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La joven secuestrada y violada por ‘la manada’ marroquí pide justicia

A Khadija, de 17 años, la tuvieron secuestrada un grupo de 13 jóvenes. La violaron por turnos, la torturaron y hasta le tatuaron insultos en su cuerpo

Agustín Millán
Agustín Millánhttp://pompona22.wixsite.com/agustinmillan
Foto periodista especializado en manifestaciones y actos sindicales. Desde 2011 fotografiando la crisis más dura de la historia moderna. Responsable de redes sociales de la Cumbre Social España. Fotógrafo con 5 campañas electorales entre ellas la de Manuela Carmena y la de Enrique Santiago en IU Madrid.
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Khadija, la joven marroquí de 17 años, se desmorona ante las cámaras de ChoufTv: «Mi vida está destrozada, no puedo ni salir a la calle, me sentí totalmente ultrajada». La mujer se siente desgarrada, marcada de por vida. la quemaban con cigarrillos en el cuerpo y le hacían cortes con objetos punzocortantes sobre distintos lugares de la piel, incluso llegaron a tatuar una esvástica en la mano de la víctima; «Un día me desperté así, con el brazo dolorido».

Fueron 13 individuos los que la raptaron, en la puerta de la casa de su propia tía, a donde había ido a pasar la fiesta del ramadán: «Me raptaron amenazándome con un cuchillo, me subieron por la fuerza a un coche y me llevaron a un lugar que desconozco».

En una entrevista con el canal marroquí ChoufTv, Khadija cuanta que se encontraba de vacaciones en casa de su tía, en el momento en que charlaba con su prima en el portal, cuando esta la dejó sola, fue cuando los secuestradores irrumpieron, la amenazaron con un cuchillo y la secuestraron. Sus atacantes, que ella no conocía de nada, la llevaron a un terreno abandonado donde la violaron y la encerraron durante semanas en una casa donde la entregaron a otros hombres por dinero.

Dice que después de lo que le pasó ya no es la misma “que paguen por lo que hicieron”

Allí, empezaron a turnarse para abusar salvajemente de ella: «Un chico me violó primero. Luego, los demás, uno a uno». Trató de escapar, varias veces. Entonces la tortura se volvió cada vez más retorcida. Le negaban el pan, la sal, el agua, hasta la ducha y lo más aberrante: «Empezaron a cobrar a chicos que venían y querían violarme».

“Traté de escapar varias veces, pero siempre me atrapaban y me golpeaban. Me torturaron, no me dieron ni comida ni bebida, y ni siquiera tenía derecho a tomar una ducha. Lloraba sin parar”, recuerda Khadija. La mujer pide justicia y que paguen por lo que le hicieron. En la entrevista asegura, con la voz entrecortada, que le “hicieron sufrir muchísimo” y que es un “grupo criminal muy peligroso”.

Muestra a las cámaras su cuerpo con las marcas de quemaduras de cigarrillos y los tatuajes en los brazos, manos, piernas y cuello. Khadija proviene de una familia modesta. Es la mayor de dos niñas y un niño, vive con su familia en la aldea de Oulad Ayad, cerca de la ciudad de Fqih Ben Salah. El padre de la joven, Mohamed A, que habló con alaw9at.com, ha asegurado “que no se puede imaginar lo que su hija Khadija sufrió de esa banda de delincuentes”. La familia, que había enviado a su hija para pasar una semana con su tía, se sorprendió cuando vieron el estado en el que había llegado su hija.

Uno de ellos acabó ayudándola. Ya libre, su familia dudó en denunciar, pero ella lo tuvo claro: «Fui yo y se lo conté a la Policía». Diez de sus agresores ya han sido detenidos. En busca y captura el resto. Para ellos, Khadija sólo quiere “justicia”.

La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) de Beni Melal, en el interior del país, hizo público este secuestro y violación multiple. Youssef Adenani portavoz de la asociación en declaraciones al periódico digital ‘Hespress’, denuncia que “se ha generalizado la violación de menores en la región porque prolifera la pobreza y la ignorancia”.

La Red de Asociaciones Contra la Violencia de Género emitió un comunicado el martes condenando la violación colectiva y la tortura de esta adolescente, además de todos los delitos a los que se enfrentan las mujeres marroquíes. Exigen que la fiscalía intervenga de inmediato para detener al resto de agresores, y denuncian el estado de silencio del gobierno, que “así intenta normalizar o justificar la violencia”. Además, reafirman la necesidad de que el Estado promulgue una ley marco que ofrezca protección y prevención, porque consideran que “el Gobierno no tiene entre sus preferencias los delitos de violencia”.

Khadija se ha convertido en un nuevo símbolo de las violaciones en Marruecos. En 2017 las cortes marroquíes han tenido cerca de 1.600 casos por abusos sexuales, el doble que en 2016. Una caricatura con una mujer llorando, desnuda y tatuada con un cartel de SOS en la cara se ha vuelto viral en las redes sociales. “Khadija podría ser yo, Khadija podrías ser tu”, denuncian algunas mujeres en Twitter con el hastag ‘Todos somos Khadija’ (كلنا_خديجة en árabe) y #justicepourkhadija.

La petición en Change.org que pide justicia y tratamiento psicológico y médico gratuito para Khadija ha conseguido 25.000 firmas. El caso de la joven se hizo público el pasado 21 de agosto en los medios locales de Marruecos. «Su condición es estable, tratamos de apoyarla, asegurarle que se le hará justicia y decirle que no tiene nada que ver con eso… Nos conmueve el ímpetu de solidaridad con ella», ha dicho su padre.

Las protestas en el país, tras otros casos como el de Amina Filali, una niña de 16 años que se suicidó en 2012 después de ser obligada a casarse con su violador y de otra en 2015, ha llevado al Gobierno de Marruecos a derogar el artículo 475 del Código Penal, que permitía a los violadores escapar de la prisión casándose con su víctima.

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