Desde las reuniones de amigos en casa en torno a gusanitos naranjas y barras de helado sabor fresa-nata de mi época hasta las fiestas junto a todos los compañeros de clase con piscinas de bolas, hinchables y pintacaras de hoy día, pasando por las tradicionales comidas familiares, salidas nocturnas o barbacoas. Así, unos más y otros menos reticentes al hecho de cumplir años, vamos festejando cada 365 días el aniversario de nuestro nacimiento y, en prácticamente todas las celebraciones, se entona tarde o temprano el popular cumpleaños feliz, esa tradicional melodía que probablemente muchos recuerden asociada al famoso “Happy Birthday” que Marilyn dedicó de forma tan insinuante al aquel entonces presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, para felicitarlo, el mismo que seguramente escucharé de boca de mis seres queridos el próximo martes antes de soplar las 35 velas de mi tarta de cumpleaños.

“Good morning to you, good morning to you, good morning, dear children, good morning to all”, decía la letra original de tan pegadiza melodía. Titulada como su último verso y escrita en 1983 por las hermanas Mildred y Patty Smith Hill, ambas maestras de un jardín de infancia en Kentucky, componía la primera pieza de su libro de canciones infantiles. De esta forma, la que originariamente fuera una melodía para dar los buenos días, acabó por convertirse, cuando una de las maestras modificó la letra de partida por “Happy Birthday to you” en honor al cumpleaños de una de sus alumnas, en posiblemente la canción más veces interpretada en el mundo. ¿Se imaginan cuántas personas, en cuántos lugares del globo terráqueo y en qué diferentes idiomas estarán en este mismo instante entonando sus notas? La mutación de la letra hizo que la canción se transmitiera durante 31 años de boca en boca hasta que, en 1924, Robert H. Coleman pusiera fin a cuatro décadas de tradición oral al publicarla en un libro de canciones.

Pero ¿qué es lo que cantamos exactamente cada vez que, con nuestra voz, felicitamos el cumpleaños a un amigo, familiar o conocido? Entonamos una sencilla melodía con cuatro pequeñas semifrases equivalentes a los cuatro versos del texto, todas con origen anacrúsico o, lo que es lo mismo, con un pequeño grupo de notas que antecede a la primera pulsación fuerte de la frase, en compás ternario y subdivisión binaria, fácilmente acompañables por una básica armonía de tónica, subdominante y dominante, lo que resulta lógico si tenemos en cuenta su origen como canción infantil. La tensión de la melodía crece a medida que el intervalo clave ascendente que se produce en cada frase es más amplio, comenzado por una cuarta justa que pasa a ser una quinta justa en la segunda frase y una octava justa en el tercer verso que lleva al punto culminante de la canción, ese momento decisivo correspondiente al “te de-se” de la frase “te deseamos todos” en el que montones de interpretaciones de esta popular pieza, realizadas por cantantes menos experimentados en la cuestión musical, sufren una crisis de dudosa afinación. Desde luego, nada que no pueda suplir el cariño con el que esta melodía se canta al homenajeado. 

Años después de la publicación del cumpleaños feliz, su popularidad fue incrementada gracias al cine y a la radio, lo que llevó a la hermana menor de las maestras a tomar la determinación de intentar demostrar la autoría familiar de la canción, llegando así a obtener sus derechos que gestionó a través de la empresa Summy Company y siendo el sello discográfico Warner propietario del copyright desde 1990 tras una transacción de cinco millones de dólares. La canción más conocida del mundo, según el libro Guinness de los récords, es reproducida hoy en día por innumerables dispositivos, debiendo estar su uso comercial autorizado y unido al pago de los derechos correspondientes hasta 2030 en Estados Unidos, limitación que concluyó para Europa el año pasado y de la que siempre estuvo absuelta, afortunadamente, el ámbito privado.  

No solo en torno a la conmemoración de este aniversario anual se sitúa la música, sino que son muchos los contextos de celebración en los que está presente, corroborándose su importante función social. Festejamos la Navidad en torno a los villancicos o la novia hace su entrada en el día de su boda acompañada de la marcha nupcial en lo que son tan solo algunos ejemplos de la multitud de apariciones que determinadas piezas musicales hacen junto a la acción de celebrar. Las unidades familiares crean sus propias dinámicas alrededor de la música, teniendo obras características de su repertorio cotidiano en ocasiones asociadas a recuerdos o que incluso han pervivido durante varias generaciones o la música constituye un símbolo de identidad fundamental asociado a la edad, la moda, la procedencia, la tradición… La música es por supuesto parte importante del hecho artístico pero, hoy en día, supone una herramienta crucial aplicada a lo social y al contexto diario en torno a la que se construyen nuestras vivencias y experiencias. 

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