Diría que una de las cuestiones más difíciles de determinar cuando hablamos de derechos fundamentales es la de sus límites. Porque ningún derecho es absoluto, siempre llega un punto en que colisiona con otros derechos. Y ahí está la dificultad. Esta delimitación se ha vuelto particularmente relevante en el debate público al hablar del derecho a la libertad de expresión. Lo hemos visto con el escándalo por el autobús transfóbico de Hazte Oír. Ha hecho emerger la cuestión. ¿Es legítima cualquier manifestación de una opinión amparada en ese derecho a la libertad de expresión? Este debate me ha llevado a entrar a considerar la forma en que el concepto “libertad” es empleado en la política.

Me hace mucha gracia cuando se discuten temas como la discriminación, los privilegios de la iglesia, la desigualdad de género… y siempre hay alguien que en algún momento de la conversación te dice:

  • Eh, eh, eh, no vulneres mi derecho a la libertad.

Y entonces me deja perpleja por unos instantes. ¿Libertad de qué? ¿Libertad para qué? ¿Qué es la libertad? ¡Qué cosa más difícil de definir! ¡Qué concepto más inefable! Porque claro, cuando alguien ejerce su libertad la ejerce frente a la libertad de otros, frente a los derechos del resto de la sociedad.

Los conservadores son un sector especial de la población que mantienen una actitud muy particular respecto a los derechos fundamentales. Una actitud que algunos dirían que está próxima a la hipocresía. Y podríamos encontrar unos cuantos ejemplos para ilustrar esa particular interpretación del concepto de libertad que tienen. El derecho a la libertad, que sólo interesa cuando aparece cualquier impedimento a sus actividades o a sus creencias, básicamente. Aunque vulneren los derechos de otros:

  • Libertad de contratación, porque, “eeeh quien es el estado para decirme a mí si puedo o no dejar de contratar porque alguien sea negro, o gay o mujer. ¡¿Con qué derecho?! Es mi dinero. Encima que doy puestos de trabajo, ayudo a la economía… ¿De qué se quejan?”
  • Libertad de despido porque “ya está bien, se están pasando. Es mi empresa. Lo único que hace el estado es dificultar la economía, porque si me cohíben, ¿así como voy a contratar? Si no puedo luego despedirlos sin tener que darles un una indemnización, faltaría más. Encima de vagos o de sindicalistas tengo que andarme con cuidado.”
  • Por no mencionar la famosa frase pronunciada por Aznar sobre las restricciones de la DGT, cuando dijo aquello de “¿quién es el estado para decirme las copas de vino que puedo o no puedo beber?”
  • Y por supuesto, libertad de expresión, cuya restricción en este país parece estar legitimada en pos de la “seguridad nacional”, excepto cuando sirve para hacer apología del franquismo. No, entonces los medios del TDT Party consideran la libertad como un bien superior frente al principio democrático.

“Libertad” o “derechos” son palabras en las que los conservadores han tendido a parapetarse en los últimos tiempos para precisamente apoyar una restricción de las libertades. Cuando hablaban sobre el aborto y el derecho a la vida, cuando se alzaron contra el matrimonio homosexual afirmando que atentaba contra la libertad de la familia o cuando utilizan la idea de la libertad de religión o credo ante críticas a la iglesia católica, etc. (por poner solo algunos ejemplos), muchos de los que en otros asuntos habían defendido una restricción de los derechos han venido utilizando la palabra “libertad” para defender su postura.

Sí, el concepto de libertad ha servido a los conservadores para promover una restricción de los derechos, tanto civiles como sociales. El neoliberalismo se basa en esa interpretación de la libertad como una ausencia de normas que protejan a los colectivos vulnerables. Pero esa noción liberal de la libertad resulta insuficiente. En un contexto democrático la idea de libertad debería ir más allá. Porque la libertad no es únicamente la ausencia de restricciones.

Aquí resulta interesante acudir al republicanismo como ideología. Cuando el neoliberalismo alcanzó una alta relevancia surgieron una serie de detractores tales como Quentin Skinner que, desde esta corriente de pensamiento reinterpretaron el concepto criticando la noción de libertad de los liberales. Sin extenderme demasiado, quisiera considerar su aportación al concepto. De acuerdo a los republicanos, libertad no sería “ser libre de” sino “ser libre para”. La libertad no debe ser únicamente una ausencia de restricciones al ámbito privado desde la autoridad, sino que un individuo será libre en la medida en que se disponga de los medios para realizar sus planes de vida, para la realización personal. Lo que viene vinculado a una serie de derechos sociales, laborales, etc., que garanticen su dignidad.

Por simplificar un poco la idea, considero que es necesaria una noción de libertad más allá del individualismo propio del liberalismo. La libertad está intrínsecamente relacionada con la comunidad y con la dignidad humana. Cuando, al ejercer tu derecho a la libertad, dañas el núcleo fundamental de otro derecho has traspasado el límite de ese derecho.

Y habría que recordar a aquellos que hacen semejante uso de esta palabra que la libertad no es un concepto absoluto para usar a discreción y cuando nos interesa. Y que, en democracia, tiene que tener el límite de la dignidad humana, tiene que servir para garantizarla y desarrollarla. Así de simple.

1 COMENTARIO

  1. La razón conservadora es mantener sus privilegios y aumentarlos y la defienden con todos sus medios y de la forma mas inteligente posible, por eso están arriba, son los listos y los de a pié ni podemos, ni sabemos, por eso nos va como nos va, tendemos a comprender las razones de Estado o de Gobiernos en lugar de maximizar las rentas del trabajo y las libertades, aunque estén en la Constitución. Somos los tontos y así nos va.

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