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La extrema derecha no ha resucitado. Siempre estuvo ahí

Sabemos que si algo ha hecho el PSOE en tierras andaluzas ha sido, precisamente, saber entenderse bien con los señoritos andaluces

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análisis

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Como en la historia de Pedro y el lobo, después de tantos avisos al final apareció la fiera. Y todos se sorprenden.

¿De dónde ha salido esta extrema derecha? Se preguntan. Que si la culpa es de los independentistas catalanes, que si es de esto, que si es de aquello o de lo de más allá. El caso es echar balones fuera y como dice el dicho, «la casa sin barrer». Y la extrema derecha ha entrado hasta la cocina. Así, desde el Parlamento de Andalucía.

De momento y hasta que no se configure gobierno allí, la responsable de lo que suceda en su feudo sigue siendo Susana. Y a Susana es a la primera que hay que pedirle explicaciones. ¿A qué se ha estado dedicando usted durante su mandato? ¿No le dice nada el hecho de haber tenido las calles llenas de gente reclamando su derecho a una sanidad pública y de calidad? ¿Y sus escuelas, esas dónde los niños se cuecen en verano y tiritan en invierno porque no han sido capaces de atender a las protestas del sector educativo?

¿Ha prestado usted atención, Susana Díaz, a las exigencias que le estaban ya avisando de la situación laboral y de los salarios por debajo de la media española en su tierra? Me temo que no. Que usted ha estado demasiado preocupada por las cuitas palaciegas, y durante un tiempo, más bien ocupada por lo que acontecía en Ferraz y en Moncloa en lugar de San Telmo. Y ahora le viene el susto, claro.

Y no debería sorprenderse tanto, Señora Díaz, de que a quien mata con hierro, con hierro lo maten. Si tiene usted miedo de la llegada de la derecha, pregúntese ahora por las zancadillas que usted le puso a Sánchez en aquel Comité Federal un 28 de diciembre de 2015. Cuando a su Secretario General le impusieron un panorama tan complicado que no había manera de formar gobierno. Le recuerdo que le dijeron que no le permitirían gobernar con el apoyo de nacionalistas, ni de independentistas, ni con Podemos.

Enredaron tanto las cosas como para provocar que sucediera lo que, finalmente, sucedió. Que no hubo forma de salir adelante y hubieron de convocarse unas segundas elecciones. Y como los resultados eran casi los mismos (tome nota), ¿qué se encargó de hacer usted? Se lo recuerdo: despeñar a Sánchez, sí. Y montarle un golpe de Estado en plena sede de Ferraz. Concretamente el 1 de octubre de 2016. Un día fatídico en el que usted y los suyos decidieron enterrar definitivamente al Partido Socialista.

Por si esta jugada fuera poco, pudimos ver lo que en realidad escondía: salirse con la suya. Siempre es así. Y la suya en ese momento era pactar con el Partido Popular para darle el gobierno. Todo para mantener la unidad de España por encima de cualquier cosa, incluido su propio partido. Y a estas alturas no resulta ya extraño intuir que ese pacto conllevaba el apoyo a usted para ganarle unas primarias a quien se pusiera por delante. Y así tener un camino preparado rumbo a Moncloa.

No, no es nada nuevo. Esto ya lo comentábamos en su momento. La cuestión es que su gozo acabó en un pozo. Y finalmente usted no ganó las primarias. Las ganó Sánchez, que para disfrazarse de izquierdista ha tenido menos vergüenza. Y desde luego estaba menos atado que usted, que al fin y al cabo le había tocado ponerse al frente de la Junta de Andalucía (sí, me dirá que ganó unas primarias, pero estoy segura de que ese es un tema que va a preferir no tocar, no vaya a ser que estando los tiempos como están comiencen a salir voces que relaten cómo se las gastan los suyos).

Aún recordamos a la máxima autoridad, la misma que salía a su derecha mientras trataba usted de disimular el estupor al constatar que había perdido su reino. Tanta fontanería para esto. Fíjese. Ahora imagino que usted hará valer los apoyos que prestó al PP para que fuera investido Rajoy en 2016. Imagino que su padrino recordará aquello de la necesidad de una gran coalición para no hacer peligrar la estabilidad de España. Imagino muchas cosas, y constato, en definitiva, que si usted ha conseguido que el 40% de los andaluces y andaluzas se quedasen en su casa, por algo será.

Porque los que se han quedado en casa lo han hecho por no apoyarle a usted, y tampoco a Teresa. Seguramente. La derecha se ha movilizado, y parece por lo que dicen que salen de un armario donde estaban resignados durante casi cuarenta años.

Usted y yo sabemos que esto no es verdad. Sabemos que si algo ha hecho el PSOE en tierras andaluzas ha sido, precisamente, saber entenderse bien con los señoritos andaluces. Con esos que disfrazados de progresía han mantenido un sistema clientelar a base de tirar migajas para que los pobres pudieran aplaudirles. A base de colocar, de regalar, y de mantener todo un tinglado que más pronto que tarde saldrá a la luz para vergüenza de todos.

Y es que hasta los suyos reconocen que no daba más de sí. Y que esta llegada de la extrema derecha es mérito suyo, sí. De usted, por creer que era más lista que nadie, tanto en el PSOE como en Andalucía. Por patrimonializar el socialismo, por hacer suya una tierra a la que mucho me temo que no ha sabido usted defender.

Y no, no habría sido responsable azuzar el odio contra los independentistas catalanes. ¿Sabe usted por qué? Porque muchos de ellos (le sorprendería saber cuántos), precisamente provienen de las tierras que usted a patrimonializado. Y precisamente hartos del engaño, hartos del hambre y miseria, han descubierto una tierra próspera donde los señoritos andaluces quedan lejos. Esos con los que usted se pasea en la feria de abril, y con los que come y cena y le visitan en San Telmo. 

Son cientos, son miles, los andaluces que desde Cataluña han mirado a su tierra natal con tristeza y profundo dolor. Los que han visto cómo finalmente la extrema derecha, esa de la que huyeron hace decenas de años, llega finalmente a las instituciones. Nunca desaparecieron. Sencillamente, tenían a quien hacía política que les dejaba tranquilos. Hasta que ustedes, desde el PSOE, no han sabido liderar la situación tan delicada en la que se encuentra España. Y precisamente ustedes, en lugar de ser la pieza fundamental para el diálogo y la cohesión social, se han encargado de ponerse del lado de los que han patrimonializado españa. De los que fueran verdugos de los nuestros, de los que están aún en las cunetas.

Y al final, pasa lo que ha pasado. Que aparecen, otra vez, para demostrar que nunca se fueron. Es tiempo de explicar dónde estaban y por qué no llegaron antes. Posiblemente el régimen clientelar que usted y los suyos habían creado les tenía tranquilos y satisfechos. Hasta ayer.

Haga uso usted ahora de sus tácticas de la guerra. Porque mucho me temo que las que ya usó para tiempos de paz van a ser insuficientes.

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