Javier Velilla, primera novela

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«Luis sabe que la Duquesa tiene una óptica en Alicante. El TomTom le indica que en treinta y dos minutos estará frente a la puerta, a punto de enfrentarse a ella después de dieciocho años, si es que está hoy allí, y sobre eso no tiene ni la más mínima certeza».

Con este párrafo comienza Javier Velilla, escritor oriundo de San Benito, Badajoz, su primera novela, y lo he reproducido porque considero es una magnífica declaración de intenciones, e indicativa de la capacidad narrativa del autor.

NI UNA PUTA FOTO cuenta la historia de un hombre que se topa inopinadamente con sus diarios de juventud, y utilizando el pretexto de que no tiene ni una sola foto de las mujeres que han ido jalonando su vida sentimental, decide buscarlas y utilizarlas a modo de magdalenas proustianas para, de algún modo, encontrarse con el quien fue, que quizás no sea tan diferente a quien es en la actualidad.

La narración, escrita de forma clara y fácil de seguir, salta continuamente en el tiempo sin perder por ello la eficacia narrativa. A lo largo de la misma van circulando desde su primera novia hasta la mujer con quien está casado en el momento que se sitúa la obra. Técnicamente utiliza un narrador omniscente para vertebrar su discurso en el que entreveran los fragmentos del diario que sirven de detonante, así como diversos poemas que, en ocasiones, le inspiran las mujeres con las que se ha ido relacionando.

Estamos por lo tanto ante una obra iniciática, en la que se pueden presumir muchos paralelos con la trayectoria vital del propia autor: ingeniero agrónomo como el protagonista y que ha vivido en ciudades como Madrid y Oxford, al igual que él. Es de destacar la capacidad del autor para dibujar personajes, pues la galería de mujeres que desfilan por la vida de Luis Cortés no se confunden las unas con las otras, algo que sería fácil que ocurriera dada la estructura que se utiliza. Aunque quizá el personaje secundario más logrado de NI UNA PUTA FOTO sea el mejor amigo del protagonista: Javi Radio, alrededor del cual también podría articularse una historia por sí misma.

El resultado, final y de conjunto, es una novela atractiva y entretenida, en la que se delata el buen pulso natural como narrador de Javier Velilla, de quien esperamos con interés nuevas entregas en el futuro.

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