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Y si… la independencia catalana fuera una telenovela

Martius Coronado
Martius Coronadohttp://www.elpaisimaginario.com
Martius Coronado (Vva del Arzobispo, Jaén 1969). Licenciado en Periodismo, Escritor e Ilustrador. Reflejo de la diáspora vital de vivir en Marruecos, USA, UK, México y diferentes ciudades españolas, ha ejercido de profesor de idiomas, jornalero, camarero, cooperante internacional, educador social y cómo no, de periodista en periódicos mexicanos como La Jornada, articulista de revistas como Picnic, Expansión, EGF and the City, Chorrada Mensual, RCM Fanzine, El Silencio es Miedo, también como ilustrador o creador de cómics en diferentes publicaciones y en su propio blog. La escritura es, para él, una necesidad vital y sus influencias se mezclan entre la literatura clásica de Shakespeare o Dickens al existencialismo de Camus, la no ficción de Truman Capote, el misticismo de Borges y la magia de Carlos Castaneda. Libros: El Nacimiento del amor y la Quemazón de su espejo: http://buff.ly/24e4tQJ (Luhu ED) EL CHAMÁN Y LOS MONSTRUOS PERFECTOS http://buff.ly/1BoMHtz (Amazon)
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análisis

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El éxito sin precedentes de “la Cuestión Independentista Catalana” augura y pronostica que las fórmulas de hacer televisión y los métodos para fabricar un éxito de masas en los medios globalizados van a cambiar en los próximos tiempos.

Nunca antes se había orquestado una serie, que en principio estaba pensada como una simple telenovela, cuya difusión estuviera repartida entre los diferentes canales públicos y privados. Más sorprendente aún resultó que su formato, en lugar de capítulos tradicionales, estuviera dividido, principalmente, en segmentos que homenajeaban y plagiaban a las diferentes formas de telediarios, especiales informativos y magazines de actualidad; creando así la ilusión de que la serie era una especie de Reality transversal y coral, donde la realidad tomaba forma y vida, en tiempo real, ante los atónitos ojos de los millones de espectadores que desde hace meses la han convertido en una serie de culto.

Muchos televidentes reconocen que están enganchados y que lo primero que hacen al llegar a casa es encender la televisión para seguir las nuevas entregas, cambiando de canal constantemente, porque las entregas, con sus puntos de vista contrapuestos, se solapan y emiten simultáneamente en las diferentes opciones televisivas. Sin embargo, también existen otros muchos espectadores que afirman están hartos, no sólo porque su emisión parece colapsar cualquier otro contenido, sino también porque, afirman, mucha gente empieza a no saber discernir la realidad de la ficción y la “Cuestión Independentista” se ha convertido, para la mayoría, en una realidad más real y presente que los problemas diarios, por lo que los que termina ocultándolos.

Ciertamente desde que su popularidad se hizo viral, temas que solían preocupar a la opinión pública y que acaparaban el foco mediático como el paro, los desahucios, el caso Gürtel, la Púnica, las Tarjetas blacks, el caso Noo´s, los Papeles de Bárcenas o las mordidas de Pujol y Convergencia en Cataluña, han desaparecido del mapa. Como si detrás del teatrillo mediático programado por los dos bandos que protagonizan la serie, se buscara ocultar, con un hábil truco de ilusionista, el fondo real de los problemas de la crisis; ganando además para las dos causas enfrentadas en el falso Reality, adeptos incondicionales. Como demostraría la interminable sucesión de convocatorias y manifestaciones que los bandos soberanistas y unionistas, acumulan a lo largo del territorio nacional, sobre todo a raíz del rumor, aparecido en las redes sociales, de que el exitoso programa iba a ser cancelado. Produciendo así una división social, que según algunos expertos consultados, no se vivía desde la Transición o incluso desde la misma Guerra Civil, con consecuencias inesperadas.

Los últimos capítulos en los que muchos de sus protagonistas han sido encarcelados y el anuncio de que la próxima temporada empezará en diciembre con la convocatoria de Elecciones, que se anuncian inciertas, no ha hecho más que aumentar los ratings y las caceroladas. El fenómeno mediático no ha hecho más que crecer y muchos otros países están meditando seriamente en copiar la fórmula. Para los críticos televisivos el riesgo de desestabilización social es evidente, pero para otros políticos pragmáticos, es la mejor solución que pueden utilizar muchos Estados para disimular los efectos múltiples de la crisis económica y la corrupción. Pero sin duda, para la televisión, es un nuevo camino que abre perspectivas hasta ahora inimaginables, la era del falso Reality, ha llegado.

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