Nada funciona bien, excepto el miedo decía uno de los personajes de la película de Ingmar Bergman el huevo de la serpiente. Hoy Europa se desintegra, se aleja poco a poco del espíritu europeísta de fraternidad y progreso de quienes la cimentaron. Un espíritu que tenía el objetivo de ser capaz de transformar la vieja Europa y eliminar por ende los vicios que la llevaron a lo largo del Siglo XX a ser el escenario de dos guerras mundiales que sumieron al mundo en una época oscura. Fueron diferentes los ingredientes que hicieron posible en aquel entonces ese caldo de cultivo que dio origen a aquellos trágicos episodios de nuestra historia reciente : Una crisis económica brutal, una pérdida de derechos , el empobrecimiento de la población ,un aumento del sentimiento nacionalista y la falta de respuesta por parte de los partidos políticos del momento a los problemas que afectaban en el día a día a la ciudadanía fueron sólo algunos de esos elementos que dieron lugar al nacimiento de un populismo fascista y totalitario que recorrió toda Europa.

Hoy de nuevo, la historia se repite que diría Marx y los ingredientes de la sinrazón y del miedo se han instalado una vez más en el corazón del viejo continente. Y es aquí , llegados a este momento cuando en la Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad , el partido ultraderechista de Le Pain logra convertirse en un partido de referencia , cuando en la Grecia de Platón y Sifo los nazis de amanecer dorado siguen en aumento , cuando en Hungría grupos paramilitares del partido de extrema derecha Jobbik realizan cacerías humanas contra la población gitana y en otros países como Letonia se homenajea a las SS por un partido que ha logrado el 14% de los escaños en el parlamento, es cuando no podemos más que llevar a cabo un análisis riguroso de nuestro camino, de la senda que estamos recorriendo y el final trágico de el final de la misma nos depara. Y todo ello, máxime cuando hoy el polvorín ucraniano amenaza con desencadenar una nueva guerra fría entre la OTAN y Rusia como consecuencia de la lucha geoestratégica por los recursos de la península de Crimea.

Vivimos así el tiempo de la serpiente, de una nueva Hidra que con sus múltiples cabezas pretende devorar a las propias democracias occidentales acabando primero con los partidos que durante estos años han asumido el desgaste de las decisiones políticas frente a la crisis caníbal que todavía hoy vivimos y que ha consumido los pilares de la sociedad del bienestar sobre los que se asientan las democracias occidentales de la vieja Europa. Y todo ello, gracias en gran medida a la avaricia de los mercados y de un neocapitalismo que puede acabar viendo como al igual que el mito de Cronos sus hijos aquellos que le sirvieron de herramientas de sus designios son devorados, quedando la nada, la sinrazón y el miedo como herederos de un nuevo tiempo oscuro al que el ascenso de la ultraderecha nos condenaría.

Hoy nuestro tiempo, este que nos ha tocado vivir es aquel en donde las decisiones a tomar por quienes nos gobiernan tendrán consecuencias directas en las generaciones que nos precedan. Hechos estos que requieren por ende que hoy la clase política y la sociedad estén a la altura de este tiempo complejo y lleno de Cabos de Hornos a superar. Hoy , no valen ya los discursos llenos de palabras, los papeles completos de estadísticas o las estratégicas de carneros chocando por la defensa del territorio, hoy toca ser capaces de construir consensos entre la política y la calle, esa que desnuda y fría es transitada por miles de personas que cada día son empujados más a la desesperación. 

En definitiva, hoy cuando las preguntas a las respuestas conocidas han cambiado como diría el genial poeta uruguayo Benedetti, toca mirar a los ojos del presente para construir el futuro, un futuro que hoy se desdibuja entre un laberinto cretense en donde la salida a los problemas se muestra huidiza a quienes no tengan la capacidad, la voluntad y el ingenio de entender que nada es eterno, ni las conquistas logradas en el pasado inalterables por las derrotas del presente. Toca hoy, defender la democracia en sentido pleno, sin segundas ni terceras intensidades, toca tomar el timón de nuestro tiempo y asumir así la responsabilidad que como generación nuestro destino nos ha deparado.

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