Hace unos días llegó a mis oídos la noticia de que una conocida, tras varias décadas de servicio público como maestra, se jubilaba. Por cierto, si por un lado se entiende este concepto como merecido, por otra parte, muchos no alcanzan a comprender qué sentido tiene de júbilo, sobre todo, como en la mayoría de los casos que nos ocupan, son personas que dejan atrás un bagaje, una experiencia profesional, una nostalgia… en definitiva, cuasi una pena por finalizar esta etapa de sus vidas.

Por esa razón, seguro que la veremos, tras unos días de contraste, en los que se rompe su rutina, continuamente por el Colegio. Seguro que haciendo gala de su solidaridad, de su afán voluntarista, de sus ganas de colaborar, estará presente en multitud de actividades e iniciativas que se plantean por parte de la Comunidad escolar: fiestas del Centro, Semana Cultural, días especiales…

Toda una vida dedicada a la enseñanza. No sólo con las numerosas generaciones de alumnos que han pasado por sus aulas, y en los que sin duda ha dejado huella, sino también formando y liderando equipos. Activa desde la Dirección que le permitía abrir las posibilidades docentes hacia la sociedad: implicando a la Administración, a la AMPA, a las Asociaciones del barrio…

Pero quizás de lo que más orgullosos se sienten los que la conocen es del trato humano. Ese saber desenvolverse en los conflictos y en las alegrías. Esa forma de conocer la tecla que hay que tocar, tratando de herir al mínimo las sensibilidades de un colectivo que pasa muchas horas juntos y donde es sencillo que estallen, de manera habitual las diferencias.

Sólo queda agradecer tu trabajo. Tu legado son los cientos de adultos que un día fueron niños y que bajo tu amparo y tu cobijo han ido madurando y atravesando la línea de la vida. Muchas veces te cruzarás con ellos por las calles. Siempre habrá un hueco para la palabra amable. Ahora, tras un paréntesis de cambio, toca acometer nuevos retos. En tu mochila quedará grabado siempre el testimonio de tantas personas que tienen motivos suficientes para, cuando se acuerden de ti, esbozar una sonrisa.

1 COMENTARIO

  1. «»…. cuasi una pena por finalizar esta etapa de sus vidas»

    En absoluto yo llevo casi 35 años de trabajo docente, satisfactorio, con sus alegrías y desengaños por supuesto y anhelo con fervor el día de mi jubilación y todavía me quedan un par de años, si no empeoran las leyes…

    Sobre todo los dos últimos años con la LOMCE esto ha sido y es un sin vivir, más carga administrativa, más papeleo, más inseguridad… un horror. O sea que de pena nada de nada, alivio y como yo todos los que se van jubilando estos tiempos.

    TODOS los que conozco y son unos cuantos están gozosos y contentos, maestros y maestras que en esto no hay matices de género.

    saludos cordiales

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