Cualquier pregunta acerca de la realidad, nos obliga a transitar por los errantes caminos de lo subjetivo.

Si como escribió Hegel: «los momentos que el espíritu parece haber dejado tras él, los posee siempre en su actual profundidad».

Tendríamos que aceptar un eterno retorno presente sobre nosotros mismos, un ensimismamiento inevitable y atemporal que nos haría perennes después de mortales.

En este contexto, lo real se autodefine como una pluralidad racional-emotiva y espiritual, con muchos planos y cortes sobre lo pura y concretamente percibido.

Mas si lo percibido es aquello que se puede, de alguna forma, cuantificar; lo no percibido debería consiguientemente cuantificarse, pero ahora con el parámetro de la ausencia.

Ya que lo que es en sí, lo es desde su ser tanto como desde su no-ser, presente o ausente.

Cuando decimos que en determinada cosa hay vida, también expresamos que en ella no hay no-vida; damos por supuesta la ausencia nombrando la presencia.

Suponiendo, claro está, que los términos vida y no-vida sean excluyentes y no simultáneos en su identidad, lo que sería objeto de otro debate, lejos de cultos y demás invisibles magias.

De todo ello resultaría una ecuación: presencia, realidad y tiempo.

En donde la variable siempre sería el tiempo (percepción paradójica, por otra parte, cuantificable y subjetiva a la vez).

Asimismo, todo lo presente vive sustancialmente en la ausencia, como la muerte se alimenta sin descanso de lo vivo.

Cuanto es presencia es ausencia, sólo en el aquí y ahora puede existir lo que es y está, lo presente.

El tiempo nos ignora, la muerte no.

La flor tersa que mece acompasadamente el aire, es en esencia la misma que, marchita, se deshoja y esparce.

Si fuésemos capaces de cuantificar con el mismo valor intrínseco, presencia y ausencia, nuestro sistema emocional cambiaría profundamente, seríamos más dueños de nuestra «realidad»; lo que habría de conducirnos sin duda a dulces abismos impensables hoy, múltiples espacios mentales y físicos más auténticos, libres y serenos.

Contingencia o libertad.

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