jueves, 28marzo, 2024
12.8 C
Seville

La enésima derrota de Mariano

Dany Besteiro Rodríguez
Dany Besteiro Rodríguez
Master en Estudios Políticos Aplicados por el Instituto Universitario Ortega y Gasset. Progresista por corazón.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Mariano Rajoy es el peor presidente de los habidos en la historia de España. Su largo camino por la política española ha sido la sucesión de un cúmulo de fracasos que sólo es defendible a través de propaganda y hooliganismo. Y que ha producido profundas fracturas sociales, de las que el conjunto de la ciudadanía tardaremos años, muchísimos años, en entender cómo pudieron producirse y como permitimos que se produjeran.

Más allá de los desafortunados “hilillos de plastilina” con las que quitaba hierro a la tragedia del Prestige o de su mediático primo con el que negaba de facto el cambio climático, fuimos testigo de su lamentable ansia de poder desmedida el fatídico 11 de marzo de 2004. Fecha en la que, sin ningún complejo ni pudor lanzó a la opinión pública la autoría de un atentado a falsos ejecutores. Una irresponsabilidad con exclusivos fines electoralistas que consiguió una fractura social en colectivo social tan sensible como el de víctimas del terrorismo.

Una primera derrota en la que emprendió una huida hacia delante con cuatro largos años insistiendo en la autoría de ETA, o en algún tipo de vinculación de esta en el aciago 11M. Cuatro años en los que el Partido Popular se negó a construir nada en la vida política española hasta que llegaron unas nuevas elecciones. Unas nuevas elecciones que Mariano Rajoy volvió a perder. Una segunda derrota electoral que no fue suficiente para que Mariano dimitiera. En un nuevo ejercicio de propaganda basado en un cálculo torticero se justificó, de nuevo, “el mejor resultado de la historia…”, permitiendo que el hoy presidente hiciera lo único que le caracteriza. Esperar a que las cosas cambiaran hasta que le fueran bien.

La mayor crisis económica de la historia desde el crack del 29 termina de impactar en toda Europa. Ya no es posible esconderlo. Ya no es posible justificar acciones. Zapatero convoca elecciones anticipadas, el PSOE se derrumba y el Partido Popular se hace con el poder que considera propio, el que nunca debió haber sido obligado a desalojar. Y lo ejerce totalmente carente de sensibilidad, realizando acciones que se había comprometido a no realizar.

Acciones que vuelven a generar una fractura social. Multitud de protestas por el destrozo del mercado laboral, por el rescate bancario, por el desmantelamiento de servicios básicos como sanidad, educación o pensiones. Indignación por una espectacular ola de casos de corrupción del Partido Popular caracterizan el balance de la única victoria indiscutible del zorro de Compostela.

El descrédito del Partido Popular con Mariano Rajoy a la cabeza se va palpando en distintas elecciones en Comunidades Autónomas, en las europeas de 2014 o en las locales de 2015. Y así se llega a las elecciones generales de 2015, donde se confirma la irresponsabilidad del personaje. Un Partido Popular que pierde alrededor de 3,5 millones de votos, es consciente de que no tiene capacidad aritmética para formar gobierno por si solo y tampoco capacidad política para acordar con otros partidos un acuerdo que permita la investidura de Rajoy.

En un ejercicio de tacticismos, tiempos y presión mediática en forma de propaganda, que difícilmente puede ser asociado a voluntad democrática, sigue ejerciendo el poder de manera “interina” hasta que la abstención del PSOE le cede la presidencia, que considera propia por derecho inherente.

Y el resultado de esta derrota democrática de Rajoy, salvada por la mayor derrota que sufre el frente de los progresistas por su incapacidad para ponerse en común, es la derrota de toda la ciudadanía del Estado español. En lo que llevamos de legislatura ya hemos conocido que habrá una pérdida de 60.600 millones de euros por el rescate bancario. También que ha aumentado hasta casi el 15% la cifra de personas que, incluso trabajando, se encuentran en situación de pobreza. Mientras Mariano Rajoy se jacta de crear empleo, las personas que consiguen esos empleos no obtienen suficiente dinero para ser autosuficientes económicamente.

Y por si fuera poco, Cataluña.

La enésima derrota de Rajoy cuesta la quiebra de la convivencia en España. Mariano Rajoy quiere solucionar las diferencias entre España y Cataluña igual que ha “solucionado” su acceso a la presidencia del gobierno. Con el mismo sistema en el que ha “remediado” su falta de capacidad para obtener apoyos que le pudieran investir como presidente. Fracturando dolorosamente al colectivo social, sin aportar ningún elemento de valor, ningún luz que de un atisbo de esperanza.

Ya la fractura está hecha. Le ha sido indiferente entregar los cuerpos de seguridad del estado a un sinsentido como la violenta represión de la voluntad de democracia de un sector importante de la ciudadanía catalana, una acción criticada por todos los medios internacionales. No le importa que su irresponsabilidad aliente y anime a quienes aprovechan este conflicto para justificar sus cantos al “Cara al Sol”. No ha tenido reparos en destruir todas las vías de diálogo con las instituciones catalanas. Tampoco los tiene en hacer declaraciones irresponsables que terminen obligando a los partidos más cercanos a alejarse de su lado. La estrategia es la ya utilizada previamente: conflicto, división, propaganda y esperar a una nueva cortina de humo que esconda su desastrosa gestión.

Cuando Mariano Rajoy llegó a la presidencia del gobierno, el mayor problema social era el desempleo.

Hoy, tras cinco años de propaganda de brotes verdes, el desempleo sigue en tasas de crisis. Además, se unen trabajadores/as que no obtienen suficiente dinero para vivir. Los servicios públicos están en precario. El dineral prestado a los bancos va a tener que ser pagado por la ciudadanía. La corrupción de su partido mina la credibilidad de la democracia española. Y mientras una parte del territorio español quiere un interlocutor con el que hablar, con el que ejercer el sentido de la democracia, lo que se encuentra es un muro en forma de ley.

Todo este bagaje hubiera sido suficiente para que, en un acto de honestidad política o intelectual, el propio presidente dimitiera. Pero Mariano Rajoy no, su enésima derrota nos arrastra a toda la ciudadanía. Y la única victoria ciudadana que ya podemos esperar es que dimita, o convoque elecciones. Y, esta vez sí, que el frente progresista sea capaz de ponerse de acuerdo. Rajoy dimisión.

 

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído