Jóvenes: ahora nos toca a nosotros

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Salimos a la calle por nuestros mayores, hace una semana, y lo volveríamos a hacer. Porque ellos han luchado para lograr nuestro estado del bienestar.

Salimos a la calle, ayer por las mujeres. Por nuestras madres, nuestras abuelas, nuestras hermanas y nuestras hijas. Para agradecerles su lucha, para lograr más avances y para mejorar su futuro. Y lo volveríamos a hacer. Siempre que alzasen la voz, siempre que nos reclamasen, siempre que viéramos tras su rostro de fortaleza, que reprime unas lagrimas injustas.

Este país, está sociedad, ha perdido el miedo a salir a la calle. Hemos perdido el miedo a plantarnos ante los jefes, ante los políticos, ante la iglesia, ante los machistas, ante los que no nos permiten ser. Los que no nos permiten avanzar. Contra los que se creen poderosos, y que demasiado a menudo se les olvida que sin nosotros, no son nadie. La calle, la calle es nuestra arma.

Por los mayores, por las mujeres… y por nosotros? Ahora nos toca a nosotros. Hemos aguantado mucho, demasiado. Hemos aguantado resignarnos ante lo que no deberíamos. Nos hemos creído que tal vez era culpa nuestra, que algo habíamos hecho mal. Nos dijeron qué fuéramos a la universidad, que hiciéramos un máster, que aprendiéramos idiomas que con ellos tendríamos futuro. Pero qué futuro? Ir a servir cafés a Londres, como nos han recomendado alguna vez nuestros políticos? Pues qué mierda de futuro.

Somos una generación de mierda, porque lo ha decidido este sistema. Nos ha mandado a la basura de forma colectiva. Dificultándonos la emancipación, la posibilidad de crear planes a un año vista, la imposibilidad de montar una familia… no, la Constitución votada por nuestros padres y abuelos, no está hecha para nosotros. Nos excluye, no nos reconoce. Pero tampoco les importamos demasiado, a quienes pueden cambiarla. Para ellos aún somos “críos” y tenemos mucho tiempo para reivindicarnos. Lo que no se dan cuenta es que, condenándonos ahora, a muchos nos cortan esas posibilidades.

Así, después de por nuestros abuelos por sus y nuestras pensiones y por las mujeres y su derecho a ser tratadas igual que los hombres, ahora es nuestro turno, el turno de los jóvenes que hemos despedido a amigos que han tenido que exiliarse y volver a hacer sitio en casa a nuestros hermanos que han vuelto después de probar montar su propia vida. Somos muchos, y somos el futuro. Tenemos el dominio de la red, del mensaje y del voto. Y tenemos que ocupar la calle, porque nos pertenece. Y seguro que ahí nos acompañarán nuestros abuelas y nuestras madres. Por qué también quieren que los jóvenes tengamos futuro. Por qué tenemos que reivindicar que somos el futuro. Si no, quien no tiene futuro es el pais.

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