Comienza una semana decisiva para este país, y todo el foco, justa o injustamente, estará sobre el PSOE y su líder interino. Ha llegado el momento de que Pedro Sánchez diga a los españoles qué planes tiene para el país. Seguir en el «no es no» sabiendo que ello supone nuevas elecciones, o una abstención socialista que permita a Mariano Rajoy formar Gobierno. Cualquiera de las dos decisiones es legítima. Yo, al contrario que la mayoría, pienso que la convocatoria de unas nuevas terceras elecciones no debe ser ninguna tragedia, y que si los partidos con representación parlamentaria no llegan a un acuerdo en tiempo y forma, se vuelve votar y punto. Considero una aberración democrática satanizar la llamada a las urnas.

Ahora bien, si finalmente el PSOE va a facilitar un nuevo Gobierno del Partido Popular, lo que procede es dejarse de zarandajas, respuestas crípticas y alusiones a puertas semiabiertas por muy cerradas que todos sepamos que están. Lo que hay que poner ya encima de la mesa es en qué condiciones el PSOE va a permitir gobernar al PP, y qué exigencias ineludibles va a plantear.

Si al final, Pedro Sánchez, obligado por las circunstancias -y por Juan Luis Cebrián- va a ceder, debe poner una serie de condiciones que merezcan el sacrificio de los socialistas. A saber, revisar las Reforma Laboral impuesta y lograda la pasada Legislatura por la Patronal, endureciendo las condiciones del despido objetivo, dificultando el improcedente, y recuperando el valor de la negociación colectiva. Derogación inmediata de la retrógrada y fascista Ley Mordaza, en su totalidad y sin necesidad de debate previo. Un gran Pacto para la Educación, tras dejar en suspenso la nefasta Ley Wert. Y, cómo no, abordar de una vez una reforma fiscal que obligue a los que más tienen a soportar el gasto de hacer digna la vida de los que tienen poco o nada. Por supuesto, debe contemplar más exigencias, como las necesarias condiciones para los Presupuestos Generales del próximo año y cómo evitar que las imposiciones de ajustes de la Unión Europea recaigan de nuevo sobre trabajadores, pensionistas y parados, o sobre el sistema de Protección Social, la Educación y la Sanidad.

Deben ser EXIGENCIAS que permitan al PSOE actuar para desbloquear la actual situación sin vender sus esencias más básicas. Si actúa así -y sin esperar a ver qué hacen otros para poder «compartir las culpas»-, Pedro Sánchez hará su primera demostración de liderazgo y devolverá al Partido Socialista la capacidad de iniciativa perdida tras la catarata de nefastos resultados electorales cosechados por su equipo directivo. Habrá acabado con la inestabilidad gubernamental actual, defendido y protegido los derechos y libertades de los ciudadanos, devuelto al Gobierno al control de Las Cortes, que no es poco, y, además, estará en condiciones de presentar al inminente Congreso del PSOE una cuenta de resultados de la que actualmente carece para pretender seguir al frente del socialismo español.

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