“Tras el 24M contasteis con la confianza de esta dirección federal a la hora de abordar pactos. Vuestra experiencia me va a ser de extrema utilidad”. Cuando el secretario general del PSOE dirigió estas dos frases a sus compañeros en el comité federal del partido el lunes 28 no se trataba de una inocentada, había firmado de facto el principio del fin como líder de los socialistas. Y la chispa que había espoleado este principio del fin la tenía sentada precisamente enfrente. Su nombre: Susana Díaz.

Esta petición de Sánchez escondía, más que un deseo, una súplica en toda regla que la baronía mayoritaria, con la baronesa Susana Díaz a la cabeza, no estaba dispuesta a atender escudada en la máxima inquebrantable de que los tiempos estatutarios del partido están por encima de intereses nacionales de cualquier índole. Y además, el 20D había colocado al PSOE donde le correspondía, en una segunda posición muy alejada de las aspiraciones iniciales de llegar a la Moncloa por la vía directa.

Por ello, la dirección liderada por Sánchez, y apoyada explícitamente por las direcciones regionales de Madrid, Baleares, Euskadi y la ambigüedad calculada del PSC de Miquel Iceta, ha pedido retrasar el congreso federal de febrero a fechas posteriores indeterminadas cuando el panorama político se clarifique, en contra de la tesis de los barones más destacados, con la andaluza Díaz a la cabeza y los presidentes de Asturias, Extremadura, Aragón, Castilla-La Mancha y Valencia ejerciendo de fieles escuderos de la baronesa, que han sentenciado a Sánchez marcando en rojo la fecha del congreso federal “cuando toca”, o sea, en febrero, cuatro años después de aquel que otorgó el liderazgo al actual profesor universitario y ex atleta Alfredo Pérez Rubalcaba.

Estos barones del “cuando toca” saben que de un modo u otro deben su poder en sus respectivos feudos al apoyo explícito o la abstención del partido morado y, como les recordó Sánchez, recibieron en su momento el beneplácito de Ferraz para cerrar estos acuerdos programáticos de gobiernos regionales.

En contra de lo que esperaba, el secretario general no está recibiendo ni de lejos el mismo trato. Detrás de este pulso se encuentra ni más ni menos que el órdago en toda regla que la baronesa andaluza ya le está lanzando abiertamente, al creer llegado su momento para aspirar a la secretaría general de un partido que pierde votos a espuertas en todo el país y que sólo en el granero socialista mantiene a duras penas la fidelidad del electorado.

Todo ello escudado en el debate sobre la fecha conveniente o no del congreso federal del partido, un tema en apariencia menor teniendo en cuenta que el PSOE se está jugando estar presente o no en la toma de decisiones del gobierno del país.

2 COMENTARIOS

  1. Susana Díaz no le dará la puntilla al PSOE. Para eso ya está Pedro Sánchez. Susana estará presente para oficiar las exequias del difunto. Después ya no habrá tiempo para plañideras inconsolables. Que descanse en paz y punto

  2. La imagen de portada lo dice todo, llega el «presi» y todos miran a otro lado. Será porque ya no es tan «presi».
    Susana, hasta que no lo hunda no parará, es la «vieja escuela» personificada, cuánto rencor…

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