en las relaciones hombre-mujer a nivel social e íntimo.

Las mujeres claman por sus derechos con mucha razón, pero esto no debe llevar a estigmatizar al hombre como está ocurriendo en bastantes medios de comunicación, en el que aparecen como los protagonistas de acciones violentas y vejatorias tanto con la mujer como con niños. El hombre ha creado una enorme cantidad de cosas buenas a lo largo de la historia y sigue haciéndolo, y no se le puede ver solo en esa óptica.

La mujer está haciendo una gran labor en la sociedad desde hace milenios, y es bueno reconocérselo, pero sin llegar a pensar que son las únicas que han sufrido y que han soportado los sinsabores.

Entre los dos, hombre y mujer, han construido la sociedad como la conocemos hoy en día, que tiene muchas ventajas, a nivel tecnológico, pero le falta corazón. Una sensibilidad que clásicamente ha pertenecido a la mujer, pero que también tienen los hombres. Los chinos dicen que la cualidad predominante del Yang (lo masculino) es la fuerza, y la de Yin (lo femenino) es la delicadeza. Es necesario que se aproveche el potencial y las virtudes de ambos para crear una sociedad más armónica y solidaria, más humana y compasiva, en la que haya más justicia que conduzca a la paz. Y para ello, lo fundamental es, además de dotar de medios económicos para la realización de las aspiraciones razonables de los individuos, la educación. Ella llevará al conocimiento de lo fundamental, de cómo gestionarse a sí mismo para madurar lo antes posible, y ser fructífero, como a aplicar lo aprendido mediante los valores eternos. Ya que: ¿Cómo es posible una sociedad justa con gente egoísta y soberbia, inculta y amargada, ansiosa y triste, agresiva y competitiva, despreciativa y superficial? Inevitablemente, estas actitudes llevarán a la confrontación, a la lucha por tener más parte del pastel, a querer tener más, porque no se siente que se es lo suficiente, a una involución. La solución pasa sobre todo por la colaboración, al mismo tiempo que se mejora el individuo, que es la pieza clave de la sociedad. Obviamente cuanto mejores sean los individuos mejor será la sociedad, y esa mejora tiene que ver con reconocer el valor de su compañero o compañera, y encontrar la manera equilibrada de relacionarse.

Dicen las antiguas mitologías, que el albor de los tiempos, el ser humano estaba hecho de los dos sexos en el mismo cuerpo, pero que los dioses quisieron separarlos para que aprendieran a convivir y colaborar, para fueran uno, espejo del otro, desarrollándose y transformándose en ese proceso.

Corremos el riesgo en la actualidad de que a pesar del instinto natural de complementariedad, se produzca un aislamiento y una frialdad entre sexos, que solo rompa el deseo físico de manera ocasional, y esto sería terrible a nivel familiar sobre todo, pero también social y de desarrollo interior.

Busquemos la armonía, no demonicemos a nada ni a nadie, recordemos que el mal es producto de una mente enferma. Seamos compasivos y busquemos la justicia.

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