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¿Justificamos los asesinatos machistas?

Ana Vega
Ana Vega
Madrileña de 52 años, afincada en Tenerife desde el 2002. Auxiliar de enfermería, pero desde hace catorce años, inspectora de seguros. Mi pasión por los medios de comunicación me ha llevado a colaborar en diferentes medios audiovisuales en la isla, donde actualmente dirijo “El Rincón de Ana Vega”.
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análisis

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Siete días han pasado desde que se encontró en una casa de La Orotava (Tenerife) a una familia muerta, incluyendo al perro.

Desde ese momento en diferentes medios de comunicación se barajaban mil y una hipótesis. Que si podía ser un suicido pactado y muchas más barbaridades que no seré yo quien las vuelva a relatar.

De la familia sólo escapó un hijo que no se encontraba en el domicilio al estar con su padre.

Mi perplejidad, porque es difícil acostumbrarse a escuchar estupideces, salta cuando lo primero que se hace es hablar del historial del asesino. Porque no pienso poner presunto. Un militar condecorado por su participación en Afganistán. Todo un ejemplo de patriotismo que ni de coña sería capaz de asesinar a su familia.

Preguntas a los vecinos y haciendo méritos de ejemplaridad de familia normal a los que se les veía muy unidos… Vamos, que no cabía la posibilidad de que ahí hubiese un asesinato machista.

Pero ahí seguían pasando los días y el enfoque era lo buen hombre que era. Investigando con sus compañeros del ejército, diciendo si fue porque una de las niñas estaba muy enferma y estaban pasando problemas económicos, no queriendo la familia materna ayudarles. Lo dicho, comentarios patéticos, espeluznantes y de muy mala sangre.

Y lo peor estaba por llegar, cuando el sábado eran trasladadas la madre y las pequeñas al municipio de La Orotava. Te pones a leer la noticia y te encuentras con una nueva cafrada de artículo que viene a poner en cuestión la no asistencia de la abuela materna al sepelio sin saber las razones de su ausencia. ¿De verdad es difícil de entender? O ¿me están diciendo que eso la hace ser una mala madre o abuela a quien le han arrebatado de un plumazo sus vidas?

Por si era poco se dirigen al menor que se queda huérfano y a quien nadie le devolverá ni su madre ni a sus pequeñas hermanas, como tampoco a su perro, diciendo que aparentemente estaba “entero”. ¿Cuestionan también a un niño de 12 años?

Miren ustedes yo no soy periodista. Soy comunicadora que escribe y conduce programas de radio, pero ni de coña se me ocurre alimentarme de las miserias de los demás, como tampoco poner a nadie en situaciones mezquinas ante preguntas que no deberían ni ser expuestas.

Analizando lo que ha pasado en estos días vuelvo a detectar que cada vez que se produce un asesinato lo primero que se hace es ver el historial del asesino, así como investigar en el tipo de familia que eran. Es tener la sensación de buscar una justificación para así ¿justificar lo injustificable?

¿De veras si se confirmase que había una situación económica precaria, o una hija enferma, sostiene el asesinato? ¿Una mala relación con la familia materna sería motivo de asesinato?

Es que me da exactamente lo mismo como era ese asesino, por lo que queda claro que era un monstruo que actuó con premeditación y alevosía para asesinar a su familia. Un monstruo macabro que para remate se ató las manos para llevar a cabo su suicidio.

Dejen de indagar en las vidas de las víctimas de asesinos machistas. Basta de buscar respuestas retorcidas e indignantes. Al final parece ser que a quien a cuestionar es a la víctima y nunca al asesino.

Dejen de señalar donde no deben. Miren a su lado, a sus madres, hermanas, hijas, nietas y digan si les gustaría verse en ese cruel escenario.

Y al periodismo barato y torticero les pido que dejen de alimentarse de las miserias y las tragedias porque el buen o buena periodista no es quien maquilla la realidad, o utiliza el morbo como cebo. El buen o buena periodista llama a las cosas por su nombre, y debe estar obligado a actuar con la verdad por delante y cercando en este aspecto a esos asesinos de mujeres, niñas y niños, como también a los maltratadores y violadores.

De nuevo queda en evidencia que la violencia de género no tiene un perfil concreto y se produce en cualquier estatus social. He aquí desgraciadamente de nuevo la prueba.

Tampoco podemos decir como son o dejan de ser en una familia, porque dentro de las paredes de una casa la historia infinidad de veces se aleja brutalmente de la realidad.

Y que nadie se olvide que el machismo habita en las casas, y es tratado a cuerpo de rey.

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