Las enfermedades no hacen distinciones y llegan en cualquier momento. Sin embargo, los niños que se ven obligados a permanecer largas temporadas hospitalizados para seguir con sus tratamientos tienen una especie de doble castigo: el propio de la enfermedad y el de renunciar a una parte de su infancia.
Para evitar ese segundo castigo, en diferentes hospitales de nuestro país se han puesto en marcha iniciativas para aprovechar espacios en los que construir zonas en las que estos niños que viven un largo proceso de ingreso puedan jugar y estar con sus familias fuera del ambiente cerrado de una habitación. Los psicólogos son muy claros en este aspecto: el juego es una terapia más que puede llegar a acelerar la recuperación.
La Fundación El Gancho Infantil, presidida por Marta Baturone, ha puesto en marcha un proyecto al que han llamado La Azotea Azul, en la que, a través de un convenio firmado con el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, se habilitará un área al aire libre que no será sólo un jardín o una zona de juegos sino que es una salida al mundo exterior donde los niños podrán conectar con su entorno y sus seres queridos a través del juego, ya que la hospitalización impide que salgan a la luz del sol porque no hay zonas adecuadas para ello.
Con La Azotea Azul se pretende conseguir que miles de niños puedan olvidar su enfermedad durante un tiempo y puedan disfrutar como lo que son. Es una obligación de todos ayudar en esta tarea.
En otros proyectos ya implementados en diferentes centros hospitalarios en España se ha comprobado que estos espacios son muy positivos puesto que una zona al aire libre, bien equipada para que los niños puedan jugar, realizar sus ejercicios de recuperación, acorta los periodos de ingreso y beneficia al estado psicológico del niño y de sus familiares.
El Proyecto La Azotea Azul se enmarca en la estrategia Al Lado de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía cuya finalidad es dar voz a los menores en situación de adversidad sanitaria.
