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Ideas democráticas para el buen Gobierno

José Amestoy Alonso
José Amestoy Alonso
Escritor y profesor licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Zaragoza. Sus líneas de investigación son Climatología, Medio Ambiente y Tercer Mundo.
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análisis

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Estamos en un país donde no se puede hablar porque te aplican la todavía en vigor “ ley mordaza”; estamos en un país de políticos sin barriga pero sin ideas democráticas; aquí prima el “ y tú más” y se olvidan que han sido elegidos para gobernar y dejar gobernar al contrario y no para verlos en el Congreso como “gallos de pelea”. Señores políticos recién llegados a cargos de responsabilidad, los ciudadanos están cansados de verles en esas circunstancias, en lugar de hablar de los graves problemas que ha generado y está generando la crisis no sólo financiera, sino también institucional, se dedican a descalificar al contrincante y no resuelven los, insistimos, graves problemas que tiene España.

El país está en crisis profunda y en lugar de apoyar al nuevo gobierno para sacar de la pobreza a la gente, estamos el país de la patraña de algun@s políticos jóvenes que pretenden llegar para calentar sillones; es el “quítate tú para ponerme yo”. No existe una oposición política leal. Señores y señoras, el país necesita ideas para sacar a España de la pobreza y a la vez sacar a relucir los 30/40 mil amnistiados por Montoro y la lista de Falciani. Las ideas democráticas, los jóvenes tienen que ilustrarse de ellas y aplicar sus ideas que beneficien a la mayoría y no a unos miles, que a través de las finanzas, de la empresa, de la política tienen un patrimonio millonario de euros.

Hay que enseñar educación cívica, educar al pueblo con pedagogía para evitar males mayores; debemos exigir a los “nuevos políticos conservadores” que cumplan con su deber de “ciudadanos constructivos ”: que sean leales, como decíamos antes, hay que acabar con los que sacan a relucir reuniones hace años sucedidas y narradas por fascículos por individuos que están en la cárcel. Este sistema de “acoso y derribo” debe terminar para que se pueda gobernar para los ciudadanos demócratas.

Hay que educar a muchos periodistas, supuestamente, amarillos que lo único que saben hacer es escribir sobre medias verdades, es decir, las peores de las mentiras, a todo lo que huelen a progreso, y sin embargo, encubren a las altas jerarquías del Estado haciéndoles inviolables y aforados para que no se les pueda juzgar a unos, y a otros les juzgue el Tribunal Supremo con magistrados, supuestamente, puestos en el cargo para solucionarles sus problemas.

En este sentido es conveniente según Fundación melior, las siguientes medidas para que un país funcione democráticamente y lo políticos salidos de la nada recientemente y no tienen ideas democráticas muy válidas, las estudien y escuchen a aquellos, que por edad y sabiduría democrática, les enseñan pedagógicamente, a saber, como preámbulo de las mismas, lo siguiente:
“La falta de integridad y buen gobierno genera corrupción y desconfianza en las instituciones. En plena crisis económica, pero sobre todo política y de valores, los principios de transparencia y rendición de cuentas son esenciales para salir del atolladero. Veamos algunas medidas concretas para una democracia de calidad”:

1.- “Transparencia. Una administración transparente permite a los ciudadanos conocer la actuación de sus gobernantes y pedir explicaciones sobre la gestión de lo público, por otra parte, es la mejor herramienta en la lucha contra la corrupción. Además de una ley que permita el acceso de los ciudadanos a la información, hay que hacer que la Agencia Anti corrupción funcione de verdad y proteger al que denuncie un caso de corrupción, fraude, abuso o despilfarro.

2.- Rendición de cuentas. Este principio, que los anglosajones denominan
accountability, obliga a los que gobiernan a explicar con detalle en qué
gastan los fondos públicos. Pero además, permite a los ciudadanos exigir
responsabilidades a los malos gestores y a los que prevarican o malgastan
el dinero de todos. La ley de transparencia debería imponer este
principio en la actuación de toda la administración.

3.- Una justicia que funcione. Un país en el que un pleito puede tardar más de 10 años en dirimirse no inspira confianza. La tardanza en la resolución de los procedimientos incentiva a los que actúan de mala fe y convierte en ilusorios los derechos de las partes. Pero no se trata solo de una cuestión de eficiencia. Lamentablemente, la credibilidad de la justicia, altamente politizada, también está en juego. La situación del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial, o la falta de independencia del Fiscal General del Estado, son claros ejemplos del sometimiento de la justicia al poder político.

4.- Un código ético para cargos públicos. La normativa en materia de incompatibilidades y conflictos de interés de los cargos públicos y jueces debería ser clara y generar confianza. No es de recibo que un Ministro de Industria y Energía, por poner un ejemplo, deje su cartera y a la semana siguiente esté sentado en el consejo de una compañía eléctrica cotizada.

5.- Reforma del sistema electoral. Deberíamos introducir de una vez por todas las listas abiertas (en las que el votante puede elegir entre los que figuran en la lista y determinar su orden de elección) e instaurar un sistema verdaderamente representativo y proporcional (donde los partidos más pequeños jugaran su papel frente al bipartidismo reinante).

6.- Gobierno abierto y participativo. La tecnología actual ya permite la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones. Y si no, que se lo pregunten a los islandeses, que aprobaron una Constitución debatida en Internet y redactada por el pueblo. Adicionalmente, las grandes cuestiones que afecten a la mayoría de los ciudadanos deberían someterse a referéndum.
7.- Administración pública profesional. Los cargos de hasta Director General deberían nombrarse por un sistema de méritos, garantizando la calidad de la gestión pública. Se evitarían así los nombramientos y ceses partidistas, y se pondría coto al nepotismo imperante.

8.- Reforma de la ley de partidos. Los partidos políticos deberían ser mucho más transparentes en materia de financiación y empleo de los abundantes recursos que tienen asignados. Por otra parte, y de forma paradójica, la democracia interna en algunos partidos brilla por su ausencia. Los militantes deberían ser capaces de elegir a sus líderes mediante sistemas de primarias, evitando así las oligarquías en los partidos.

9.- Medios de comunicación independientes. Para asegurar la independencia de los medios de comunicación y reducir la manipulación informativa se proponen dos medidas. Por un lado, que se despolitice la concesión de licencias audiovisuales, de modo que el gobierno de turno no pueda conceder licencias a grupos afines y negárselas a otros. Por otro lado, que los cargos de los medios públicos sean independientes en lugar de estar designados por el poder político.

10.- Regulación de la actividad de lobby. Los grupos de presión a favor de determinados intereses deberían atenerse a unas reglas de conducta claras, acreditarse y hacer públicos sus objetivos y destinatarios de su actividad. Especialmente en nuestro país, en el que las relaciones entre grandes empresas y sector público son más que evidentes. Por no hablar de los estrechos vínculos entre entidades financieras y partidos políticos, financiadoras las primeras de los segundos”.

Con estas pocas medidas, bien aprendidas, se podría abrir un periodo de gobierno que beneficiase a la mayoría de los ciudadanos y aquellos que luchen por el pueblo soberano son los que tienen que gobernar; estamos hablando de hambre, pobreza, pobreza energética, desahucios, paro, problemas sociales en general, pensiones, medio ambiente y energías renovables, sanidad, educación, agricultura, industria, investigación y universidades y un elevado número de soluciones que necesita España para salir del atolladero de la crisis que no termina. Y si no saben atender las ideas democráticas, lo que tienen que hacer es irse de la política y que vengan otros, más preparados, que gobiernen para el bien popular, para el BIEN COMÚN.

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1 COMENTARIO

  1. Todo eso es lo que propone PODEMOS y aplica en aquellos lugares donde tiene alguna influencia. Por eso le atacan todos los demás que no están dispuestos a poner en marcha esas medidas que describes. Y además los medios de comunicación la gran mayoría también le atacan y el resto como mucho le ignoran. Así que como ves no hay que esperar a que vengan otros porque ya están aquí. Lo que hay que hacer es apoyarles e informar a la gente en vez de desinformarla para que sigan votando a los mismos ladrones que están gobernando desde hace cuarenta años además del nuevo, C’s, financiado por los mismos ladrones para engañar a la gente ignorante e ingenua.

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