La sociedad ha cambiado desde que el sistema capitalista ha mutado hacia objetivos individuales con ese cambio de la producción a la especulación salvaje que busca el beneficio de los mercados por encima de lo que sea. Muchos analistas afirman que este hecho, que esta mutación, se comenzó a gestar con la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento del sistema comunista que servía de contrapeso en el mundo occidental para frenar dicha especulación para que los beneficios del capital revirtieran en políticas sociales que hicieran ver a los ciudadanos que el capitalismo les daba una serie de beneficios que en los sistemas comunistas no se conocían. Puede que haya algo de cierto, pero es darle a la represión de aquellos Estados que pervirtieron el mensaje del comunismo original un mérito excesivo. Lo que sí queda claro es que la imposición de las necesidades económicas a las necesidades de los ciudadanos es una tendencia peligrosa porque para lograr los objetivos de los mercados se pasa por encima de lo que sea. Siempre pongo el mismo ejemplo porque creo que es bastante claro de lo anteriormente expuesto: tras la caída de Lehman Brothers los mercados comenzaron a especular con el precio de alimentos y materias primas, lo que provocó una hambruna en el Cuerno de África que se llevó por delante la vida de millones de personas. Los mercados no tienen piedad de nada ni de nadie porque es pura especulación que logra que las élites económicas ganen dinero rápido en vez de depender de la producción, donde los beneficios son menores y en un plazo mayor de tiempo.

El Gobierno de Mariano Rajoy fue un ejemplo de entreguismo a esos mercados. Es pura ideología porque el PP es el reflejo en España del Tea Party estadounidense o el heredero de las políticas neoliberales impuestas por Margaret Thatcher o Ronald Reagan en la década de los 80 del siglo XX. El Partido Popular no quiere política, sólo quiere economía. En Génova están convencidos de que la economía es la base sobre la que se debe sustentar la democracia, convirtiendo la gestión de la ciudadanía en una tabla de Excel, en una cuenta de Pérdidas y Ganancias. Este hecho lo vimos en la anterior época en que gobernaron y las políticas que llevaron adelante. Para mejorar le economía tendieron una trampa a los ciudadanos cuyas consecuencias conocían de antemano pero que lo terrible de las mismas no les hizo dar marcha atrás. El Gobierno de Aznar creó el escenario perfecto para destruir el Estado del Bienestar y que el ciudadano se encontrara en un estado de miedo tal que no hubiera oposición a la imposición del Estado Liberal.

La burbuja se fue inflando con el fin de crear el campo de cultivo perfecto para que, una vez explotara, se generara una situación de crisis social que hiciera que los ciudadanos vieran como inevitable la pérdida de derechos y libertades como única manera de mantener un puesto de trabajo precario y mal pagado. ¿Por qué si no los españoles no se levantaron contra las políticas restrictivas de Rajoy, como está ocurriendo en Francia contra la Reforma Laboral del falso socialista Valls o contra el fraude electoral que le llevó a la Moncloa? Por miedo, por el mismo miedo que hace que se continúe aceptando la explotación laboral legalizada por la Reforma del Partido Popular sin apenas resistencia por parte del pueblo.

Ese entreguismo ante la pérdida del Estado del Bienestar hace que no tengan límite las capitulaciones del pueblo en favor de los intereses privados, hace que se vean como inevitables las pérdidas de derechos. Uno de esos aspectos son las pensiones. No hay mejor modo de ver hacia dónde van las estrategias de las élites económicas, de los mercados y de los partidos políticos que se pliegan a sus exigencias que la publicidad de las entidades bancarias. Durante la burbuja sólo hacían publicidad de hipotecas, sobre todo en las Cajas de Ahorro, donde se concedían sólo con una nómina sin tener en cuenta la tipología de contrato o del sector donde trabajaba quien solicitaba dicho préstamo y, sobre todo, sin pasar muchas de ellas por un comité de riesgo. Hubo algunas entidades que vendían sus créditos hipotecarios con unas condiciones que la propia publicidad ya delataba que era una estafa como, por ejemplo, dar hipotecas con plazos de hasta cincuenta años. Cuando la burbuja se estaba pinchando, cerraron el grifo del crédito, el supuesto negocio de la banca, comenzaron a publicitar las cuentas nómina porque precisaban liquidez. Cuando Rajoy y el Partido Popular comenzaron a hablar de la «luz al final del túnel» o de que «la recuperación económica era un hecho» las campañas publicitarias fueron hacia los planes de pensiones, lo que nos da a entender que las intenciones de los poderes económicos y los mercados estaban pensando en la destrucción del sistema de pensiones español.

La precarización de los salarios y la falta de empleo hacen que se incida en ese peligro. El empleo que se crea en la España de y post Rajoy está caracterizado por la temporalidad y la precariedad. Se están pagando salarios al nivel de hace 30 años, salarios bajos que provocan un déficit en la Seguridad Social porque al pagar menos los empresarios se recauda menos, por mucho que se quiera vender lo contrario desde las plataformas mediáticas de propaganda del Partido Popular. Este hecho hace que las futuras pensiones estén en peligro, pero no las pensiones de los que están trabajando ahora por cuatro perras, sino de los propios jubilados que se dejaron la vida para lograr un retiro digno. Un trabajador que está cobrando 400 euros al mes, está cotizando apenas 160 euros mensuales a la Seguridad Social, es decir, 1920 euros al año, cantidad que apenas cubre una pensión mensual. ¿Cómo es posible que se permita esto? Sencillo, es la estrategia marcada para que el Estado abandone a quienes se jubilan para entregar esa responsabilidad a las entidades bancarias. En sus años de gobierno, ya sea efectivo o en funciones, Mariano Rajoy y su Ejecutivo se han fundido la hucha de las pensiones lo que demuestra el fracaso de sus políticas de empleo y el interés que tienen por los jubilados. Un fracaso interesado, eso sí, porque, desde un punto de vista económico provocará que los españoles que están trabajando prácticamente por techo y comida tengan miedo del futuro y se sacrifiquen aún más con tal de garantizarse una pensión aportando pequeñas cantidades a algún plan privado. Desde un punto de vista político, esa depauperación del sistema público de pensiones provoca también el temor de quienes están jubilados y que ven peligrar su paupérrima pensión y, por lo tanto, apuntala el hecho de que se garanticen un nicho electoral que, por miedo, seguirá votándoles.

El acuerdo firmado por Rajoy y Rivera, ambos defensores a ultranza del modelo económico neoliberal y seguidores cuasi fanáticos de los postulados del Tea Party americano, apenas se hace mención al tema de las pensiones, como tampoco se hace mención a reformas laborales de calado que beneficien directamente a los ciudadanos. Por tanto, tanto el PP como C’s son cómplices de este atentado contra el Estado del Bienestar.

Con la situación que ha creado el Partido Popular usted, lector, no va a cobrar ninguna pensión, esté jubilado o no, usted en apenas unos años no va a cobrar un euro de pensión porque los intereses están en los planes de pensiones privados.

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