Javier Arenas, el hombre que siempre está ahí

Rajoy vuelve a confiar en el histórico dirigente andaluz, pese a haber sobrevolado su presunta implicación en el caso Gürtel

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El día de los Inocentes de este 2017 Javier Arenas cambia de dígitos en su tarta de cumpleaños. Será lo único que se modifica en el currículo de este político sevillano criado en el municipio gaditano de Olvera, un dirigente incombustible, incansable, inamovible, que como el dinosaurio de Monterroso parece que siempre estuvo ahí, en la primera línea del Partido Popular.

Mariano Rajoy, el líder indiscutible del partido hoy más que nunca, lo sigue queriendo tener a su vera, muy cerca, en un cargo ejecutivo que le viene como anillo al dedo, como vicesecretario de Política Autonómica y Local, después de haber desempeñado durante lustros el cometido fallido una y otra vez de desbancar a los socialistas del poder en la tierra que lo vio nacer: Andalucía. Y cuando precisamente lo pudo hacer al ser el PP la lista más votada en las autonómicas de 2012, no tuvo más remedio que resignarse a dejar de nuevo la presidencia de la Junta a un socialista tras el pacto rubricado con Izquierda Unida.

La sucesión de cargos públicos y de partido acumulados desde que a comienzos de los 80 se erigiera como el concejal más joven del Ayuntamiento de Sevilla es mareante, por ser una lista tan extensa como incesante. Nunca ha pasado a un segundo plano de la actividad política, y si lo ha hecho ha sido con misiones importantes encomendadas, como la que ahora tiene por parte del propio Rajoy, enmendar los apoyos fugados de su electorado potencial a nivel local y autonómico tras los incontables casos de corrupción registrados en el partido en los últimos años.

Arenas está casado con la abogada sevillana Macarena Olivencia, hija del prestigioso catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Sevilla Manuel Olivencia, toda una institución en la capital andaluza, profesor del ex presidente del Gobierno Felipe González, quien acudió a su mentor para que lo sacara del entuerto en que había entrado el futuro de la Expo 92 de Sevilla después de la dimisión del arquitecto Ricardo Bofill. El comisario Olivencia llevó finalmente a buen fin la Exposición Universal.

Arenas, formado políticamente en los extintos UCD y PDP, lo ha sido todo en la política local, autonómica y nacional. Concejal, diputado autonómico, diputado en el Congreso, ministro con Aznar y vicepresidente del Gobierno los años previos a la entrada del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en Moncloa.

Su frustrado asalto a la presidencia de la Junta de Andalucía en 2012 lo relegó a puestos más orgánicos que ejecutivos, pero ni siquiera así ha abandonado la primera línea. Tampoco lo hará ahora, para disgusto de la cúpula del PP andaluz, con Juan Manuel Moreno Bonilla a la cabeza, colocado ahí también por el propio Rajoy en su momento. Los populares andaluces, que celebran en marzo su congreso regional, creían ya amortizado al fin al omnipresente Arenas, pero no ha sido así.

La afinidad personal de décadas entre el presidente del Gobierno y Arenas ha dictado sentencia a favor de este último. Una de las cuatro vicesecretarías del PP, la más determinante en el equilibrio territorial, estará en sus manos de nuevo. Y además se apunta el logro de que Rajoy haya incluido a 15 andaluces en el Comité Ejecutivo Nacional.

Y eso que el caso de corrupción más importante de este país en los últimos años, Gürtel, ha sobrevolado siempre la gestión del histórico dirigente andaluz, aunque en ningún momento ha servido para apuntar directamente hacia él como presunto responsable de la trama criminal que comenzó a enjuiciarse el pasado octubre.

El presunto número dos de la trama corrupta, Pablo Crespo, ha llegado a implicar a Arenas en el proceso de contratación del PP con los integrantes de la Gürtel. Crespo aseguró durante el interrogatorio por el caso de la primera época de Gürtel que el ex secretario general del PP formó parte del comité que junto a Ana Mato, Juan Carlos Vera y Juan José Matarí, concedió los eventos y publicidad de las campañas electorales de 2003 y 2004, primeras en las que Mariano Rajoy optó a la Presidencia del Gobierno.

No fue esta la única rama de la extensa trama Gürtel en la que el nombre de Arenas sobrevolaba muy cerca. En octubre de 2015, el ex jefe de prensa del dirigente andaluz, Isidro Cuberos, fue hallado muerto en un barranco en un presunto accidente de motocicleta. Cuberos estaba imputado en el caso Gürtel, acusado de intermediar en la adjudicación del expositor de Jerez en la feria Fitur 2004 a sociedades de la trama de Francisco Correa.

El periodista fallecido fue jefe de prensa del PP andaluz entre los años 1993 y 1996 y ocupaba en el momento de su fallecimiento la representación del PP en el Consejo Audiovisual de Andalucía. Unos meses antes de su muerte se acogió a su derecho a no declarar ante el juez Pablo Ruz de la Audiencia Nacional por considerar prescrito el presunto delito por cobrar una comisión de unos 50.000 euros.

En el congreso del partido celebrado este fin de semana, el reforzado vicesecretario de Política Autonómica y Local recalcó en la ponencia económica y territorial aprobada que los populares defienden la unidad de España, la lealtad a la Constitución de 1978 y la igualdad de derechos de todos los españoles. La ponencia fue ratificada por unanimidad de los compromisarios. Fue entonces cuando saltó la anécdota del día, cuando Arenas subrayó que el congreso del PP servía para aunar “tradición y vanguardia”, de la etapa de José María Aznar, dijo, a la etapa “de José María Rajoy”. El inocente lapsus arrancó las risas de los compromisarios asistentes a la Caja Mágica de Madrid. Solo unas risas, nada más, porque la imagen de Aznar sobrevoló apenas unos instantes por allí en todo el fin de semana. Y Arenas, en cambio, sigue aquí y siempre estuvo ahí, como el dinosaurio de Monterroso.

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