Vivimos un tiempo nuevo, de cambio y transformación profunda en donde la nueva revolución tecnológica y la innovación disruptiva en los sectores industriales, económicos , científicos o educativos es una realidad.

Y es que, la imaginación de Arthur Charles Clarke ha sido hoy superada por el avance al que la humanidad se dirige: un cambio de la realidad que transformará a fondo todas las relaciones humanas y económicas en un mundo globalizado que deberá enfrentar los retos y desafíos propios de la evolución de una humanidad convertida en semi-dios, en la creación de la inteligencia artificial humanoide que habitará las calles del siglo XXI.

Hoy imaginar es visibilizar el futuro, ése en donde las intervenciones quirúrgicas serán llevadas a cabo desde la tutela de la tecnología Watson, que es hoy una realidad ya en materia de diagnósticos de enfermedades en  el Hospital Baptist Health South Florida de EEUU, y junto a ello la revolución de la nanotecnología capaz de llevar a cabo la intervención práctica de sus herramientas en sectores como el agroalimentario mejorando la competitividad de los cultivos, o sanitario ayudando a la reparación de órganos dañados y enfermedades.

Vivimos así el principio de una nueva disrupción global que nos llevará al cambio de los modelos socioculturales y económicos, incluso políticos, con los que los seres humanos nos hemos regido hasta ahora, evolución e innovación práctica que nos llevará sin lugar a dudas a asistir a la profunda sustitución en el ámbito laboral de la mano de obra  humana que será reemplazada con la introducción de la robótica. Y todo ello coronado con un profundo cambio climático que afectará de manera directa a los hábitos de desarrollo humano y a los recursos hídricos de un planeta agotado y esquilmado en sus recursos que necesitará de la innovación como solución práctica a retos y desafíos profundos hoy sólo percibibles desde el análisis.

Afrontamos hoy los retos del mañana en donde la estabilidad de una humanidad en permanente evolución deberá de ser capaz de dar respuesta a diferentes incógnitas hoy vinculadas al desarrollo humano. En primer lugar, cómo dar respuesta a un proceso de envejecimiento permanente y de superpoblación en un planeta en donde las pirámides poblacionales estarán invertidas en muchos países en cincuenta años,  en segundo lugar cómo afrontar de manera directa la profunda transformación del sistema laboral en donde el empleo humano será sustituido por las máquinas y la robótica con la implicación que esto supondrá de manera concreta en el mantenimiento del sistema económico y el flujo de gastos y consumo, y en tercer lugar cómo afrontar un cambio climático directo y permanente que supondrá la aplicación de la innovación al cambio del sistema enérgico de un planeta hoy aun dependiendo de los sistemas energéticos contaminantes.

Hoy, en definitiva el futuro llama a la puerta de nuestro presente y ante esto sólo a través de la capacidad de interpretar la nueva realidad podremos entender las amenazas pero también las oportunidades de un nuevo siglo en donde asistiremos a una cuarta revolución en donde el ser humano deberá de nuevo ser capaz de superar los desafíos de su propia evolución.

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